Este sábado 21 de mayo, poco después del mediodía, los restos del patrón de Madrid volverán a ver la luz. Poco después del mediodía, el arca que contiene su cuerpo momificado será destapada. No ocurría desde 1985 y esta vez tiene lugar para celebrar el 400 aniversario de la canonización del propio santo: San Isidro Labrador fue declarado beato en 1619 por el papa Paulo V y proclamado santo el 12 de marzo de 1622 por Gregorio XV.
Aunque la fiesta popular tuvo lugar el fin de semana pasado, la católica llega a partir de hoy, dentro de lo que el Vaticano considera el primer año santo de San Isidro, desde el 15 de mayo de 2022 al 15 de mayo de 2023. Misas aparte, el gran evento para los creyentes es la exhibición del santo, que durará nueve días e incluye un traslado hasta la catedral de la Almudena.
El cuerpo incorrupto del patrón se expondrá públicamente en la Capilla de la Inmaculada Concepción de la Real Colegiata (calle Toledo, 37) desde el 21 al 29 de mayo. Sus restos descansan normalmente en el altar mayor de la Colegiata de la calle de Toledo. Allí mismo fue trasladado en 1669 desde la iglesia de San Andrés, justo después de que lo hallaran en estado de momificación.
Fueron muchos años los que transcurrieron mientras que el cuerpo se conservó dentro del arca, lo que acrecentó la leyenda de su naturaleza milagrosa. Según la creencia cristiana, San Isidro fue enterrado en 1172 por la actual zona de La Latina, en el cementerio de la parroquia de San Andrés. La última que, durante su vida laboral, visitaba antes de proseguir su camino hacia el campo. Se dice que estaba en una fosa, sin lápida ni nombre, que en tiempo de lluvias el agua la inundaba.
Su primera exposición en público ocurrió en dicha Colegiata, allá por 1969 por el 350 aniversario de su beatificación, y en 1972, por el octavo centenario de su muerte. Diez años después, en 1982, el acto se repetía al cumplirse los novecientos años de su nacimiento, y en 1985 por el primer centenario de la creación de la diócesis de Madrid-Alcalá.
Este patrón fue probablemente de naturaleza mozárabe por la numerosa presencia del grupo social en tierras del antiguo reino de Toledo (Madrid y Guadalajara), y nació en la capital a finales del siglo XI. Vivió en el periodo que transcurrió durante los reinados en Castilla de Alfonso VI, la reina doña Urraca y Alfonso VII, con una vida llena de milagros según sus fieles. Casado con María de la Cabeza y con un hijo, del cual la tradición cristiana cuenta que cayó a un pozo y fue rescatado por elevación del agua, después de numerosas oraciones de sus padres. El códice lo presenta como un trabajador arrendatario de una villa madrileña, junto a la ribera derecha del río Manzanares.
San Isidro de labradores y sus milagros
Los populares cinco milagros que se asocian a la figura del santo se basan en relación a su labor como labrador. Estos son los dos primeros: cuando el santo se dirigía a un molino, que la tradición identifica con el de La Arganzuela, en mitad del camino ofreció de comer a unas palomas, ateridas por el frío, bajo la burla de su acompañante, hasta que poco le quedó al susodicho de lo que reírse cuando, al llegar al molino, los costales se encontraban repletos de trigo.
Otro relato destaca la devoción espiritual del hombre, que dedicaba tiempo a sus rezos y conseguía ventajas de apariencia milagrosa durante el transcurso de sus diversas labores, mientras que otros acontecimientos también van continuados de su humildad y hospitalidad: como la vez en la que dio de comer de su olla a quien le pidió limosna, después de lo cual y para sorpresa de su esposa, el fondo de la olla, de repente, quedó nuevamente cubierto de alimento para su familia.
Tal carácter milagroso se le atribuía hasta el punto de que, años después de que muriera llevado por la edad y la enfermedad, se le invocaba con motivo de amenazas y desgracias que caían sobre los reinos, pero también por situaciones que afectaban a, por supuesto, la dichosa realeza. El santo fue llevado durante años a palacio cuando los reyes enfermaban, incluso el cerrajero de Carlos II arrancó un diente al santo, y por ser descubierto, se lo ofreció al rey, quien lo cosió bajo su almohada en su última enfermedad.
En el año 1261, Madrid sufría sequía y el cuerpo de San Isidro Labrador fue exhumado de su tumba y sacado en procesión para pedirle que lloviera. El ritual se repitió en 1275, llevado a hombros a la basílica de la Virgen de Atocha. Para rezarle por el fin de la guerra de Cuba también volvió a ser expuesto en el altar mayor de la colegiata de San Isidro. Y la sequía de 1947 en Madrid recupera la tradición y de nuevo el cuerpo del santo retomaba las calles.
La Fuente de San Isidro y un dedo menos
Poco queda que extrañar en cuanto a la relación de esta carencia de agua en Madrid y el constante trote que se le daba al santo, puesto que cuentan las lenguas que el patrón de la capital en años de mucha sequía dio un fuerte golpe a una roca con una vara. Comenzó a salir agua en el lugar donde ahora muchos dedican sus pies a la peregrinación, como recuerda su tradición, y donde ahora está la fuente tenía sus tierras Juan de Vargas, el amo del santo, lugar que algunos dicen que se situó dicho milagro.
El patrón y su esposa, Santa María de la Cabeza, están enterrados en la Colegiata de San Isidro. El cuerpo del santo se conserva tan incorrupto como incompleto, ya que le falta un dedo que le fue arrancado de un mordisco. La leyenda cuenta que dicha ausencia del dedo pulgar del pie derecho del cuerpo se le atribuye a una visita de la reina Isabel la Católica: una de sus damas pensaría que a pan duro, diente duro, y terminó arrancándolo con la boca, dicen que al besar el pie, para llevárselo consigo. La mujer tuvo que confesar su acción cuando los caballos de la comitiva se negaron a cruzar el río Manzanares, el dedo fue devuelto, colgado del cuello del santo en una bolsa y hoy se encuentra en paradero desconocido.
La devoción de San Isidro da origen a la celebración de una romería. Al principio fue solo una procesión hasta la ermita de San Isidro para beber del agua milagrosa, venerar la reliquia del santo y comer por sus alrededores, práctica que ha pasado a ser multitudinaria desde el siglo XIX y lo volvieron a atestiguar las colas que se formaron allí durante el pasado fin de semana. La Archicofradía Sacramental de San Pedro, San Andrés y San Isidro organiza la bendición del agua en el jardín del manantial milagroso situado justo cerca de la Ermita, con la presencia de un padrino o madrina diferente cada año, además de miembros eclesiásticos y todo civil interesado en acercarse.
Aparte del programa cristiano, el año santo incluye actividades como visitas culturales, ciclos de conferencias, escenificaciones teatralizadas y exposiciones conmemorativas del IV centenario. También una serie de conciertos instrumentales, líricos, zarzuelas, y otras propuestas que ambientarán la capital especialmente estas fechas, y que se prolongarán hasta el 15 de mayo de 2023.