Las superficies pulidas de AZCA, junto a Nuevos Ministerios, son a cualquier hora del día el escenario sobre el que muchos jóvenes bailan, practican con su skate o hacen parkour. Chicos y chicas que, en un paréntesis del sistema productivo, pasan horas practicando estas disciplinas urbanas en los soportales del Madrid que nunca para, mientras el distrito financiero hace girar la manivela del estrés, las puertas del Cercanías vomitan trabajadores o las bolsas vienen y van por El Corte Inglés.
El idilio de Nuevos Ministerios y AZCA con la cultura urbana viene de atrás, desde que el lugar se convirtió, a principios de los ochenta, en uno de los puntos rodeados con rotulador en el mapa de cualquier aficionado al rap, el break dance o el skate.
Es sabido que el mismísimo presidente del gobierno, Pedro Sánchez, frecuentó AZCA y sus círculos de bailarines de break dance, o al menos eso dijo en un programa de Bertín Osborne. Así consiguió ligarse a su primera novia, con catorce años, confesaba hace dos años al cantante melódico y entrevistador. Debía correr el año 1986. Y no es el único miembro de la ejecutiva del PSOE que le dio al break. Rafael Simancas dejó dicho en una entrevista en el diario El País que a princios de los ochenta tenía “un calambre espectacular” y hasta ganó un concurso de baile de su barrio. La anécdota da para hacerse una idea de la popularidad, efímera pero importante, que el baile tuvo en la época. Entonces, cualquier cole organizaba su propio concurso y toda la familia veía junta el A todo Break del Tocata.
Todo comenzó con la llegada a España de películas como Beat Street, Breakdance (ambas de 1984) y Electric Boogaaloo (1985). Algunos ambientes muy concretos de Madrid empezaron entonces a llenarse de cintas del pelo, chándals y lengüetas anchas. Los breakers empezaron a poblar los Nuevos Ministerios, donde llegaban los chicos de diferentes barrios para compartir pasos de baile y competir entre ellos. La escena empezó a crecer en Torrejón de Ardoz, contaminado por la base norteamericana, y algunos lugares del extrarradio, como Alcorcón o Móstoles. Entre los más recordados están la crew de Madrid City Breakers, que empezaron allá por el 82, o los Midnight Dancers, de Móstoles.
El break llegó primero y luego el rap, con grupos locales que aspiraban a ser los Run DMC locales. En 1989 llegan los primeros discos colectivos de grupos madrileños, Madrid Hip Hop y Rapin' Madrid, y algunos de aquellos chavales se convierten en auténticas estrellas televisivas. Si tienes suficiente edad recordarás a Sweet y, aún siendo más joven, podrás identificar el Hey Pijo de MC Randy y DJ Jonco.
En aquellos años la cultura hip hop estaba de moda, se estaba convirtiendo en el nuevo pop y sus aspectos más naif y superficiales eran utilizados en programas de televisión y anuncios publicitarios. Un buen graffiti y una gorra como comodín de la temporada.
Pero la cultura Hip Hop tenía un sustento muy real, con raíces en los barrios. Mc Randy, antes del Hey Pijo y de fichar por una multi, era un chaval de Vallecas que había cambiado el heavy de su primera adolescencia por toda aquella cultura hip hop –el graffiti, el break, el rap–. AZCA suponía una suerte de punto neutral al que llegaban todos, un lugar cuya geografía urbana proporcionaba la posibilidad de escapar mentalmente a calles de Estados Unidos, sentarse, deslizarse...
Aquel primer hip hop pasó, pero puso el primer peldaño para que a continuación sacaran la cabeza otros grupos pioneros como El Club de los Poetas Violentos, 7 notas 7 colores, La Puta Opepé o SFDK.
Durante estos años, también los escritores de graffiti se reunían en Nuevos Ministerios los domingos por la mañana. Algunos de los primeros muros pintados estuvieron allí. Antes, incluso, habían llegado a los jardines de Nuevos Ministerios y a las láminas pulidas de AZCA los pioneros del skate en España con sus Sancheskis, como ha explicado en más de una entrevista José Antonio Caribbean, el pionero que abrió en 1975 la primera tienda de monopatines de España. En Nuevos Ministerios llegó a ponerse una rampa todos los domingos.
Este fue el principio y, posiblemente, punto álgido de la cultura urbana y el hip hop en AZCA, pero a día de hoy sus superficies pulidas siguen albergando chavales que son herederos de aquellos de los años ochenta. Actualmente, el gran complejo financiero y comercial afronta una gran reforma que lleva por nombre Renazca y pretende colocar el espacio a la altura internacional de otros primos lejanos, como Rockefeller Center o Kings Cross. Reformas sin fin para poner al día la ciudad que nunca para, cuyos soportales pulidos, probablemente, seguirán siendo ocupados por jóvenes cuya rebeldía consiste, precisamente, en estar allí parados, juntos y a sus cosas.