Cómo reformar la plaza más grande de Madrid para devolverla a sus vecinos
Cuando se construyó la Plaza de la Remonta en los años ochenta, un enorme espacio porticado sin parangón en Madrid a orillas de Bravo Murillo, se convirtió en la gran plaza pública de la que carecía el distrito. El fuerte olor del viejo cuartel de caballería de la Remonta –construido a su vez sobre la primigenia Quinta de los Castillejos– dio paso a lo más parecido que Tetuán ha tenido a una Plaza Mayor.
En la actualidad, la Plaza de la Remonta es una inmensa escombrera. Solamente la zona norte, donde están los negocios de hostelería, y el anillo de soportales que la circunda y da acceso a viviendas y servicios –como el IES Nuestra Señora de La Almudena, el Centro Cultural o el Centro de Mayores con el nombre de la plaza– es transitable.
Se espera que las obras de remodelación duren todo el año, pero la reforma se ha hecho esperar tanto –con dos intentos abortados en 2015 y 2016– que no habrá enfados significativos por la pérdida temporal del espacio que supone su puesta a punto. Los socavones en el suelo fuera del recinto delineado por la valla de obra recuerdan lo necesaria que era la reforma, y los agujeros en la malla verde que la recubre denotan la curiosidad del vecindario, aunque todavía hay poco que ver.
El origen de esta reforma hay que buscarlo en la pasada legislatura, cuando el Ayuntamiento de Ahora Madrid llevó acabo un concurso y un proceso participativo para remodelar once plazas en distintos distritos de la capital. Se trataba de descentralizar la lógica participativa del mega proceso de Plaza de España, que fue en principio mascarón de proa de la política municipal del Ayuntamiento del cambio, pero cuyo impacto fue disolviéndose por los retrasos en la ejecución (al final, se ha inaugurado en esta legislatura). De aquella decena larga de propuestas, este es el único en marcha, por lo que es previsible que algunos se queden por el camino y otros, de nuevo, sean una realidad en un próximo ejercicio municipal.
El proyecto ganador de aquel proceso fue “La Remonta a un paso”, del estudio Traza, y los plazos de elaboración del proyecto y de comienzo de su ejecución se han alargado algo más de lo previsto pero, ahora sí, las máquinas están trabajando. Hace unos días quedamos con los arquitectos responsables para que nos explicaran qué pueden esperar los vecinos de Tetuán de la nueva Remonta.
Comenzamos hablando del porqué de la reforma. La necesidad de esta era imperiosa, “la plaza es el fruto de un proceso de remodelación urbana de los ochenta sobre el antiguo cuartel de caballería, no se tocó nada hasta el año 92…y hasta hoy. El pavimento estaba muy deteriorado y tenía problemas estructurales y de concepción, bajo nuestro punto de vista. Es una plaza muy poco visible, entonces hay una propuesta para la plaza que tiene que ver con sacarla, hacerla visible”, explican desde Traza.
Aunque en el camino que transita desde el plano hasta la realidad siempre hay cambios –por normativas, dificultades técnicas sobre el terreno o vericuetos de la Administración–, los arquitectos nos confirman que, en esencia, los elementos centrales del proyecto son los que se van a llevar a cabo sobre el lienzo despejado de elementos por las máquinas.
“Las cosas principales se mantienen, como la accesibilidad en las cuatro calles por las que se entra a la plaza. Especialmente en la calle Muller, donde hay un ascensor previsto. Sí ha habido ajustes en el diseño, en temas constructivos o en la zona de juegos en la zona de sol –un espacio central con un arenero– para que haya más juegos, por ejemplo. También habrá una nueva zona con agua, con un pequeño estanque y probablemente una fuente. Hemos introducido, respecto del proyecto original, un juego que creemos es interesante de muretes, asientos, desniveles o rampas que obedecen a la necesidad de cumplir normas de accesibilidad, tratando de minimizar al máximo situaciones con desnivel. Hay temas técnicos que hay que mantener que tienen que ver con las cotas: hay edificios que están más bajos que otros (el del centro de mayores) y hay que asegurar su accesibilidad”, apuntan.
Una de las renuncias del proyecto original tiene que ver con su decoración y el intento de usarla para dar identidad y memoria a la plaza a través del diálogo con el mural cerámico del Pasaje de la Remonta, una escena de caballería diseñada por Juan Manuel Sánchez Ríos que evoca al viejo cuartel de caballería: “Se pretendía hacer un juego con el mural, hecho en la Escuela Municipal de Cerámica. Se pensó en hacer otros parecidos en los accesos”.
Otra idea rectora del proyecto sobre la que está trabajando es la división de la plaza en dos espacios: la plaza dura y la verde. “Había una idea de partida de dividir el espacio en una plaza dura –que tiene mucho que ver con que la parte norte tiene un aparcamiento debajo, que condiciona mucho– y otra más arbolada y fresca, más cercana a un parque y con zona de juegos”, explican.
“En la zona dura, donde están las terrazas actualmente, la idea es colocar una pérgola metálica a dos alturas despegada de fachada –dejando una zona de paso–, con una parte que va a la altura del primer forjado, para dejar la vista despejada a las personas que viven en el primer piso, y una segunda parte con una vocación más pública, a una altura mayor. Se crea una zona de sombra y la idea es que las terrazas y veladores se acomoden a esta nueva estructura de la pérgola para regularizar y homogeneizar ese espacio, no sabemos hasta qué punto va a ser posible”, dicen desde Traza.
Otro objetivo explícito de la reforma es reverdecer la plaza. Los árboles que ya estaban, por supuesto, se quedan, pero además se van a plantar más: “Hemos intentado meter la mayor cantidad de arbolado posible, la parte más cercana a Bravo Murillo ya tenía bastante y la idea ha sido continuar su trama hacia la esquina suroeste para que la plaza mejore sus condiciones climáticas en verano. En todos los accesos se plantea que también haya arbolado para sacar, no solo el pavimento de la plaza sino también su verde: hacia Blanco Argibay, hacia Muller, hacia Azucenas”.
Los nuevos elementos de la plaza se han pensado con un ojo puesto en los servicios que congrega el espacio. Para los chicos y chicas del instituto, mesas de ping-pong y de merendero; aparatos biosaludables para los vecinos y visitantes del centro de mayores, y una zona de arenero con juegos (también de agua) para los más pequeños. Bajo la premisa de reforzar el carácter estancial de la plaza, esta tendrá tres fuentes para beber, “se están haciendo en el taller de cantería municipal a dos alturas, grandes, con bebedero para perros. Estarán en el acceso de Blanco Argibay, en las zonas estanciales y de juegos”, nos confirman los arquitectos.
Aun tendremos que esperar algunos meses para disfrutar de la nueva plaza de la Remonta, y es posible que por el camino haya algunos cambios más en su configuración pero al final del camino recuperaremos uno de los espacios más importantes del distrito, y quizá también un lugar central de celebración, tal y como concluyen desde Traza: “La configuración de esta plaza, salvo por la equina donde está el centro de mayores, que es un pequeño parque, se ciñe a lo que es una plaza mayor porticada (un poquito más grande que la Plaza Mayor). Cumple la doble función de ser una zona estancial de calidad, para el juego, el descanso y simplemente para estar y también es un espacio representativo y funcional, la plaza diáfana donde tradicionalmente se hacían las fiestas. De hecho, nos encantaría que se pudieran hacer de nuevo aquí. Últimamente se hacen en el parque Rodríguez Sahagún, donde molestan menos pero también se generan menos encuentros entre los vecinos”.
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