La fiebre de las banderas gigantes que ha vivido Madrid durante esta legislatura pondrá su última pica en Tetuán si se lleva a cabo la iniciativa aprobada este jueves en el pleno del distrito para colocar una enseña “de grandes dimensiones” en el distrito, uno de los que más porcentaje de población inmigrante de la capital.
La propuesta de colocar la enseña nacional la llevaba Vox al pleno de la Junta de Tetuán de febrero, con dos posibles ubicaciones: la glorieta de Cuatro Caminos o en la plaza de Rocío Dúrcal, junto a Francos Rodríguez. Tanto el partido de extrema derecha como el PP y Ciudadanos apoyaron la idea, los segundos sin intervenir en el turno de palabra y los primeros con una defensa cerrada del símbolo y ataques al Gobierno de Pedro Sánchez en su discurso.
“Tetuán es un distrito con alta población emigrante, y aunque muchos de ellos defienden más esta bandera que la izquierda también es positivo recordar la responsabilidad que supone vivir en un país como España”, aseguró el portavoz popular que también lanzó una pulla al gobierno de la nación, al que culpó de que “recordar la confianza de los españoles en las instituciones se deteriora día”.
Todos los partidos de izquierda votaron en contra de la instalación. “Creemos que su nuevo eslogan podría ser Más banderas, menos servicios públicos” reprochó Más Madrid en su intervención, además de señalar que el equipo de Almeida lleva gastados más de 600.000 euros en banderas esta legislatura y recordar que en Tetuán ya ondean más de cuarenta banderas en diferentes edificios públicos, una de ellas en la misma glorieta de Cuatro Caminos, colgando de la fachada del colegio Cervantes.
El Grupo Mixto explicó su negativa al considerar que es trata de “un gasto superfluo” y el PSOE destacó también que la enseña se encuentra en muchos colegios públicos: “No es necesario llenar la ciudad de banderas, a cada cual más grande”, añadió Ramón Silva, portavoz socialista, que también apeló a un patriotismo relacionado con atajar las desigualdades.
Vox respondió a todos estos argumentos con un “España siempre y ¡viva España!” antes de procederse a la votación que sirvió para aprobar la colocación de la bandera.
Cuatro años en rojigualda
La última bandera instalada en Madrid fue la de Plaza de España. Se colocó el pasado mes de diciembre, dentro de una serie de inauguraciones de banderas de enorme tamaño que arrancó en 2019 en un contexto bien distinto al actual, con el conflicto catalán al rojo vivo y una respuesta nacionalista española en numerosas regiones e instituciones públicas. En Madrid el primer viraje tuvo lugar en el propio Ayuntamiento, donde se sustituyó la pancarta que daba la bienvenida a los refugiados por el amarillo y el rojo, a propuesta de Vox.
Luego llegaron las primeras enseñas nacionales en los distritos, de distintos tamaños y a razón de unos 15.000 euros de gasto por cada una de ellas. Javier Ramírez (PP) colocó sendas en Montecarmelo y Las Tablas, casi a la vez que la de Chamberí. Repitió al año siguiente en Arroyo del Fresno y su ejemplo lo siguieron otros ediles del mismo partido como Álvaro González en Carabanchel. Incluso se izaron telas nacionales en memoria de las víctimas del coronavirus.
Pero el rojigualda ha ocupado otros espacios poco habituales durante la legislatura de Almeida, como la decoración navideña. En 2020, una enorme decoración LED adornó un kilómetro de La Castellana con el rojo y el amarillo. Desde entonces ha poblado árboles de Navidad o incluso enmarcado belenes, tanto en Cibeles como en los distritos.