Ha muerto, a los 93 años de edad, Juan Muñoz Martín, autor de numerosos libros infantiles inmortales como Fray Perico y su borrico o El pirata Garrapata (y todos los volúmenes de ambas sagas). Lo ha anunciado su familia en su cuenta de Twitter, desde la que había entablado en los últimos años una amable y cercana relación con sus seguidores de todas las edades.
“Queridos lectores y alumnos de Juan Muñoz, tristemente os anunciamos su fallecimiento. Sus libros siempre nos harán recordar los mejores momentos de nuestra infancia, riendo con sus disparatadas historias. Deseamos que nuevos lectores le descubran. Le recordamos así de alegre”, dice el mensaje de despedida.
Aunque su debut en la escritura se produjo en 1967 con Las tres piedras –que ganó el premio Doncel–, fue con el II Premio Barco de Vapor por Fray Perico y su borrico, en 1979, cuando Muñoz Martín ingresó por la puerta grande en la nómina de firmas más queridas por los niños y las niñas de España. Desde hace décadas, no hay biblioteca escolar ni anaquel de una estantería infantil que no tenga un ejemplar de la serie con los bordes abollados –sello de calidad de la verdadera lectura–, de Garrapata, Fray Perico u otros de entre las decenas de títulos que el autor publicó a lo largo de los años.
El olfato para conectar con los escolares de Juan Muñoz estuvo cimentando en una biografía ligada a la enseñanza, por la que profesaba un gran amor. La casa de su madre en la calle de San Bernardo, donde creció junto a sus once hermanos, era a la vez una escuela. Posteriormente, sus hermanos abrirían una academia en la Plaza de la Cebada.
Su vida estuvo estrechamente ligada a la enseñanza en la Institución Jamer, un colegio situado en su día en la calle Juan Montalvo, a espaldas de Reina Victoria. El ambiente de la pequeña callecita, donde además del Jamer está el colegio Nuestra Señora del Buen Consejo, cerca del Parque Almansa, era sin duda el humus de energía juvenil que alimentó la creatividad del escritor.
Fray Perico nació del libro Las florecillas de San Francisco, que le regalaron como premio a un concurso de nacimientos de la academia, según explicaba el autor en Tetuán 30 Días, periódico local del distrito del que, por otro lado, fue vecino, pues vivió en el barrio de Cuatro Caminos. A pesar de ser uno de los escritores más leídos de España, durante años los únicos lectores que le paraban por la calle eran los del barrio porque probaba los textos con sus alumnos. Si no les hacía gracia, es que no valían.
En sus últimos años de vida, Juan Muñoz Martín recibió el cariño unánime que siempre habían tenido sus personajes, elemento constante entre todas las cohortes demográficas que suman en nuestra sociedad. El día que se fue a poner la vacuna del Covid, la enfermera le dijo que había leído su Fray Perico y el tuit en el que lo contó recibió miles de interacciones. Porque, en los momentos de mayor conmoción social, ¿quién no se agarra a las cosas bonitas de la infancia?