El jardín ferroviario, la plaza y el museo que llegarán con la mudanza de Metro de Madrid a La Ventilla
“Esta manzana servirá para coser la ciudad” decía el expresidente fugaz de la Comunidad de Madrid, Pedro Rollán, cuando visitó en 2019 el hueco de las obras de las antiguas cocheras de Metro junto a Plaza de Castilla. Por entonces el proyecto para colocar allí la sede principal del suburbano madrileño todavía se intuía en los planos, porque sobre el terreno solo había un enorme hueco para el aparcamiento.
La parcela, de casi dos hectáreas de superficie, albergará cinco edificios del Centro Integral del Transporte (CIT), una gran plaza ajardinada y una pasarela que permitirá pasar de norte a sur por el medio del complejo. También habrá un museo de Metro, con numerosos trenes y vagones sobre raíles colocados en el lugar que antiguamente se dispusieron las cocheras, que funcionaron hasta el año 2014.
Desde la visita de Rollán, los políticos de la Comunidad de Madrid han ido pasando por las obras cada año para hacerse fotos con casco y hablar sobre un proyecto que transformará tanto la organización de Metro como el urbanismo de esta parte del barrio tetuanero de La Ventilla. La última la hizo el consejero de Transportes David Pérez hace una semana. Allí anunció que los primeros trabajadores de la compañía pública empezarán a trasladarse a estas oficinas a principios de 2022, con un año de retraso respecto a lo inicialmente previsto.
De momento, lo único que se ha construido es el primero de los cinco edificios del CIT, el que albergará la sede de la compañía. Es también el más grande, con una altura de hasta 12 plantas en su zona más alta y 24.000 metros cuadrados de superficie, donde trabajarán hasta 1.000 empleados. Su aspecto oscuro e industrial que le dan el casi medio centenar de costillas de hormigón ha sido pensado para reducir su impacto medioambiental y marcará la estética del resto de construcciones del solar.
Cuando la Comunidad de Madrid acabe de levantar este edificio, en una fecha aún no definida, arrancará la segunda fase de obras en la parcela, la que más impacto tendrá en el espacio público. A su lado estará, a una altura mucho menor aunque con varios niveles bajo la superficie, el Centro de Control de Operación de Red, que agrupará el actual Puesto de Mando y el Centro de Operaciones de Mantenimiento y Monitorización de Instalaciones y Comunicaciones.
Enfrente de ellos estarán el Centro de Coordinación del Transporte de Madrid y al lado, el Museo del Metro de Madrid. En la esquina noroeste se situará el edificio más pequeño, que tendrá uso municipal y del que todavía no está definido su destino.
Todas las construcciones siguen las líneas del proyecto Jardín1, el elegido por el gobierno regional en 2016 a través de un concurso organizado por el Colegio de Arquitectos para reformar toda la parcela. Su propuesta planteaba recuperar la historia del suburbano a través de sus elementos característicos arquitectónicos (vías, cerchas, depósitos, puertas, escaleras...) pintados de amarillo, que decorarían el entorno de las cinco construcciones.
En total se van a recuperar -o a imitar en algunos casos las construcciones- 20 postes, 22 puertas, 12 escaleras, 15 vías, 8 cerchas y un antiguo depósito, que funcionará como hito y punto de encuentro en el complejo. “Pretendemos hacer evidente lo enterrado, abrir la tapa para mostrar lo que existe debajo (...) la historia de la compañía de Metro Madrid está ligada a la evolución y modernización de la ciudad, desde 1919 hasta hoy. Su legado de edificios y estaciones, de gran valor arquitectónico, forma parte de la memoria”, explican los ganadores del concurso sobre su intención al rediseñar este lugar.
“El proyecto pretende mantener el legado de las antiguas cocheras, se retorna un espacio que había quedado olvidado, para uso y disfrute de los ciudadanos”, añaden. “Un nuevo espacio que habla de las infraestructuras que han hecho de Madrid una gran capital. Un espacio que los madrileños recuerden, al que quieran ir para sentirse ciudadanos”.
Uno de los aspectos más interesantes del proyecto es el que tiene que ver con las partes a cielo abierto, donde se pretenden ofrecer “permeabilidad visual”. El diseño dibuja una especie de plaza pública en la zona Este de la manzana, que da acceso a la mayor parte del complejo y estará atravesado por una pasarela amarilla, en línea recta desde la calle de la Vinca para conectar con la Avenida de Asturias.
En la parte baja del complejo, situada bajo rasante, se presenta la zona más interesante: un amplio jardín de unos 5.000 metros cuadrados que recreará la antigua disposición de las cocheras, con vías de tren marcando espacios y unas cerchas que flotan sobre el conjunto. Tendrá césped y decenas de árboles (el proyecto espera plantar hasta 50 a lo largo de toda la intervención).
Una de las incógnitas que rodean toda la intervención será el grado de acceso público que tendrá la parcela. Si bien el proyecto Jardin1 dibujaba numerosas zonas de entrada, está aún por definir si todas sus partes serán de libre circulación o algunas serán valladas para limitar la movilidad de transeúntes. También si el estimulante jardín planteado se conformará como una plaza más de La Ventilla, un barrio de Tetuán que no está sobrado de este tipo de lugares de encuentro.
Lo que parece claro es que esta intervención pública transformará todo un entorno donde se avecinarán más cambios a medio y largo plazo con los desarrollos que prevén la cercana Operación Chamartín, al otro lado del Paseo de la Castellana.
¿Cuánto queda para ver todo acabado? Las primeras estimaciones hablaban del año 2024, pero la complejidad de lo que aún queda por construir es grande y todavía es una incógnita la fecha en la que estarán finalizadas las obras. De momento, lo único que asegura la Comunidad de Madrid es que los primeros trabajadores llegarán a principios de 2022 procedentes de diferentes oficinas del suburbano madrileño. Para que lleguen las plazas y los jardines todavía quedará esperar bastante más.
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