La ciudad que se detuvo para reinventar su futuro: cómo la reflexión y la crítica vecinal marcaron el rumbo de Rivas
La pandemia del año 2020 impactó de muchas formas sobre los ciudadanos. También sobre las ciudades y su manera habitual de hacer las cosas. En Rivas Vaciamadrid, una localidad de poco más de 100.000 habitantes pegada al este de la gran urbe, sus políticos decidieron detenerse un poco más allá del parón que había supuesto el confinamiento.
“Fue un momento de repensar la ciudad conjuntamente, ver qué teníamos que mejorar y ponernos a ello”, recuerdan hoy desde la oficina de Estrategia de Ciudad, constituida el año pasado. “Teníamos que pararnos para asegurarnos de que Rivas seguía siendo esa ciudad amable y de servicios”, asegura hoy sobre el momento en el que decidieron detener literalmente la maquinaria de la ciudad y reflexionar hacia dónde querían ir.
La decisión fue polémica porque implicaba detener, por ejemplo, la concesión de licencias para construir viviendas. Y porque iba a suponer abrir un proceso de participación en el que los políticos se apartaban para dar la palabra a los vecinos y que fueran ellos los que fijaran prioridades. Así que en octubre de 2021, aprovechando el ambiente de pausa y reflexión que había facilitado la pandemia, el Ayuntamiento de Rivas convocó un proceso participativo del que tenía que salir el plan de la ciudad para la próxima década. Lo llamó Rivas párate a pensar, y consistió primero en una votación para refrendar este proceso.
Una vez que los ripenses dieron su visto bueno, este se tradujo en una serie de acciones, conferencias, paseos, talleres... que ayudaron a sus ciudadanos a repensar el lugar en el que vivían y a enviar propuestas. Llegaron más de 600. Sus resultados quedaron reflejados en una página web, pero sobre todo sirvieron para trazar un plan de ciudad a largo plazo, más allá de los ciclos electorales que tanto condicionan las políticas municipales.
A partir de ahí, los anhelos ciudadanos se tradujeron en algo concreto, la Agenda Urbana Rivas 2030, que tras su paso por el Consejo de Ciudad, principal espacio de participación ciudadana, obtuvo el aval del pleno municipal. El proceso se sustanció en un marco estratégico y un plan de acción, para enclavarlo dentro de una metodología de planificación en la administración pública que los consistorios necesitan elaborar siguiendo las políticas europeas. Pero en realidad se convirtió en una filosofía renovada para la ciudad y un camino para el futuro.
Ocho dimensiones y un plan con 40 proyectos
“La agenda urbana, según indica el manual, tiene por defecto un enfoque muy urbanista y de intervenir sobre lo físico en el espacio público”, explican de nuevo desde el consistorio ripense. En el Ayuntamiento eran conscientes de que los cambios físicos han de ir acompañados de una intervención social y de unas señas de identidad del propio municipio, como la atención a la infancia o proyectos culturales propios. La agenda se tradujo en ocho dimensiones que Rivas dibujó en su horizonte, la de avanzar hacia una ciudad sostenible, inteligente, cohesionada y solidaria, con unos servicios públicos conectados y ágiles, una localidad emprendedora, saludable, feminista, participativa y educadora.
A partir de ahí trazó un plan de acción para convertir todas estas líneas en algo concreto y tangible para su ciudadanía: 40 proyectos motores que iban desde soterrar el Metro, la revisión del Plan General de urbanismo, líneas para facilitar llegar en autobús a los colegios cada mañana o hasta un nuevo sistema de bici pública de alquiler. Todos con un plazo para su desarrollo y un presupuesto aproximado, que se debería abordar en los próximos años.
Pese a lo específico de las propuestas, en el Ayuntamiento puntualizan que el documento “está vivo” y caben cambios para adaptarse a las nuevas exigencias, poniendo como ejemplo la crisis habitacional que vive toda la Comunidad de Madrid y que en el caso de Rivas ha hecho que la vivienda se haya convertido en una de las prioridades en su plan de acción hasta el 2030. Hace unas semanas, por ejemplo, su alcaldesa pidió la declaración de zona tensionada para adoptar medidas de contención y rebaja de los precios, algo que no estaba incluido en los planes iniciales. También hay una apuesta por aumentar el parque público de viviendas y una próxima entrega de pisos de alquiler para jóvenes.
Y es que la vivienda es uno de los ejes sobre los que gira el futuro de Rivas, que todavía ostenta el título de ciudad más joven de la península, con una mediana de menos de 40 años en su población (en España solo es inferior las de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla). El motivo es que, desde hace años, el municipio se ha convertido en uno de los más buscados para formar una familia, hasta el punto de que la hora punta para el tráfico tiene que ver más con los cuidados que con la movilidad laboral y coincide con las horas de salidas de los colegios.
Otra de las señas de identidad del municipio es la apuesta por la gestión pública: “Cuanto más intervención desde lo público tenga un ayuntamiento sobre sus políticas, más calidad podremos prestar”, apuntan fuentes municipales y pone como ejemplo la empresa pública de servicios, Rivamadrid, que se encarga entre otras cuestiones de la recogida de residuos y basuras
-una de las pocas ciudades en Madrid que mantiene este modelo- o la gestión directa de la Escuela de Música. “Los ripenses saben que los mejores servicios de aquí los van a encontrar en lo público, donde tienes la seguridad de que hay buen profesorado e instalaciones de calidad”.
Estas políticas, unidas a la búsqueda de una ciudad de los quince minutos, con servicios cercanos, o entornos naturalizados cambiando cementos por más árboles a través del proyecto Renatura, buscan que Rivas siga fuera de la lógica del extrarradio y esté alejada del estereotipo de una ciudad dormitorio. Un lugar donde sus habitantes “no tengan necesidad de ir a Madrid”, explican desde el consistorio a la vez que destacan su agenda cultural, con grandes eventos que pueden ser programados en Madrid, como la gira de Robe Iniesta o el festival de K-Pop acogido en el auditorio Miguel Ríos, después de ser suspendido en el Bernabéu por sus malas condiciones acústicas). “A partir de mayo parece Rivas de Janeiro”, comentan con humor sobre la abundante oferta.
“Es una ciudad que tiene rumbo al que se dirige, un modelo de ciudad que está encima de la mesa”, explican desde el consistorio. Y recuerdan que la calidad de vida, que califican de “media-alta”, ha tenido que ver con “apuestas valientes, con tirarse a muchos charcos en los que nadie se tiraría”. Una forma de hacer las cosas que implica riesgos, pero también fortalezas cuando se logran aciertos, aseguran, rodeado además de una ciudadanía crítica, que ejerce a través de sus numerosos espacios de participación. “Somos bastante inquietas e inquietos en cuanto a qué tipo de ciudad queremos. Gracias a esa lógica de ser críticos, siempre conseguimos mejorar”, añaden.
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