“¿Tú sabes para qué sirve esto?”, pregunta una joven a su amigo mientras espera el autobús en la parada 3880 de Villaverde Cruce. Un nuevo diseño de la marquesina llama la atención de los viajeros, que no terminan de entender de qué se trata. “Toca, toca, está frío”, insiste la joven. Los dos se paran a investigar de dónde viene ese fresco y se topan con un pulsador que resuelve el misterio: “Dispositivo de enfriamiento. Pues sí que se nota”. La escena se repite durante toda la tarde con cada persona que se para a esperar el bus.
El nuevo diseño de la parada y ese fresco inusual que desprende se debe a la innovadora iniciativa que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Madrid para hacer más llevadera la espera a los viajeros en verano: marquesinas refrescantes. Este proyecto piloto, que por ahora cuenta únicamente con dos puntos en la ciudad, Villaverde y Moratalaz, propone rebajar hasta nueve grados centígrados la sensación térmica a través un sistema de refrigeración.
El lugar en el que se ubica la marquesina es totalmente estratégico. Justo a la salida de la estación de Villaverde Bajo-Cruce, en una calle donde hay un total de ocho paradas de bus, cuatro a cada lado, y ni un solo árbol. Para encontrar la marquesina refrescante hay que ir hasta el final de la calle, por lo que a priori puede pasar desapercibida. Sin embargo, allí para uno de los autobuses más solicitados del barrio, la línea 23, que une Villaverde con la plaza Mayor. Además, es la parada final de la línea, donde los conductores hacen el relevo de su puesto, por lo que es habitual encontrarse con bastantes personas esperando.
El termómetro de una de las marquesinas marca 40 ºC. Un trabajador de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) llega con tiempo a la parada, donde espera la llegada del 23 para empezar su jornada laboral. Se enciende un cigarro y se apoya en la pared. “Uy, qué fresquito”, exclama.
Poco después, un anciano se sienta en el banco de la marquesina. No entiende de dónde viene el frío, aunque lo agradece. “Señor, si le da a este botón estará usted mucho mejor”, indica el conductor a su compañero de marquesina, que no se había percatado de la existencia del pulsador.
Como a este hombre, le sucede lo mismo a varias personas. No existe ningún tipo de indicador ni de cartel que señale la función de esta marquesina. Hay que pararse a mirar detenidamente para encontrar el botón. Al pulsarlo, ocurre la magia: se activa el agua del depósito que alberga en su interior y las maderas que recubren la marquesina emanan un frío bastante agradable.
Este innovador proyecto es obra de JCDecaux, una empresa especializada en este tipo de soportes. Este miércoles, durante su inauguración, Carlos Barón, director de la compañía, explicó que la marquesina refrescante se acciona en los días en los que se registren temperaturas por encima de 25 ºC. En ese momento se pone en marcha un sistema de enfriamiento por evaporación y ventilación que puede bajar la temperatura ambiente en este punto de espera hasta en 9 ºC. El sistema funciona con un depósito de agua y un módulo de enfriamiento del aire por evaporación, situado detrás de unas lamas de madera.
Además, cuenta con una placa fotovoltaica que abastece a la marquesina de energía solar. “Al utilizar la evaporación para enfriar de manera natural, no solo proporcionamos un refugio agradable durante los calurosos veranos madrileños, sino que también reducimos el consumo energético, siendo conscientes de nuestro compromiso con el medio ambiente”, señala el director de la compañía.
A simple vista, lo único que ha cambiado en estas marquesinas es su diseño, que claramente llama la atención de todos los que pasan por allí. Aunque la mayoría de personas coinciden en algo: no entienden qué es o cómo funciona sin pararse a inspeccionar el soporte.
Durante la presentación de las marquesinas refrescantes, el Ayuntamiento explicó que este proyecto servirá para que EMT y JCDecaux evalúen el funcionamiento real en vía pública que puede suponer una diferencia significativa en la experiencia de cliente en períodos de intenso calor. Posiblemente, las dificultades para su identificación sea el aspecto que más deban pulir de cara a nuevas instalaciones.
Tanto JCDecaux como el Ayuntamiento de la capital presentan estas marquesinas refrescantes como “soluciones urbanas innovadoras y sostenibles”. Más de un madrileño ha ironizado con este concepto en redes sociales, proponiendo una solución todavía más ecológica: plantar árboles. Por ahora, ese “fresquito” se agradece.