Este verano, los archiveros de la Comunidad de Madrid han seleccionado 135 imágenes del siglo XX para poner cara y ambiente a los veranos y veraneos de los madrileños de antaño. El catálogo-exposición virtual lleva por título Vacaciones del siglo XX. 75 veranos en 135 imágenes. 1914-1989, aunque el grueso de la selección abarca la segunda mitad del siglo. Para ello, han tirado de los fondos que se conservan en el Archivo Regional de Martín Santos Yubero, Cristóbal Portillo y de la colección Madrileños.
La muestra virtual se ha estructurado en siete apartados, cuyos títulos se han querido coser a alguna canción identificable con el tiempo estival: Viaje con nosotros, Voy en un coche, Vamos a la playa, Camino Soria, Aquí no hay playa, Voy a pasármelo bien y La tentación vive arriba, que excepcionalmente utiliza el título de la conocida película de Willy Willder en vez de una canción para presentarnos un día en la vida del rodríguez madrileño de 1960 bajo la óptica del fotógrafo Santos Yubero. Nosotros vamos a hacer un recorrido por la selección glosándolo a nuestra manera.
Viendo las imágenes antiguas de despedidas en estaciones de tren, uno se pregunta cómo es posible que tardáramos tanto en que se nos ocurriera ponerles unas simples ruedas a los bultos. Las estaciones de Atocha o Chamartín, con nexos humanos entre el andén y las ventanas del vagón que se rompen o se anudan ante los ojos de señores con gorrilla. Esto, también era verano.
El Seat 600 recalentado, atestado de personas y bultos, es la metáfora perfecta del régimen franquista apostando por extender la idea de clase media entre los españoles. No es verdad que cada español pudiera poseer un 600, pero sí que el pequeño utilitario parecía al alcance de la mayoría si estiraba un poco el brazo, prosperaba y dejaba atrás los años polvorientos de la posguerra.
La playa. El turismo de masas había entrado como una cuña de modernidad en España y los nativos queríamos ser partícipes del revolcón veraniego que Fraga Iribarne puso por bandera patria. Atrás quedaron los baños de sol y los tranquilos veraneos en el litoral de las familias burguesas. El nuevo turismo de playa sonaba tan bullicioso y mundano como los españoles de a pie.
Los veraneos felices en el pueblo nos hablan del retorno fugaz del permanente éxodo rural a las ciudades, del volver aparentando –si no, ¿para qué? –, de las partidas de cartas a la sombra de un chopo, las siestas eternas y la oportunidad robada por la Historia a los niños de saber de dónde venían.
En un poema titulado Pausa de agosto, Mario Benedetti comenzaba diciendo Madrid quedó vacía / sólo estamos los otros / y por eso / se siente la presencia de las plazas / los jardines y fuentes. Pero, a pesar de que es verdad que la ciudad solía ser otra en agosto, siempre hubo sitio para los cines de verano, las barcas de El Retiro, los baños en el Manzanares o en el hormiguero del Parque Sindical.
Juventud y verano son pareja perfecta en el cine y en nuestros recuerdos. De guateque, verbena en Las Vistillas, ligoteo o pintando la mona. A otros, jóvenes y viejos, les tocaba currar envueltos en el calor agobiante del verano madrileño, ¡y encima no les toca salir en la foto!
La exposición virtual dedica apartado propio a la figura del Rodríguez, el padre de familia que queda solo en la ciudad trabajando. Al Rodríguez le nace un tiempo inédito durante el resto del año, que su mujer nunca probará. Hemos encontrado un artículo de la historiadora Mary Nash que lo explica mejor: Masculinidades vacacionales y veraniegas: el Rodríguez y el Donjuan en el turismo de masas.
*Para ver todas las fotografías de Vacaciones del siglo XX. 75 veranos en 135 imágenes