Este viernes, 15 de diciembre, la gente se concentrará en Puente de Vallecas en recuerdo de Ángel Almazán, asesinado a palos por la policía en la misma fecha de 1976, en una cita convocada por el Colectivo por los Olvidados de la Transición.
Almazán tenía 18 años, trabajaba como administrativo y daba salida a sus inquietudes políticas a través del trabajo en el barrio en el seno de la Asociación de Vecinos Doña Carlota-Puente de Vallecas. Aquel día se votaba la Ley Para la Reforma Política y él había acudido a una manifestación por la abstención. Recibió una brutal paliza por parte de la policía: patadas, porrazos y golpes de culata. Los propios antidisturbios le entregaron maltrecho a los médicos de la Casa de Socorro de Chamberí. Escribieron en el atestado policial que “se había golpeado con una farola”.
Como tantos jóvenes de la época, quería ruptura en lugar de reforma. Salió a la calle a gritarlo en la manifestación convocada por el Partido del Trabajo de España (PTE) y encontró la muerte. Testigos presenciales le vieron tambaleándose y herido en un portal. Desde allí fue luego trasladado a La Paz, donde murió cinco días después. Su madre recibió la llamada del hospital y acudió corriendo. Al verle deformado por los golpes gritó “¡me lo han matado!”.
La muerte de Ángel suscitó el apoyo de vecinos y compañeros antifascistas desde el primer momento. Su funeral, en la Iglesia del Dulce Nombre de María, se convirtió en otra manifestación. De nuevo, con golpes. Pero no tuvo el reconocimiento legal y político que requería. El caso pasó a la jurisdicción militar y fue sobreseído rápidamente por no hallar a los culpables –la versión de la farola no se sostenía a la vista de la autopsia–. Carpetazo.
La familia nunca dejó de luchar. En 1999 entró en vigor la Ley 32/1999, de 8 de octubre, de Solidaridad con las víctimas del terrorismo. Está pensada para las víctimas de ETA pero incluía a las de la extrema derecha. ¿No fue acaso Ángel víctima del terror? Se hizo una exposición razonada que fue denegada por el Ministerio del Interior del Partido Popular. Hubo varios recursos, ante diferentes tribunales, todos ellos fallidos.
La familia se acogió a la Ley de Memoria Histórica de 2007 en busca del reconocimiento como víctima del que nunca gozó. Fue también entonces cuando su hermano empezó a indagar y pudo acceder al expediente de la causa que se abrió en el juzgado militar, donde aparecía mecanografiada la verdad: “al parecer ocasionada por los miembros de la policía armada”, además de la descripción de la paliza relatada por testigos
El Ministerio de Justicia remitió un texto donde se podía leer que Ángel Almazán padeció persecución y violencia por razones políticas e ideológica y una declaración de “reparación y reconocimiento personal”. No se mencionaba la palabra policía.
En 2021 se presentó una querella criminal por delitos de lesa humanidad y homicidio contra los cuatro policías que declararon en las diligencias y contra el Ministro del Interior de la época, Rodolfo Martín Villa. El caso nunca se investigó y que se enmarca como un crimen de lesa humanidad, según los abogados. En marzo de este año Javier Almazán Luna fue a declarar frente a la jueza María Servini en la llamada querella argentina contra los crímenes del franquismo.
El próximo 15 de diciembre, a las 17 h., quienes le recuerdan y quienes buscan memoria, justicia y reparación para los crímenes cometidos durante la transición, se reunirán en el número 1 de la vallecana calle de Garganta de Aisa, el domicilio familiar de Ángel, donde desde el año pasado una placa le recuerda.