Nueva jornada de talas en Madrid por las obras de ampliación de la linea 11. Los 523 árboles cuya eliminación está programada en el proyecto, desarrollado por el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso con el apoyo del Ayuntamiento que lidera José Luis Martínez-Almeida, siguen cayendo uno tras otro. Después de Comillas y Madrid Río, este miércoles ha sido el turno del Paseo de las Delicias, una de las vías neurálgicas del distrito de Arganzuela.
El plan final, que deja las 1.027 talas que llegó a contemplar la Comunidad de Madrid en algo menos de la mitad, fija en 70 el número de especímenes erradicados en este entorno. El motivo alegado es la ampliación de la estación de Palos de la Frontera, que actualmente forma parte de la línea 3 y añadirá parada en la 11. Colectivos vecinales alegan sin embargo que “los árboles que se están talando hoy caen por la creación de una nueva boca de Metro innecesaria porque la estación ya tiene dos”.
A diferencia de Comillas y Madrid Río, en este caso las talas no afectan a un parque, sino al arbolado que provee de sombra y refresco la acera. Este martes los operarios han actuado ya sobre una decena de plátanos en uno de los costados del Paseo de las Delicias, el más próximo a la estación, a la altura de los números 38 y 40. Fuentes de la propia obra aseguran a Somos Madrid que en la otra acera solo se eliminarán “uno o dos ejemplares enfermos”.
Distintos movimientos sociales, así como residentes, han acudido al lugar para manifestar de nuevo su oposición. En Arganzuela, uno de los distritos más afectados (Madrid Río también pertenece a él), esta resistencia está organizada y han llegado a crear grupos de vigilancia para protestar con la mayor celeridad cada vez que se inician los trabajos. La organización vecinal El barrio no se tala! llamó a la concentración en redes sociales la pasada noche, después de observar un aviso municipal que anunciaba operaciones con maquinaria pesada en la zona entre este miércoles y el viernes.
Entre la indignación y la impotencia
Finalmente, alrededor de una treintena de personas han acudido a la convocatoria, en una mañana laborable y con las fiestas navideñas a las puertas. No han faltado las cacerolas, las pancartas contra Ayuso y Almeida o los ya tradicionales gritos en estas protestas: “¡Vergüenza!”, “Metro sí, pero no así” o “esta tala es ilegal”.
Pero aunque la fuerza de indignación permanece, el sentimiento de impotencia también va creciendo conforme se consuman los arboricidios.“Esto va a ser un secarral en verano. El sol va a pegar sin que haya una sombra en la que cobijarse”, comenta una de las manifestantes. “Y encima las obras y la futura boca de Metro van a complicar el tránsito de personas por las aceras”, añade otra persona. El cambio del proyecto original de la ampliación de Metro fue motivado en cambio porque “no requiere de ordenaciones del tráfico”, una de las razones recogidas en su propia memoria.
“La semana pasada estuve fuera de Madrid y no puede ir a las protestas. Me sentí fatal, ahora hace falta que estemos más que nunca para pelear aunque todo parezca perdido”, dice Miriam, que llega a la concentración visiblemente afectada. “Llegados a este punto por desgracia es imposible estar en todos lados”, apostilla otro indignado, que se fija en los árboles que tienen decoración navideña: “Supongo que esos son los que no están condenados”.