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Ciudad sedienta: 'mal caminando' por un Madrid con pocas fuentes públicas

fuente

Luis de la Cruz

14 de junio de 2021 22:19 h

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El pasado 20 de mayo el Ayuntamiento de Madrid anunció que comenzaría a abrir progresivamente las fuentes de la ciudad tras llevar a cabo operaciones previas de purga de tuberías y limpieza de pulsadores. Pasados 20 días desde el anuncio, salimos a pasear por Tetuán para comprobar si nuestras fuentes estaban ya funcionando, puesto que su puesta a punto tardó en arrancar.

Elegimos como cata unas cuantas de las 69 que hay en el distrito de Tetuán, según los datos oficiales, y anduvimos varias horas, caminando bajo un sol de justicia no muy distinto de todos los soles de justicia de los meses de junio en Madrid. La buena noticia: la mayoría de las fuentes que visitamos están ya en funcionamiento, como detallaremos a continuación. La mala: el paseo deja patente que las fuentes de las que disponemos son claramente insuficientes y que las que hay están mal distribuidas, echándose en falta muchas en algunas zonas de reunión comunitaria como parques y plazas (a pesar de que la mayoría están en zonas verdes y solo un 16% están en la vía pública).

A la hora de extrapolar la experiencia en Tetuán hay que saber que sus 69 fuentes lo sitúan en el octavo lugar de la lista, encabezada por Moncloa-Aravaca (210) y en la que Chamberí, con solo 28 caños, se lleva la peor parte. El gráfico tenemos que leerlo con las grandes zonas verdes de cada distrito en la cabeza y, además, hay que tener en cuenta que si cogemos la calculadora para ponderar el número de fuentes por los habitantes de cada distrito, la corrección sitúa Tetuán en el número 14 de los 21 distritos madrileños.

En todo caso, aunque lo deseable sería no necesitar de un mapa del tesoro para llegar hasta el agua gratis, os dejamos sobre este párrafo uno con las fuentes de Madrid (1952 en total, a una para cada 1700 madrileños) para que repitáis nuestro paseo en vuestro propio barrio.

Paseando Tetuán de fuente en fuente

Empiezo el recorrido en la fuente de la calle de Bravo Murillo a la altura de Alvarado. Bingo, funciona. Pero... La extensión de una terraza hace imposible acceder a ella sin pasar rozando a una chica que toma café en una mesa, a espaldas del tráfico, y no estoy seguro de no haberla mojado al presionar el pulsador de la fuente.

Me traslado luego a la Avenida del General Perón, hacia la Castellana, para comprobar si funcionan las fuentes del parque lineal de su bulevar. Antes, compruebo con agrado que la vieja fuente de granito de la calle Lérida está en uso. La de los jardines de General Perón también funciona, pero está colocada al final de estos y resulta muy insuficiente para las sucesivas áreas infantiles, de paseo, pipi-can y gimnasia del largo bulevar (incluyendo el cruce de dos calles para llegar hasta ella).

Decido volver a Bravo Murillo para cruzar y, confiado, me dirijo sin mirar el mapa hasta la plaza más importante de la zona…para llevarme una sorpresa. Es difícil de creer que en la Plaza del Poeta Leopoldo de Luis, uno de los espacios centrales del barrio de Bellas Vistas, con área infantil –como toda la plaza, hecho con desdén– no haya una fuente para beber agua. A la hora de la mañana en la que paso por ella hay un grupo de personas sin hogar, además, como sucederá en muchas de las plazas del barrio por las que pasaré esta mañana, dejando patente que clientes hay.

Sin embargo, pronto constataré que no es extraño encontrarse con plazas y espacios infantiles sin agua potable. Lo veré más adelante en parques pequeños, como el que hay junto a la Colonia Bellas Vistas (en Francos Rodríguez), o en la Plaza de las Palomas, uno de los puntos de sociabilidad más importantes de todo el distrito de Tetuán.

Las fuentes de Bellas Vistas parecen estar abiertas, o al menos las que compruebo: en el parquecito de la calle Tenerife, a la altura del número 42; la de Francos Rodríguez, frente a la Biblioteca Vázquez Montalbán, o la de la calle Alejando Rodríguez, que da la medida de que las fuentes de las pequeñas calles interiores también están empezando a manar agua.

Esta última fuente –antigua, de granito, en la confluencia de dos calles– también pone de relieve otra constante: una buena parte de los caños están situados en calles de poco tránsito porque pertenecen a la red desde hace muchos años y, con mejor o peor suerte, han llegado hasta nosotros. Pero en las calles más recientemente urbanizadas –o reurbanizadas– es apreciable la falta de interés del panificador porque haya agua gratis en las calles.

