La residencia de mayores de Peñuelas es un gran edificio de ladrillo visto con las persianas azules y las terrazas marrones. La habitación de Tomás y su mujer es la que se encuentra justo debajo de la chimenea y desde ella se ve el parque del barrio, a donde se escapan los chavales que hacen pellas, los vecinos pasean a sus perros y en verano se forman colas para acceder a la piscina municipal. “El primer día salen las jerarquías a recibirte para que parezca que esto es el paraíso, pero al segundo o al tercero ya ves que ese paraíso no es más que un auténtico infierno”, relata él.
La pareja se instaló en este centro de mayores el 26 de octubre de 2021, hace algo más de once meses. Se conocieron en 1958 y llevan juntos desde entonces. “Nos vinimos porque mi mujer tiene unos problemas tremendos y necesitaba ayuda constante. Yo hacía todo lo que podía, pero llega un momento en que mi capacidad es la que es. Tengo 82 años y era mucho trabajo para mí, así que hablamos con mis hijos y acordamos venirnos aquí. Cuando llegamos pensamos que estaría bien, pero al día siguiente ya estaba arrepentido”, explica Tomás.
Desde entonces, este mecánico electricista jubilado, que presume de haber montado empresas en España y Paraguay, ha comenzado una batalla por conseguir unas condiciones dignas para su esposa. “Yo estoy aquí solo y exclusivamente para acompañar y defender a mi mujer, aunque me cueste la vida”, afirma durante esta entrevista con elDiario.es. Hace un par de semanas Tomás recibió el aplauso de toda la Asamblea de Madrid cuando la diputada socialista Lorena Morales contó su historia al hemiciclo.
“Yo me rompí. Estás allí, que no estás acostumbrado, y cuando la oradora pide un aplauso para ti… Fíjate que yo me puse a aplaudir y vino un ujier a decirme no podía. Le dije: hijo, perdóname, que es la primera vez que vengo”, recuerda sobre aquel día.
Pregunta: ¿Aplaudió todo el mundo?
Respuesta: Yo creo que sí. No quise mirar. Yo me envolví en el aplauso y quiero creer que si no todo el mundo, hasta en las bancadas de la derecha, que repito, yo no tengo ninguna manía ni a derecha ni a izquierda, creo que sonaron los aplausos. No sé si todos, pero aplausos había allí también. Me envolvió a mí aquello, me entró una especie de congoja...
P.: ¿La consejera se ha puesto en contacto con usted?
R.: Ella hizo intención de saludarme, hay que ser honestos. Yo estaba fuera del pleno y se acercó la de Más Madrid, la doctora [Mónica García], y me dio dos besos; vino la de Podemos, que repito que yo no soy de ningún partido, y salió y me dio dos besos también; Lorena [Morales, diputada del PSM] estaba a mi lado y estaba también su jefe, el que quiere ser presidente [Juan Lobato], que me saludó muy bien. Estábamos hablando y salió [Dancausa] con su séquito. Ella hizo una tendencia a acercarse a mí, la miré y se conoce que se arrepintió o alguien debió decirle que no procedía. Me hizo un gesto, como diciendo que esto es política. Se está pretendiendo que tenga una entrevista con ella.
Esta conversación arranca a las 10.00 de la mañana en el bar más cercano a la residencia. “Nada rimbombante, solo la verdad, la verdad y la verdad”, advierte a quien escribe estas líneas mientras se toma el cuarto café del día. Para entonces, ya lleva en pie siete horas. “Como a las 19.00 nos dan de cenar, nos subimos a la habitación, vemos una serie y a las tres de la mañana ya he dormido todo lo que tenía que dormir”, explica. Se prepara la primera taza en una máquina que logró que le permitieran instalar en la habitación y la acompaña con unos panecillos de leche con mermelada y mantequilla y unas tostadas.
“Ya he desayunado y me quedo haciendo cosas, escribiendo, haciendo anotaciones”, dice, mientras pone sobre la mesa varios folios escritos a mano. Separa algunos: “Es una especie de contrato con Aralia, donde exponía todos los problemas que había en el centro”, explica. “Las quejas a la dirección siempre han sido las mismas, pero les decías cualquier cosa, cualquier anomalía y te decían que ya lo mirarían. Terminas cabreado y empiezas a escribir. Cogí la adjudicación que habían firmado con la Comunidad y empecé a sacar defectos. 22 artículos incumplidos, donde en algunos igual hay 20 o 30 separatas. Fui escribiendo, conseguí firmas de los residentes y, desde ahí, aquí estoy dando guerra”, señala Tomás.
