Un entorno de Madrid en el que quedaban con vida más de 200 pinos, de los 600 que fueron plantados a mediados de 2023, ha sido arrasado en un acto que algunos expertos creen motivado por el “racismo forestal”. Así lo define Sergio de Frutos, que ha denunciado el suceso en su cuenta de X (antes Twitter).
De Frutos, investigador posdoctoral en el Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Catalunya, lamenta el ataque sufrido en el entorno Meaques Retamares, ubicado entre el barrio de Campamento (en el distrito de Latina) y el municipio de Pozuelo de Alarcón. Se trata de “un retamar degradado y que puede verse afectado por la futura Operación Campamento [que implicará la construcción de más de 12.000 viviendas]”.
“Es una consecuencia más de la mala fama de los pinos en España, como si solo pudiese haber encinas y los pinos fuesen siempre invasores. Esto da pie a confusiones, porque hay hasta siete especies autóctonas de pinos en nuestro país. De hecho en muchos sitios donde la encina no se desarrolla es la única especie que puede hacerlo. El retamar es la etapa de degranación del encinar, pero el pino es perfectamente compatible con esa formación porque podría crearse una formación mixta”, explica de Frutos en conversación con Somos Madrid.
El investigasdor precisa de hecho que en la zona “ya no hay suelo suficiente para las encinas, está degradado ya que fue un campo de pruebas militares”. Y añade: “Las encinas que plantan se mueren. Por si fuera poco, los pinos mejoran el suelo para repoblar con encinas más adelante, es una etapa intermedia en suelos degradados que luego naturalmente o mediante plantaciones pueden recuperarse para encinares”. No en vano, “si las dos especies están desarrolladas el pino tiene las de perder porque la encina puede desarrollarse bajo el pino”. De esta forma, “cuando el pino muera o enferme se convertirá naturalmente en un encinar”.
En este caso, las plantaciones se llevaron a cabo además por investigadores especializados. La iniciativa partió de Lignum Forestal, entidad que coordina actuaciones de responsabilidad social corporativa en diversas compañías. “Gente de la empresa iba allí, y ya que estaban algunos técnicos aprovechamos para desarrollar un ensayo científico bien diseñado”, apunta.
Se trataba en concreto de un estudio de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid. “Plantamos el mismo número de plantas con y sin hidrogel, un polímero que se hincha con el agua y cuando se produce una sequía libera la libera más lentamente para permitir su supervivencia”, precisa de Frutos. El análisis ha servido incluso como objeto de estudio para un Trabajo de Fin de Máster de una alumna del Master en Restauración de Ecosistemas de la Universidad de Alcalá de Henares.
Sergio de Frutos no cierra la puerta a una nueva replantación, aunque la amenaza de un segundo ataque está presente: “Seguramente algo se hará en la zona, de hecho han intentado rescatar pinos arrancados, aunque es difícil cuando las raíces tocan el aire. Al final replantar requiere más tiempo y más recursos, y no son ilimitados”.