Cuando en 2016 el Ayuntamiento preguntó a los madrileños qué usos se deberían limitar de los que acogía la Plaza de España, casi la mitad de los encuestados (el 46%) señaló a los mercadillos como la actividad más molesta de entre las que se celebraban hasta ese momento. El 42% apuntó a la explotación comercial como uno de sus principales problemas. Fueron las actividades que más oposición registraron entre la ciudadanía en la encuesta previa a las obras, en la que también se preguntaba si era necesario reformar este lugar.
Seis años después de aquellas respuestas y cuando ha pasado uno desde la inauguración de la nueva Plaza de España, sus vecinos han descubierto que el espacio central ha sido alquilado a empresas privadas durante más de la mitad de días del año para que se monten allí mercadillos, venta de comida y bebida con humeantes cocinas, gracias al recinto ferial declarado en primavera por el consistorio. El dato del tiempo de ocupación, publicado por este periódico durante el fin de semana, ha indignado a las comunidades de propietarios de la plaza, que están preparando varias cartas dirigidas al Ayuntamiento de Madrid para protestar por el cambio repentino que ha tenido lugar bajo sus casas.
“Nos engañaron, a los vecinos se les aseguró que esta plaza se había concebido para uso familiar”, se queja la representante de los habitantes de la Torre de Madrid, el edificio más elevado del entorno. En su lugar, ahora los niños “tienen que jugar saltando entre los restos de botellones”, asegura. “Sabemos lo que pasa con los recintos feriales, que permiten el consumo de alcohol y el descontrol”, indica mientras recuerda que el último domingo amaneció con abundantes restos de suciedad en los alrededores de las casetas. “Todo está lleno de basura y de grasa, el ruido y los olores son insoportables”, lamentan.
A la vista de la sucesión de ferias que se les vienen encima (después de la actual La Hispanoamericana, que está hasta el día 23, llegará la de Navidad en noviembre, luego una cervantina, otra por San Isidro y después La Estival), vecinos de diferentes portales de la plaza y de sus alrededores se están organizando para expresar sus protestas a la Junta de Moncloa-Aravaca, responsable de la declaración de recinto ferial, y al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Están recogiendo firmas físicamente y también a través de una petición online que han lanzado este miércoles.
“No es posible comprender que se pueda considerar recinto ferial una plaza urbana enclavada en el centro de Madrid y situada a menos de 100 metros de bloques de viviendas, hoteles de lujo, y edificios de oficinas, donde residen y trabajan a diario cientos de personas (...) Tengan en consideración nuestra protesta más enérgica y respeten, por favor, los derechos de los vecinos de esta zona”, piden en la misiva que están firmando decenas de residentes, a la que tuvo acceso este periódico.
A favor de los eventos, pero no de forma continua
El proyecto de la nueva Plaza de España desarrollado por los estudios de arquitectura Porras - La Casta contemplaba que su explanada central pudiera acoger diferentes eventos, para lo que se ideó con forma circular y una suave rampa que acaba en un emplazamiento ideal para un escenario, con multitud de instalaciones bajo el subsuelo. Lo llamarón Plaza Cívica, y su idea era que se celebraran allí conciertos o actos puntuales, pero no ferias de dos meses de duración.
“Los vecinos no estamos en contra de que haya un mercadillo de Navidad o determinados eventos que puedan repercutir favorablemente en la imagen de Madrid”, explica una de sus representantes, “pero la imagen de campamento temporal que tienen todos los puestos no ayuda”, dicen antes de reclamar al Ayuntamiento de Madrid que “si quiere que en la Plaza de España haya un servicio recurrente de hostelería, lo que debe hacer es que el edificio que se construyó en la plaza para tal fin sea ocupado por una empresa especializada”. Se refieren al búnker verde que, un año después de la inauguración, sigue vacío a la espera de una licitación que lo ponga en marcha. Mientras, los baños portátiles pueblan la plaza y los visitantes de la feria -denuncian los vecinos- también dejan sus orines por esquinas y zonas verdes cercanas.
A las críticas vecinales se han sumado las de la oposición, que este domingo criticaba la gestión del alcalde: “Almeida subasta el espacio público al mejor postor. Convierten Plaza España en un recinto ferial sin tener cuenta criterios de participación y uso cultural”, denunciaban desde Más Madrid en redes sociales.
Los vecinos no se resignan, aunque crean que los cambios sean difíciles porque el consistorio premia el interés económico al bienestar de los residentes: “Este tipo de eventos beneficiará al Ayuntamiento y al que pone la feria, pero no al resto de ciudadanos”, lamentan al recordar que los actuales contratos para las ferias se podrán renovar hasta el año 2025. A la vez que advierten, con esperanza: “Es una guerra difícil, pero nos vamos a hacer escuchar”.