Ciclistas hacen una llamada para salvar otra vez el taller de Perucha
Domingo Perucha (1935) nunca dice que es de Tetuán sino de Chamartín de la Rosa y tanto él como su taller de bicicletas son una institución en la Ventilla que pareciera que, efectivamente, estuvieran allí desde que el barrio no era aún parte de Madrid. El Perucha es muy conocido, además de en la zona, entre los aficionados al ciclismo y su leyenda se agrandó a raíz del documental Ciclos Perucha (Produce Dentera).
Ayer sábado, la cooperativa ética de ciclomensajeros La Pájara alertaba en redes sociales sobre el peligro de desalojo que pesa sobre el taller de Perucha. El pasado 4 de marzo, Domingo recibió una notificación de desalojo voluntario y, posteriormente, se ha iniciado un trámite de ejecución forzosa. El taller podría ser desalojado en cualquier momento, una situación que, como explicaremos más adelante, no es nueva para él.
Como miembro del pelotón, Perucha corrió con Coppi, Anquetil o Bahamontes. Un mal día, allá por los años sesenta, le robaron la bici en Suiza y tuvo que fabricarse otra. Hay una elipsis en la frase anterior: en el país helvético vive un tiempo, conoce a su mujer, Consuelo, y termina de formarse como profesional del metal. Comenzaba así su vida como artesano matricero y mecánico de bicicletas. Posteriormente, el matrimonio se instalaría en Madrid en lo que fue su casa familiar, en la calle Cristina, donde montó su taller, el Club Ciclista Perucha y su empresa de construcción de bicicletas.
Domingo fue seleccionador y entrenador del equipo paralímpico de la ONCE y los tándems que diseñó (en la disciplina se corre con este tipo de bicis) ganaron tres oros en Barcelona, Atlanta y Sidney, cinco campeonatos del Mundo, el campeonato de Europa y tres campeonatos de España. Sus manos repararon también las bicicletas de primeras figuras como Marino Lejarreta o Anselmo Fuentes. Para los responsables del documental Ciclos Perucha, un grupo de jóvenes imbuidos de la cultura libre, Domingo era además un hacker que, enseñando a reparar bicicletas en la Ventilla, creaba procomún.
En 1991, en plena vorágine de expropiaciones en La Ventilla, Perucha recibió un aviso municipal de expropiación. Pese a que su taller estaba situado en los terrenos de su familia, no pudo acreditarlo documentalmente: los archivos se quemaron durante la guerra y un cacique local se los atribuyó, lo que no fue en absoluto un caso único en la zona. Fue desalojado en 2003.
Como residente no propietario le correspondió el alquiler de un piso, pero aquel nuevo barrio dentro de la vieja Ventilla, donde el IVIMA era el mayor propietario, tenía muchos locales comerciales vacíos y el Perucha decidió entonces entrar en uno y hacer lo que mejor sabía hacer: reparar bicis. El nuevo local estaba en los terrenos que siempre consideró suyos.
El taller del Perucha se convirtió en un secreto a voces entre los aficionados a la bicicleta más jóvenes, que pasaban en él horas aprendiendo del maestro y escuchando sus interminables anécdotas vitales. Un libro y el citado documental sobre su figura –financiado por crowdfunding– sirvieron para recaudar dinero para abogados y distintos recursos consiguieron retrasar la sombra de un nuevo desalojo.
La resistencia se convirtió en leiv motiv para el ahora maestro de bicis del barrio y los numerosos visitantes que pasaban por su taller podían ver el barco que el Perucha se estaba construyendo dentro del mismo ¡A ver cómo lo sacaban quienes fueran a desalojarlo!
Ahora, Higinio Domingo Perucha, a sus 86 años, tiene un proceso de desalojo pendiente del local del número 50 de la Avenida de Asturias y sus amigos del mundo de la bicicleta se han propuesto crear una red solidaria para ayudarle de nuevo: llaman a aportar ideas y fuerzas en el correo electrónico yoapoyoalperucha@gmail.com.
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