Paseo por las nuevas marcas de cantería escondidas en Madrid: de las tijeras de Jesús del Pozo a las flechas de Diana

Es raro encontrarse unas tijeras grabadas en el suelo mientras caminas por las calles de Madrid. Unas grandes, de las de taller de costura, junto a la pared. Como resulta extraño, tal vez al viandante que camine por las calles de la capital se le ocurra mirar el edificio al que apuntan. Y así descubrirá la razón de que el Ayuntamiento las haya colocado ahí, en una placa municipal.

Las tijeras a las que me refiero se encuentran en el lugar donde el diseñador de moda Jesús del Pozo tuvo su primer taller y tienda de ropa masculina, que abrió en el año 1974. Estaba en el número 9 de la calle Almirante, justo al lado donde las noches se alargan ahora en el Toni 2, el famoso piano bar.

Las tijeras de Jesús del Pozo pertenece al último grupo de marcas de cantería en llegar a Madrid. Símbolos que antiguamente tallaban los canteros con su cincel en los bloques de piedra con los que se levantaban las construcciones y que solían marcar la autoría. Ahora el Ayuntamiento de Madrid los ha recuperado en las nuevas reformas que ha ejecutado en el centro de la ciudad durante los últimos años.

Además de las tijeras, el área de Obras también ha dejado unas máscaras teatrales disimuladas en un banco de la calle Tamayo y Baus, frente al María Guerrero. El sitio de descanso está colocado en la zona peatonal ganada durante la reforma de esta zona de Chueca-Salesas. También aparece la silueta de un gato, que se ha convertido en una de las constantes en este tipo de curiosas intervenciones.

Las marcas de cantería “hacen referencia a la memoria de esos sitios, a comercios que han desaparecido o a edificios emblemáticos existentes de especial valor patrimonial en la historia de la ciudad”, explicaba a este periódico el área de Obras cuando se descubrieron las primeras.

Es el caso de la Cruz de Santiago colocada en Malasaña, junto a la entrada al Convento de las Comendadoras. Llegó durante la reforma de la calle Amaniel que también dejó el bajorrelieve de un gato junto a su zona de escaleras.

Los técnicos municipales llevan varios años dejando estos regalos discretos en los pavimentos o en el mobiliario de algunas calles y plazas, detalles escondidos en diferentes reformas del espacio público acabadas o en marcha, como la de la calle Alcalá cerca del corazón de Madrid, donde se ha colocado un sol, como bienvenida a la puerta del mismo nombre.

Más arriba, camino de Cibeles, otra losa de granito tiene cincelada la Cruz de Calatrava frente a una de las puertas de la Iglesia de las Calatravas, en Alcalá 25.

Para seguir el recorrido de las nuevas marcas de cantería hay que volver a Sol y ver los detalles que dejó la reforma de Carretas, donde se aprovechó para recordar en el suelo mediante grandes letras de bronce -con el tamaño que tenían en el cartel original- el lugar en el que se levantó el Café y Botillería de Pombo (Calle Carretas, 4).

Subiendo hacia La Latina, en la calle Magdalena está una de las marcas más simpáticas, la losa de granito grabada con una cámara de cine antigua frente a la portada de la Filmoteca Española (Calle Magdalena, 10).

Andando por esta calle y siguiendo el recorrido reformado recientemente, en el que se ensancharon las aceras de vías como Duque de Alba o San Millán, el viandante llega a la Plaza de la Cebada, donde le saluda un ramillete de este cereal, dibujado en piedra caliza en un lugar donde antes aparcaban los coches. Pasando al otro lado de la carretera, junto al Teatro de la Latina, una considerable losa de granito recuerda su centenario (1919-2019).

Volviendo hacia el norte, la reforma de Gran Vía dejó también una marca de cantería en forma de marcas de flecha en el suelo, sobre la acera de su número 32. Con ella, los arquitectos querían “representar el diálogo entre Diana Cazadora y el Ave Fénix, dos esculturas que se encuentran en la coronación de dos edificios enfrentados”, explican fuentes del área de Obras y Equipamientos. Y obligar a mirar hacia arriba a los viandantes que descubran abajo este detalle.

Algunos de los nuevos bancos de piedra que han llegado en los últimos años a Madrid también esconden bajorrelieves, como el de este gato estirándose frente al número 16 de la calle Augusto Figueroa.

El último detalle escondido está donde se encontraba la antigua Fuente de los Galápagos de Ventura Rodríguez, en la esquina de Hortaleza con Santa Brígida. Allí, dos bajorrelieves de tortugas recuerdan el lugar en el que estaba el surtidor y que ahora ocupa otro con dos peces de estilo clásico.

Por último y para los más andarines que quieran recorrer todas las marcas de cantería citadas en este artículo, las dejamos en un mapa bajo estas líneas.