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Todas las vidas del Palacio de Congresos pegado a un mural de Miró que será sede de la Organización Mundial de Turismo

Luis de la Cruz

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Casi nadie conoce la estatua de Gandhi a tamaño real que vigila el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, a orillas de la Castellana. El edificio cerró a finales de 2012, después de una serie de informes técnicos que desaconsejaron su uso por razones de seguridad en plena ola expansiva de la tragedia del Madrid Arena. Desde aquel cerrojazo, que se pensaba temporal, el entorno del complejo, conocido por el llamativo mural de Miró que lo corona, ha sido tierra de skaters y visitantes ocasionales del Benabéu.

El otrora característico reloj digital, con la hora de distintos países frente al Palacio, hace años que está parado. Hecho añicos, conserva la última publicidad de El Corte Inglés con un arqueológico logo antiguo. El lugar es un espacio más bien solitario, abandonado a su suerte, que empieza a desmerecer aún más después de la reciente reforma de la Avenida del General Perón y la ya más cercana puesta de largo del nuevo Santiago Bernabéu.

Pero el barbecho del edificio parece haber llegado a su fin. El mayor escollo para su remodelación era el mural de Miró que lo corona, mas el pasado mes de enero la comisión Institucional para la Protección del Patrimonio Histórico, Artístico y Natural (Ciphan) emitió un informe favorable que daba vía libre a la reforma, y este mes el Ayuntamiento ha concedido al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo  –titular del inmueble– la licencia de obra para su reestructuración, ampliación y acondicionamiento.

La superficie objeto de la intervención tiene 9.000 metros cuadrados, de los cuales 1.300 metros serán de nueva construcción, incluyendo una tercera planta adicional. El complejo consta de tres partes (llamadas edificios A, B y C), de las cuales la más importante (B) será cedida durante 70 años a la Organización Mundial del Turismo (OMT) para alojar su nueva sede en España a cambio de que se haga cargo de las obras de rehabilitación (la adjudicación se la ha llevado Ferrovial por 17.747.626,58 euros). Se espera que los edificios A y C sean licitados también a través de una concesión de obra pública para dedicarse al uso de Palacio de Congresos y Exposiciones.

La construcción del centro hay que enmarcarla en el contexto del desarrollismo franquista y en la vieja idea del Régimen de hacer de la Castellana el gran ámbito de ensanche del Madrid de los vencedores. Significativamente, se encuentra en una esquina privilegiada de la entonces llamada Avenida del Generalísimo.

Pablo Pintado y Riba ganó en 1964 el concurso para la construcción del Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid, convocado por el Ministerio de Información y Turismo de Fraga Iribarne. La gran baza de su proyecto eran los dos escenarios contiguos y opuestos, que podían ser utilizados de manera conjunta o independiente. Las obras comenzaron en 1966 y concluyeron cuatro años después.

Al poco tiempo de inaugurarse, el Palacio acogió la primera edición del festival de la OTI –la versión iberoamericana de Eurovisión– en la que Marisol quedó tercera con Niña ( los brasileños Cláudia Regina y Tobias se llevaron el premio).

Una década después, con motivo del Mundial 82, se estableció en el Palacio de Exposiciones y Congresos el centro internacional de prensa. Se instaló una gran pasarela para salvar el Paseo de la Castellana y unirlo con el estadio Santiago Bernabéu. Posteriormente, una parte del puente se reutilizó sobre la Carretera de Colmenar, entre el barrio de La Paz y el hospital Ramón y Cajal, y la otra para unir Moratalaz y Vallecas.

En 1995 el Palacio sufrió un grave incendio que destruyó el auditorio B y las dependencias anexas en la fachada norte. La policía llegó a la conclusión de que el fuego tuvo un origen intencionado y lo llevó a cabo alguien que conocía el edificio por la aparición de “elementos aceleradores de las llamas estratégicamente colocados”. Aun así, siguió funcionando en parte hasta 2012.

El mural de Miró, como todo el mundo lo conoce, mide sesenta metros de ancho, ocho de alto y está formado por 10.000 piezas de 20 por 30 centímetros pintadas y vidriadas. Fue un encargo del Ministerio de Cultura durante el gobierno de la UCD, que pagó 10 millones por el esbozo y 17 más por la realización del proyecto. El boceto original, que fue presentado en 1979 por el artista al ministro Manuel Clavero, está custodiado en el Museo Reina Sofía.

Poca gente sabe que el otro responsable del mural cerámico es Joan Gardy Artigas, el gran colaborador del Miró muralista, que también participó en la ejecución de los que el artista tiene en la Universidad Harvard, en la sede de la Unesco en París, el Aeropuerto de Barcelona y el Kunsthaus de Zúrich.

El artista francés es hijo del gran ceramista Josep Llorens Artigas, íntimo amigo de Joan Miró y de Pablo Picasso, lo que le permitió crecer en un entorno artístico privilegiado. Estudió en la Escuela del Louvre y abrió taller en París, donde de nuevo frecuentó artísticamente a grandes nombres, como Marc Chagall o a Alberto Giacometti.

Enrique Tierno Galván inauguró la nueva fachada el 5 de octubre de 1980 con motivo de la Conferencia Europea de Seguridad y Cooperación. En 1987 tuvo que realizarse una primera restauración para limpiarlo y sustituir las piezas que se encontraban deterioradas. Al parecer, la obra había sido compuesta sobre uralita y pegada con una silicona que no resistió bien el paso del tiempo.

La nueva intervención contempla 450.000 euros para acometer una nueva restauración del mural. Según parece, el Gandhi caminante pronto será testigo de las obras que darán una nueva vida al edificio, el césped de los jardines que llevan su nombre frente al Palacio de Congresos podrá reverdecer y desaparecerá de la puerta el folio pegado con celo que alguien imprimió cuando cerró repentinamente en 2012.