Le entregó los papeles a la dirección de la empresa el 11 de julio. “Me dijeron que les diese de margen hasta el 11 de septiembre. Lo entiendo y les dije estas palabras: si ese día todo esto o una mayoría se ha puesto en marcha y lo veo, yo automáticamente os invito a comer a los que estamos aquí, porque el día 8 es mi cumpleaños. Pero llegó ese día y ni nos pidieron un aplazamiento, ni me llamaron por teléfono, ni dijeron, porque desprecian a la gente. Y yo no estoy para que me desprecien, ni de coña”, advierte.
“Los problemas se debe, en general, a la carencia de personal, que además les pagan muy poco. Aquí hemos estado sin médicos, noches y festivos, y sin enfermeras, porque no les pagan lo suficiente. ¿Y quién lo paga? Los residentes”
Los problemas, indica Tomás, se deben, “en general, a la carencia de personal, que además les pagan muy poco. Aquí hemos estado sin médicos, noches y festivos, y sin enfermeras, porque no les pagan lo suficiente. ¿Y quién lo paga? Los residentes”. Esta falta de trabajadores provoca “malos tratos, en el sentido de que si van a limpiar, limpian un poco a la carrera y a veces se dejan algo de suciedad, porque no se han dado cuenta, no creo que lo hagan aposta. Yo no quiero culpar, ni mucho menos, a las chicas que lo hacen, porque son poca gente”, insiste.
Con su esposa, Tomás ha vivido situaciones que ha trasladado a la dirección de la residencia y ahora a los medios de comunicación ante la inacción de la empresa: “Les dices que se ha hecho caca y la dejan ahí hora y media, sin limpiarla. Y el auxiliar te dice que tiene que pasar a los del segundo turno al comedor. No me digas que es preferente pasar a un señor o a una señora a comer que limpiar primero a mi mujer. Eso no se puede tolerar”.
Una empresa sancionada
En agosto, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid confirmó varias multas a Aralia Servicios Sociosanitarios, por un total de 94.000 euros, por incumplimientos de contrato y deficiencias en el servicio que prestaba en cuatro residencias. La Comunidad ya ha retirado el contrato a tres de ellas, pero mantiene uno: el del centro Peñuelas. Según trasladó entonces la consejería, la concesión termina en enero y ya está trabajando en la licitación de un nuevo contrato. Mientras tanto, esta compañía mantiene esta concesión, que afecta a unos 200 residentes.
“Posiblemente no les renueven, el problema es que [la consejera de Juventud, Familia y Política Social] la señora Dancausa tiene que dar explicaciones. No creo que se lo vayan a renovar, pero con todo lo que han hecho, las sanciones son pocas. Hay que evitar esto, porque no saben que hay personas, que no somos animales de ningún tipo, que a un perro se le trata mucho mejor que a nosotros, pero mucho mejor. Las comidas son horrendas, de eso mejor ni hablar”, continúa Tomás.
Él ha fotografiado algunos de los menús que les han servido en la residencia. “Hice fotos, lo mandé y hasta se hizo viral”, cuenta. Un par de salchichas, unas empanadillas y unas croquetas, que Morales mostró ante la Asamblea. “Siguen sin dar ni una sola verdura fresca, ni una carne fresca, aunque sea de segunda, el pescado está congelado de hace cien años”, relata Tomás. La consejera Dancausa aseguró hace unos días que los menús de estos centros son “muy variados” y que existen “una serie de protocolos y de nutricionistas” que controlan que “sean apropiados para las personas de esa edad y además muy variado, porque conviven personas con distintas patologías y en distintas situaciones personales y médicas”.
Estas declaraciones se produjeron tras conocerse la carta que Marea de Residencias trasladó al ministro de Consumo, Alberto Garzón, reclamando que la iniciativa de menús saludables se aplicase en las residencias de mayores. Las quejas por la comida no es única de Tomás ni exclusiva de la residencia de Peñuelas. En las últimas semanas ha habido protestas en otros centros, como el de Usera, Leganés o San Sebastián de los Reyes, que la propia Dancausa ha minimizado: “No hemos recibido un número de quejas importantes que haga pensar que los menús no son adecuados o del gusto de los usuarios”.
