Desde hace varios meses los vecinos de un edificio de la calle Santa Amalia, en el distrito madrileño de Puente de Vallecas, conviven con unas criaturas poco salubres. Ratas que trepan por la fachada y se cuelan en sus casas, donde ya les han sorprendido varias veces corriendo por el salón o entre las plantas de los balcones. “Las ratas nos están comiendo y nadie hace nada”, denuncia Luz María, una de las afectadas, que ha tenido que lidiar con esta plaga en numerosas ocasiones. Tanto ella como el resto de vecinos del bloque llevan arrastrando esta situación casi un año, algo que se ha agravado durante los meses de verano debido a las altas temperaturas.
Los afectados aseguran haber informado de forma reiterada al Ayuntamiento de Madrid y no les han dado ninguna solución. “Solicité la desratización en marzo y me fue denegada por no poder comprobarse la presencia de roedores debido al exceso de vegetación”, relata Luz María. El aumento de ejemplares en la zona está llevando a los vecinos a un punto de gran desesperación: “No podemos más, estamos encarcelados en nuestras propias casas, tenemos todo cerrado a cal y canto por miedo a que entren”.
Los vecinos cuentan que “todo esto viene de muy atrás”: durante la pandemia, aparecieron las primeras ratas en el parque de Peña Prieta, colindante con el bloque de pisos de Santa Amalia. En aquel momento alertaron al Consistorio y procedieron a su eliminación. Desde entonces no habían vuelto a ver roedores en la zona, hasta que el pasado mes de marzo reaparecieron en el mismo punto en el que se había llevado a cabo la desratización.
En esta ocasión, según relatan los vecinos, el problema se ha agravado desde que el propietario de una vivienda contigua al edificio inició una “obra ilegal” dentro del cercado del parque municipal de Peña Prieta. El dueño del inmueble practicó un cerramiento que ocupaba una parte de esta zona verde alegando que era parte de su casa, aunque, tal y como indican los vecinos “no figura en el catastro”. Como consecuencia, el riego automático quedó dañado y los vecinos informaron al Ayuntamiento, que procedió a sancionar al propietario.
“Le pusieron una multa irrisoria, venía definida en pesetas, imagínate”, cuenta Luz María. La vecina asevera que el Consistorio le dio dos opciones al propietario: “Pagar la multa o arreglarlo ellos mismos y pasarle la factura con lo que costase. Pero a día de hoy no han hecho ni una cosa ni la otra”. El cerramiento, que consiste en una valla y una puerta, se ha convertido en un foco de infección. Los inquilinos han comenzado a amontonar basura y al estar dentro de su propiedad no se pueden llevar a cabo las labores de mantenimiento pertinentes.
Atraídas por esta acumulación de residuos, las ratas han vuelto al lugar. El pasado mes de marzo, Luz María vio la primera en su casa. “Me lo tomé como un hecho aislado, no quise alarmarme más de la cuenta”, señala. Sin embargo, los días posteriores al avistamiento comenzó a fijarse en que había más en el parque, en el mismo punto de siempre.
“Mandé un aviso al Departamento de Control de Vectores del Ayuntamiento y me mandaron una carta en la que decían que no podían confirmar la presencia de ratas por el exceso de vegetación”, narra la vecina afectada. En ese mismo escrito, al que ha tenido acceso este periódico, el jefe del organismo municipal apuntaba que ante la imposibilidad de su inspección y tratamiento“ se comunicaría la incidencia al departamento correspondiente del área de Medio Ambiente para que adoptase las medidas oportunas.
Sin embargo, nunca llegaron a ir para podar la hiedra y comprobar si efectivamente había un nido de ratas. “Llamé para preguntar y me dijeron que consideraban que no era necesario”, apunta Luz María.
Indefensos ante la plaga
La situación ha ido agravándose durante el verano, ya que los roedores aprovechan los meses de mayor calor para reproducirse a sus anchas. Su expansión es demasiado rápida y pasa a ser un problema de plaga con muchísima facilidad, ya que estos animales pueden tener entre cuatro y doce crías por cada parto. A las condiciones meteorológicas se suman las nocivas acciones de algunos vecinos de la zona. Según explica Luz María, un hombre del barrio se dedica a alimentar las palomas y las ratas también comen del pan que va esparciendo por el parque.
