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La otra cara de la nieve: desigualdad y pobreza energética en Madrid

Mantas y ropa de abrigo repartidas en la Casa Vecinal de Tetuán

Luis de la Cruz

10 de enero de 2021 01:00 h

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Los primeros momentos de la gran nevada madrileña nos trajeron imágenes divertidas. Las generaciones nacidas en el ya no nieva como antes no se habían visto en otra igual y sacaron el niño que todos llevamos dentro frente a un manto blanco de nieve. Pronto, llegaron también mensajes de preocupación por las ramas caídas, las situaciones de incomunicación…y la muerte de un hombre sin hogar en Carabanchel. La nieve, como cuando se muestra sucia, tiene también una cara fea. Anticipa, además, las temperaturas inusual y terriblemente bajas a las que nos enfrentaremos los próximos días, que no afectarán por igual a todos los hogares.

El término pobreza energética tiene algunos detractores, que entienden que el matiz podría suponer una capa eufemística para el más rotundo de pobreza. Sin embargo, quienes trabajan sobre el tema tienen claro que se trata de una cara más de la pobreza y la precariedad. El término empezó a utilizarse en el contexto de la crisis del petróleo (1973) y Boardman la definió en 1991 como la incapacidad de un hogar para obtener una cantidad adecuada de servicios de la energía por el 10% de su renta disponible. Poder pagar la calefacción sin verse abocado a la ruina.

Siguiendo este límite del 10% como fiel, Ecologistas en Acción hizo en diciembre de 2016 un extenso informe sobre la pobreza energética en la ciudad de Madrid, que dividió la población madrileña en seis grupos en función de su relación de la pobreza energética. Según las conclusiones del estudio, el 23,48 % de hogares madrileños sufrían entonces algún tipo de pobreza (energética, monetaria o ambas) y un 12,74 % de los hogares caerían en la categoría de la pobreza energética.

El análisis ponía de manifiesto la feminización de la pobreza energética, pues esta castiga especialmente a los hogares que tienen un mayor número de mujeres como sustentadoras principales del hogar, dándose los porcentajes más altos en los distritos de Centro, Chamberí y Tetuán (donde son cerca del 25 %). También se ceba en los hogares donde los sustentadores principales no han nacido en España, circunstancia muy acentuada en los distritos de Centro y Tetuán. La pobreza, en su vertiente energética, es la causa inmediata, además, de numerosos incendios en hogares, cuyos moradores se ven empujados a utilizar para calentarse artefactos poco seguros.

En Tetuán, un 8,46% de las casas tienen un mal estado de conservación (cuatro puntos por encima de la media de Madrid) y casi un 3% no dispone de ningún tipo de calefacción, una cifra también por encima de la media. En estas condiciones, el frío duele más.

Mantas solidarias en la Casa Vecinal de Tetuán

En la Casa Vecinal de Tetuán (calle de Berruguete, 6) llevan ya semanas previendo las consecuencias de la ola de frío que estaba por llegar. Antonio Ortiz, miembro del grupo, nos cuenta que “la actual ola de frio y nieve ha vuelto a poner sobre la mesa las tremendas bolsas de pobreza y desigualdad que existen en Tetuán”. La mayoría de las personas que han estado acudiendo a la Casa Vecinal son “trabajadoras desempleadas con cargas familiares. La mayoría de ellas viven en habitaciones alquiladas, siendo común que te cuenten los abusos a los que se ven sometidas, como la falta de calefacción o las restricciones en el uso de la cocina o el baño”. La experiencia confirma la caracterización de la pobreza como mujer de origen extranjero, pues.

En la Casa Vecinal pusieron en marcha, ya en noviembre, una campaña de recogida y reparto de ropa de abrigo, mantas y hasta radiadores, que reforzaron ante la inminencia de la ola de frío:

“La campaña ha tenido una gran respuesta, con aportaciones de las asociaciones vecinales de San Nicolas y Ciudad de los Poetas-Dehesa de la Villa (tres furgonetas llenas de mantas, edredones y ropa de abrigo), así como de establecimientos del barrio (diez cajones) y numerosos vecinos. En total, llevamos repartidas más de 200 mantas, 50 edredones y unas 400 prendas de abrigo, además de jerséis, bufandas, etc. Contamos también con varios sacos de dormir que se distribuyen entre las personas que viven en la calle. Solidaridad vecinal y de clase, en ausencia de ayuda institucional”.

La pobreza energética es un asunto transversal

Estos días se hace inevitable mirar hacia los vecinos de la Cañada Real Galiana, que, tras tres meses sin suministro eléctrico, se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad ante las inclemencias del frío. Hablamos con Jesús Pozo, que ha trabajado treinta años en un centro de salud de Tetuán y actualmente es activista de los colectivos Invisibles de Tetuán y la Red de Solidaridad Popular de Latina y Carabanchel, ambos de gran experiencia en el apoyo mutuo barrial y en la lucha contra de la pobreza. En esto tiempos, tocaba ayudar a los vecinos y vecinas de La Cañada.

“Estos días –cuenta con voz emocionada Jesús– uno mira la nieve y piensa que la belleza contemplativa es agradable, pero se da cuenta de que hasta para contemplar la belleza la desigualdad cierra puertas. Hoy, probablemente, no llegará el pan allí, el reto que tienen es no perder la salud. La casa, la energía, la alimentación…son los temas importantes”

Jesús habla con admiración del vecindario de La Cañada y de su hospitalidad. “En la Cañada hay pobreza y marginalidad, claro, pero no son estos aspectos basados en los Derechos Humanos los que vemos en los medios sino un barrio estigmatizado. Hay que ir allí para conocer la solidaridad que se vive, al colectivo de lideresas de la comunidad musulmana, la hospitalidad, cómo en un momento te preparan un cuscús para veinte personas en sus casas mientras los niños estudian al lado...”

Sin embargo, los sectores V y VI de la Cañada viven estos días de frío con la penuria ocasionada la falta de suministro energético. Sobre eso quiso llamar la atención una acción, en la que Jesús ha estado involucrado: el colectivo de artistas Boa Mistura colocó 4000 velas para denunciar, “esta situación inmoral e inhumana”. La puesta en escena, que se llamó significativamente Nos están apagando, se iba a realizar el 28 de diciembre (Día de los Santos Inocentes), pero el viento hizo que se pospusiera hasta el pasado día de Reyes.

“La pobreza es un asunto transversal y hay que potenciar las condiciones comunitarias para luchar contra ella”, nos dice Jesús, que bien sabe que en Tetuán, Aluche o –especialmente– en La Cañada, cuando el fío entra por la puerta la pobreza energética sale por la ventana.

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