“Vaya usted a comer un mes, pero sin decir que es usted, que no le pongan algo especial, que traen la sopa de fideos y cuando te llega a ti, que estás en la esquina del fondo y han metido 200 veces el cazo y lo que te llega es un puré de fideos”, reta Tomás a la máxima responsable de las residencias madrileñas.
“Queriendo jorobarme la vida”
Este residente ha sido advertido en varias ocasiones por el centro. “Eso de que llegues a un sitio y te pongan un carro de limpieza en medio. Que estás trabajando, ya lo sé, pero estás trabajando para mí. Yo sí me valgo, pero mi mujer va en silla de ruedas y no se puede mover y otros van con andador y no pueden pasar. Ponlo de lado, para que puedan pasar. Pues por decir eso a una empleada, me pusieron un expediente”, reconoce. El golpe más duro ha sido una carta que recibió a principios de mes. “Un informe queriéndome jorobar la vida”, matiza.
En la carta, firmada el 6 de septiembre, el director general del mayor y la dependencia, Juan José García advierte a Tomás de que su “comportamiento podría ser calificado como una infracción” y se le insta para que “a la mayor brevedad corrija su comportamiento y ponga fin a las situaciones de violencia y de mal comportamiento”. Pero no especifica cuál es ese comportamiento. También le indica que “en el caso de que así lo considere oportuno, puede solicitar traslado a otra residencia que disponga de plazas concertadas que crea que se ajusta más a sus necesidades. Incluso, considerando su posible disconformidad con los estándares de calidad ofrecidos en las plazas concertadas por la Comunidad de Madrid, puede solicitar el traslado a una plaza privada”.
P.: El director general del mayor y la dependencia le envió una carta…
R.: Me manda una carta, no sancionándome, sino como una advertencia de que si no me interesa esta residencia, me busque otra y que si quiero, que me vaya a a una privada. Yo le he contestado y le he dicho que me voy a una privada mañana mismo, pero que me mande un certificado donde diga que nos la paga él a mí y a mi mujer hasta que nos muramos o que me mande un cheque con muchos ceros.
P.: En esa carta le amenazaban con la expulsión.
R: Ha salido en todos los medios y les han puesto a caer de un burro. No sé si Dancausa le dimitirá o si dimitirá él, pero si tuviera vergüenza ya no estaría. Mi hijo le ha escrito una carta y le ha dicho: mire usted, me da pena que un señor director general del mayor y de la dependencia defienda a la empresa que nos está maltratando y que sea usted capaz de hacer la carta que ha mandado y me juzgue sin haberme preguntado nada a mí, con un escrito que ha hecho el comité de empresa de Aralia. Vergüenza tendría que darle.
P.: Si le echan de la residencia, supondría separarle de su mujer.
R.: ¿Tú crees que tienen cojones a eso? Les reto a que me echen. ¿En base a qué? Para que me echen tendrán que tener unos cargos demostrados. ¿Y quién dice eso? ¿El comité de empresa? El comité de empresa está para defender los intereses de los empleados, no para atacarme ni decir nada de mí, que soy un residente. Yo no sé qué dicen de mí, según la carta, que mi comportamiento es agresivo. No es que tenga el bastón roto de los palos que doy, lo tengo entero, ¿no? Que si soy agresivo, que si me dirijo al personal de malos modos… ¿Malos modos es decir: por favor, no dejéis ese carro en medio que estorba? Lo digo así.
P.: ¿Cree que los mayores de la Comunidad de Madrid están abandonados?
R.: Y tan abandonados. Los familiares se hartan de escribir quejas, pero se las pasan por el arco del triunfo, las tiran o no las mandan donde las tienen que mandar. Y a quien va a hablar con ellos tienen la desfachatez de decirle que lo mirarán.
P.: ¿Cree que las situaciones que denuncia se van a solucionar?
R.: Eso no lo puedo prever yo. Si tuviesen vergüenza, ya tendría que estar solucionado y para ahí, todo. Si estuviera solucionado, se para todo y ya está. Si mañana te vuelves a equivocar, vuelvo a reclamar, pero si lo hacen bien, tengo una cosa muy clara en mi forma de ser: nunca voy a decir una cosa que sea mentira. Siempre voy a decir lo que ocurre y si es bueno, también.