Los vecinos informaron de este problema al Ayuntamiento y pasaron el aviso a la Policía Municipal. A los pocos días los agentes se acercaron al parque a hablar con este individuo y, según cuentan los vecinos, no ha vuelto a ir por allí. Ante la falta de alimento, las ratas han buscado alternativas y parece que han empezado a colarse en las viviendas.
‼️Es una situación más que URGENTE.
— Gargajo de Ajo (@gargajodeajo) September 18, 2024
💩PARQUE INFANTIL CON RATAS Y PALOMAS POR DOQUIER.
🐀RATAS ENTRANDO A LAS VIVIENDAS HABITADAS DESDE EL EXTERIOR.
🤬¡NADIE HACE NADA! pic.twitter.com/4WnzV04gXS
Desde entonces, son varios los vecinos que han avistado roedores en sus terrazas y casas, en algunas ocasiones varias a la vez, pero el culmen de esta situación llegó el martes pasado. Luz María, que se encontraba tranquilamente sentada en el sofá de su casa viendo el programa del chef Alberto Chicote, Pesadilla en la cocina, notó que algo le había rozado el pie. Miró a la cesta de su perra pensando que había sido ella y vio que estaba plácidamente dormida.
Sentí que algo me tocaba el pie y pensé que era mi perra. Al levantar la mirada vi que era una rata descomunal.
“Me levanté de un saltó y pegué tal grito que la rata se fue corriendo del salón. Mi novio, que estaba durmiendo, se despertó sobresaltado al escucharme”, cuenta la vecina. En ese momento, corrió detrás del roedor y atinó a grabar con el móvil. La sorpresa vino cuando vio que en vez de una había cinco trepando por el muro de la terraza. En medio de la histeria del momento, pasó otro aviso al Ayuntamiento en el que detallaba todo lo ocurrido. “Me da mucho miedo que una de esas ratas gigantes pueda morder a mi perra, está recibiendo un tratamiento de quimioterapia que la ha dejado inmunodeprimida y un mordisco de uno de esos bichos puede matarla”, indica.
Desde aquel día, Luz María no ha podido pegar ojo. El miedo a que otro roedor se cuele en su casa no le permite estar tranquila y no es ni siquiera capaz de abrir las ventanas para ventilar: “Buscan cualquier hueco para entrar, han hecho hasta un agujero en la mosquitera y las he pillado varias veces remojándose en mis macetas como si fuera un spa”. Ante la situación de indefensión, han decidido tomar medidas por su cuenta y han comprado trampas y veneno para intentar eliminarlas o, al menos, ahuyentarlas.
Acabar con ellas no está siendo nada fácil: “Se llevan las trampas pero siguen saliendo”. Tanto Luz María como sus vecinos han llamado al 010 para alertar del calvario que están sufriendo y han aportado toda la documentación necesaria al Ayuntamiento para que puedan comprobar el foco de infección que supone el vallado de la vivienda colindante. Los empleados municipales llegaron a personarse pero no pudieron acceder a la propiedad cercada, aunque pudieron comprobar que “efectivamente había ratas”.
Luz María intentó ponerse en contacto con el propietario de la vivienda, pero nunca le devolvió la llamada. Según relatan los vecinos el Ayuntamiento se niega a llevar a cabo la intervención y desratizar la zona porque “no saben a quién pertenece ese trozo”, aunque les han hecho llegar la información suficiente para confirmar que la valla se ha levantado en una parcela municipal. El solar que colinda con un edificio limítrofe sí que pudo ser inspeccionado, pero la proliferación de estos roedores no es tan pronunciada como en el parque Peña Prieta.
Tanto Luz María como sus vecinos insisten en la gravedad de la situación: “Estamos hablando de un parque infantil donde juegan niños a los que se está exponiendo a un peligro tan grande para la salud como la mordedura de una rata”. Los afectados consideran que están sufriendo una “situación dantesca” y piden al Ayuntamiento una solución inmediata. Aseguran que las condiciones a nivel de salubridad en Puente de Vallecas son pésimas y denuncian que no se están atendiendo sus peticiones: “¿A qué están esperando? ¿A que las ratas nos aniden en casa?”