La cocina fantasma de la calle José Calvo –las 21 que operan en el número 10 de la calle, en realidad– seguirán haciéndolo con normalidad, para contrariedad de los vecinos que llevan años oponiéndose a ella por las molestias y preocupaciones que el negocio ocasiona en su día a día.
El año pasado el Grupo Mixto-Recupera Madrid, con Marta Higueras al frente, interpusieron una demanda sobre la licencia del local en un juzgado de lo Contencioso-Administrativo. El órdago era ambicioso. El grupo municipal aducía que, basándose en un defecto de forma en el plano urbanístico (en la hoja del plano no se especificaba la norma zonal y no se llegó a hacer la preceptiva publicación en el BOCAM), podría anularse la licencia de esta cocina fantasma y sentar un precedente para el resto de las que operan en Madrid.
La denuncia, pues, se apoyaba en un presunto resquicio legal, pero el juzgado ha considerado que la obligatoriedad de publicación se limita al texto, y no a los planos y fichas, según ha publicado Gran Madrid. Una interpretación en la línea de lo planteado por la acusación particular habría llevado a que se pudieran impugnar un gran número de licencias urbanísticas concedidas desde 1997, año en que entró en vigor el actual Plan General de Ordenación.
La calle de José Calvo es una pequeña vía perpendicular a Francos Rodríguez. Una de esas callecitas cuya fisonomía, con escasos metros de ancho y comercios, dictaría que es una calle tranquila. Y así solía ser hasta que en 2021 un negocio de cocinas fantasma ocupó una vieja nave industrial de 800 metros cuadrados a la que se accede a través de un inmueble de pisos.
Aunque en 2021 la presión popular hizo que el chef Dani García, cuya empresa ocupaba inicialmente los fogones de la pequeña calle del barrio de Berruguete, se marchara con los bártulos a otra parte (en realidad no muy lejos, a otra cocina de Tetuán donde también ha tenido problemas con los vecinos), la actividad de las cocinas ha continuado hasta la actualidad. Desde entonces, los vecinos han llevado a cabo numerosas concentraciones contra su presencia, han tenido sustos nocturnos con visitas del cuerpo de bomberos incluida y, sobre todo, han tenido que soportar el humo, los ruidos, los olores y la ocupación constante de la calle en el ir y venir de repartidores.
La vía judicial tenía un antecedente esperanzador en la lucha ganada por vecinos y familias del CEIP Miguel de Unamuno, en Arganzuela, contra las chimeneas que abrazaban su centro escolar. Sin embargo, en esta ocasión, y de momento, la vía judicial no será la que acabe con los desvelos de los vecinos de José Calvo.
Los vecinos manifiestan a este medio que “se sienten desolados y desanimados tras ser ignorados por el Ayuntamiento”. El grupo Municipal Más Madrid, por su parte, ha registrado una propuesta de cara a la próxima junta distrital en la que, recogiendo los problemas del vecindario, insta a la Junta Municipal a revisar la licencia de carga y descarga, ajustándola a las horas a las que se usa realmente. Además, se pide que se revise si las instalaciones cuentan con permiso para la venta a particulares, hacer estudios de impacto medioambiental y de movilidad. Se solicitará, así mismo, que se incremente la presencia policial y la limpieza de la calle. El caso de las cocinas de José Calvo 10, por tanto, está lejos de ser cerrado, mientras continúen las molestias para los vecinos seguirá apareciendo por estas páginas inevitablemente.