El debate sobre la sucesión de Manuela Carmena se dispara a mitad de mandato
“Ni un juez, ni un cura, ni un militar”. Así se expresó el concejal de Economía, Carlos Sánchez Mato, en la presentación del libro La conquista de las ciudades, de su exdirectora de Gabinete, Esther López Barceló, cuando fue preguntado por la posibilidad de que el exJemad Julio Rodríguez pueda ser candidato a la alcaldía de Madrid, adelantada por El Independiente.
“El proceso de 2019 debe ser como el de 2015: participativo, deliberativo, colectivo”, insistía otro concejal presente en el debate, Guillermo Zapata.
Lo cierto es que todos los actores de Ahora Madrid, ya sea Podemos, IU, M129, Anticapitalistas, Equo, autónomos y la propia alcaldesa, que ha manifestado su deseo de “tutelar” el proceso, hace tiempo que se están moviendo para buscar un sucesor para Manuela Carmena.
Carmena no quiere entregar el testigo a cualquiera, quiere tener voz y voto en la decisión de a quién cede su legado cuando termine la legislatura. Y esa búsqueda de sustituto se encuentra entre sus tareas, si bien recientemente haya dicho que no hay que hablar de eso hasta que queden “seis meses” para las elecciones de mayo de 2019. Y, como asegura alguien que la conoce bien, “nunca miente”. Por eso ha mostrado su disgusto ante la información de la posibilidad de Julio Rodríguez. “Ella cree que estas cosas hay que hablarlas con ella”, explican las fuentes.
El resto de actores de Ahora Madrid, como Ganemos, los autonómos, M129, también se está moviendo. Según sean las apuestas de Podemos o IU, y hasta qué punto se negocien con ellos, podrían bascular entre unos y otros, si bien el movimiento autónomo tradicionalmente suele presentar su propia candidatura junto con Anticapitalistas –corriente de Podemos–. En 2015, esa lista la encabezó el concejal Pablo Carmona, y contaba con otros electos como Montse Galcerán o Rommy Arce.
La negativa de Manuela Carmena a repetir como candidata está acelerando la búsqueda del sucesor y está eclipsando las evaluaciones de los primeros dos años de gobierno, ese ecuador en el que a los gobernantes les gusta mostrar sus logros y desafíos para la mitad de mandato.
Pero, además, a medida que pase el tiempo, corre el riesgo de padecer lo que en la política estadounidense se llama el síndrome del pato cojo, aquel que retrata al gobernante que, por estar de salida, va perdiendo la potestas sobre sus subordinados.
La pierda o no, lo que sí quiere conservar Carmena hasta el final es la auctoritas, para no ceder el testigo de su legado a alguien que no sea de su confianza. Pero eso sólo pasará si va de la mano del resto de legitimidades de Ahora Madrid: el principal partido, Podemos; y el proceso abierto y democrático; y el resto de participantes del espacio –IU, Equo, M129, Anticapitalistas, autónomos–. La sucesión de Carmena pivotará entre las diferentes legitimidades. Ninguna de ellas puede sola, pero tampoco harán falta todas a la vez, salvo las primarias proporcionales, que es una conquista difícil de revertir.