El pasado 3 de abril por la tarde la planta baja del Centro Social La Enredadera se quedó pequeña para albergar la charla del politólogo Carlos Taibo sobre la guerra en Ucrania, a pesar de sus grandes dimensiones. En el veterano auditorio okupado de la calle Anastasio Herrero, frente a la mezquita de Tetuán, vecinos y vecinas de distintas generaciones, militancias y sensibilidades debatieron sobre la guerra.
Este lunes, 9 de mayo, desde La Enredadera se han pedido manos para ayudar a sacar los enseres del inmueble. El martes concluye el plazo que tienen para entregar las llaves tras la aprobación de un plan especial que acabará con la construcción de pisos en la gran parcela resultante de unir los edificios de la calle San Enrique 5 y los números 10, 12 y 14 de Anastasio Herrero. Es decir, La Enredadera y La Coko, los dos centros sociales okupados del barrio de Estrecho. Días atrás lo habían decidido en asamblea –la única forma de gobernanza de los centros sociales okupados– y se había contactado con distintos espacios para pedir almacenaje.
El plan especial, que permite reconvertir los edificios industriales en nuevos usos residenciales, se enmarca en un proceso generalizado de transformación del área por el cual empresas de inversión de capital y promotoras han apostado decididamente por la reconversión de las numerosas naves y edificios de oficinas de la zona en establecimientos de hospedaje o pisos. Este momento de cambio abrupto del barrio ha sido caracterizado como gentrificador por la asamblea del centro social okupado en sus campañas públicas de defensa del espacio.
Independientemente de lo que cada uno piense sobre la okupación, es un hecho que no hay un espacio en el que la charla de Taibo se hubiera podido desarrollar de la misma manera en la barriada, por lo que el cierre del centro social debería llevar a repensar las consecuencias sociales del proceso de cambio del lado este de Bravo Murillo. Máxime cuando el Ayuntamiento ha renunciado a las obligaciones de los promotores para ceder metros cuadrados en este y otros planes especiales, aceptando que dichas cesiones de espacio sean sustituidas por su monetización.
Breve historia de La Enre : impacto en Tetuán y lucha por la supervivencia
La historia del Centro Social La Enredadera comenzó cuando el edificio de la calle Anastasio Herrero 10 fue okupado en otoño de 2008, aunque el inmueble precisó de varios meses de acondicionamiento, por lo que la inauguración no se produjo hasta el verano del año siguiente. La primera actividad de La Enredadera fue un taller de radio en la calle, un baile y la primera aparición del gran dragón de los pasacalles, que desde entonces ha salido muchas veces de paseo, en carnavales o en las distintas ediciones navideñas de Tetuanlandia.
Esta primera etapa se alargará hasta que, en febrero de 2010, el centro social sufra un primer desalojo, aunque al poco tiempo la actividad volvió a anidar dentro de sus muros. Aún estaba el centro recuperándose de la cesura cuando el 15M irrumpió en la sociedad española, la asamblea de Sol se expandió por los barrios y se produjo una nueva cultura de acercamiento a las casas okupas, que abrieron sus puertas al movimiento de las plazas cuando bajaron las temperaturas. Se amplió entonces el espectro social que hasta la fecha había participado de ellas, si bien La Enredadera había tenido desde el principio la intención de pertenecer al tejido vecinal de Tetuán.
La actividad del centro social, que alternaba actividades propias de la política alternativa típica de las okupas con algunas más abiertas a otros colectivos de Tetuán, se desarrolló durante años en un cómodo segundo plano, mientras que eran otros centros sociales del centro de la ciudad –como el Patio Maravillas o el CSO Casablanca, entre otros– los que congregaban la mayoría de las miradas. Sin embargo, en 2014 una ocupación de carácter bien distinto puso en peligro indirectamente la supervivencia de La Enredadera.
El grupo neonazi Hogar Social Madrid entró en un inmueble de la cercana calle de Juan de Olías. Era la primera ocupación nazi de varias similares y en el tejido de Tetuán, distrito con muchos vecinos de origen migrante, saltaron todas las alarmas. Sin comerlo ni beberlo, y con el único protagonismo de haber cedido el espacio para la reunión de los vecinos contra la presencia de la extrema derecha, el nombre de La Enredadera saltó a los medios de comunicación. La propia Cristina Cifuentes, entonces delegada del gobierno, se refirió en distintas ocasiones al centro social y la policía empezó a merodear constantemente por el mismo. La narrativa de aquellos días era que dos grupos extremos ponían en peligro la seguridad del barrio. Significativamente, las riendas de la campaña para protestar contra la criminalización y la amenaza de desalojo fueron tomada por los colectivos que hacían uso de La Enredadera, muchos nacidos en el contexto del 15M.
Con el tiempo, las aguas volvieron a su cauce y los periodistas dejaron de pasar por la pequeña calle de Anastasio Herrero. Sin embargo, otro frente se abría en 2015, esta vez en los despachos. Un grupo inversionista comenzó los trámites para, a través de un plan especial, cambiar el uso del suelo de industrial a residencial y poder construir pisos. Tras ser rechazado en distintas ocasiones por errores de forma y de fondo, el plan fue aprobado el pasado mes de octubre.
Pero el recorrido de La Enredadera desde ese 2015 hasta hoy aún aun tendría que pasar por otras dificultades y batallas, durante las cuales la constante ha sido la apelación a la respuesta vecinal y de los movimientos sociales para defender su centro social okupado.
Durante la legislatura de Ahora Madrid en el Ayuntamiento el colectivo okupa no descansó. Desde el consistorio se quiso regularizar de alguna forma la actividad de los espacios de los movimientos sociales, a través de cesiones o licencias. En 2016 se produjo una exitosa manifestación por Bravo Murillo en contra de la amenaza de precinto que pesaba sobre el centro social si no tramitaba la preceptiva licencia de actividad. Dicha amenaza siguió sobrevolando el centro social durante la actual legislatura, hasta el punto que el 22 de julio de 2021 una convocatoria pública para evitar que se produjera el precinto reunió a un centenar de personas, consiguiendo evitar que se llevara a cabo.
La actividad de La Enredadera se mantuvo durante la crisis del Covid, siendo el lugar de referencia del Grupo de Apoyo Mutuo de Tetuán, y ha seguido luego siendo un espacio dinamizador de la cultura en el barrio y catalizador de numerosos colectivos del mismo, como Feminismos Tetuán, entre otros.
El movimiento de okupación tiene una larga historia en Tetuán (concretamente en la zona de Estrecho). En la década de los 90 el barrio congregó un gran número de casas okupadas y, desde entonces, siempre ha habido okupas en esta parte de Tetuán. Asistimos a un proceso de cambio en el tejido residencial, productivo y en la morfología de los barrios del distrito. ¿Estará cerca también un inédito Tetuán sin movimiento de okupación?