Callejeo un poco hacia el norte, por el barrio de Berruguete. He visto en el mapa que en la calle de Alonso Núñez, número 7, hay una fuente. Me la debo haber pasado, vuelvo hacia atrás…pero no está. Toda la acera está levantada por obras de infraestructura y no parece haber ni rastro de esta fuente, que figura en la lista del Ayuntamiento. ¿Volverán a colocarla? Quizá sea así como van desapareciendo los puntos más antiguos de la red.

Según la prensa de principios de siglo, las fiestas del barrio de Almenara (que en aquel momento comprendía parte de los de Valdeacederas y Almenara de hoy) conmemoraban en el mes de junio la colocación de la primera fuente pública, en 1893. Aunque se correspondían con San Juan, cada año se inauguraba una nueva fuente con motivo de las fiestas y se hacía mención en los programas a la primera fuente pública del barrio. He encontrado registros en este sentido hasta 1929. Esta peculiar celebración laica de las infraestructuras públicas habla de la importancia de las fuentes públicas en la periferia. Aunque hoy, menos mal, su centralidad no es tanta como lo era entonces, todavía es fácil ver a familias llenando bidones por la noche en las fuentes. Al verlo, piensas que detrás del aprovisonamiento de agua hay una historia triste que se ha visto agravada por la pandemia y el corte de los chorros.

Estamos ya en el barrio de Valdeacederas. En la calle de Miosotis espero encontrar una de aquellas primeras fuentes, que casi podríamos considerar fundadoras del barrio. En su lugar encuentro una más moderna, de vaso, que probablemente ha sustituido a la antigua. No sale agua. Primera cruz en la lista. En la cercana calle de Sierra Bullones un puntero en el mapa se sitúa en el número tres de la vía, pero allí no hay ni rastro de la fuente prometida (lo cierto es que, con las nuevas alineaciones de la calle, la fuente había quedado en un lugar que dificultaba el paso, pero en el registro municipal sigue apareciendo). Al final de la misma calle, en la confluencia con la de Plátano sí que hay una (en funcionamiento), en un parquecito de hace pocos años, frente a una minúscula casita baja superviviente del viejo Tetuán.

Cerca, puedo comprobar que también funciona la antigua fuente de piedra de la calle Capitán Blanco Argibay, en la esquina con Müller, junto a la que se pone un vendedor de cupones cada día. En la vecina calle de Santa Valentina, decenas de personas esperan bajo el sol del mediodía para hacerse el DNI, se me viene a la cabeza, “¡qué bien les vendría una fuente pública en la esquina!”

Tras varias horas de caminar en busca de fuentes, decido dejarlo ya –no daban los pies para la Ventilla o Castillejos–, no sin antes comprobar que la fuente metálica de la plaza de la Remonta también funciona. Antes de llegar ya me he dado cuenta por los cadáveres gomosos de los globos de agua en el suelo circundante.

Fuentes para impulsar la ciudad del peatón

Las fuentes son un elemento fundamental para la ciudad caminable y lo he podido comprobar esta mañana. Está claro que no es posible echar a andar dando por hecho que irás encontrando fuentes en el camino porque, sencillamente, no sucederá.

 Desde la Asociación A PIE, que trabaja por la mejora peatonal de Madrid, lanzaron en 2020 la campaña Ciudad sedienta para denunciar el abandono de las fuentes de agua potable de las calles y parques de Madrid. Según la asociación, las fuentes para beber contribuyen a refrescar los cuerpos, los ambientes e introducir el sonido del agua en la ciudad. Explican que su degradación es “síntoma de otros abandonos: de la falta de una concepción integral de la calle, de la disolución del espacio público como un bien colectivo, de la pérdida de identidad, de la despreocupación por el detalle y las necesidades de los más vulnerables”.

Hasta los años ochenta del siglo XX hubo en Madrid unas 4000 fuentes públicas, según un estudio de la Fundación para el Progreso de Madrid de 2010. El desmantelamiento de las mismas había comenzado con Álvarez del Manzano como alcalde, bajo el pretexto de la higiene y el fantasma de las jeringuillas en los parques. Aquel año quedaban en nuestra ciudad 1843 fuentes, algunas menos de las que hay hoy (la anterior legislatura, con Ahora Madrid, se dio un pequeño impulso a la red de fuentes). En dicho estudio se cifraba que en Tetuán había 110, por lo que el distrito escenario de nuestro paseo ha perdido 31 caños en solo 11 años.

Es evidente que la mayoría de las casas hoy tienen agua corriente (algo que en muchos barrios no es un recuerdo tan lejano) y las fuentes públicas no juegan su papel abastecedor de forma tan rotunda como antes, si bien es obligado atender las situaciones de precariedad que, sin duda, sigue habiendo. Para hacer una ciudad más transitable a pie faltan muchos bancos, espacios de sombra, metros de acera, cruces directos…y fuentes de agua, que vienen a ser especialmente importantes en una urbe que en sus meses centrales se convierte en una parrilla de asfalto.

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