Vox emplea los pactos secretos firmados con el PP para presionar a Almeida y Díaz Ayuso
Un acuerdo secreto firmado entre las direcciones nacionales de PP y Vox y guardado bajo llave enfrenta a ambas formaciones. El partido de extrema derecha lo invoca para reclamar su cuota de poder en el Gobierno de coalición con Ciudadanos liderado por José Luís Martínez-Almeida a la vez que alega “compromiso de confidencialidad” para no hacer público el documento.
Según los de Santiago Abascal, el escrito incluye una cláusula que habla de “concejalías de Gobierno”, pero desde el PP ni lo confirman ni lo desmienten, según ha dicho el propio Almeida. El ya alcalde de Madrid se escuda en que se trata de un “acuerdo nacional” para no hacerlo público, pese a ser el competente para ceder las concejalías. Y en Génova remiten de vuelta al Ayuntamiento.
No es la primera vez que la formación de extrema derecha alude a un acuerdo “confidencial” como estrategia para presionar al PP. Aunque esta vez ha amenazado con publicarlo. Unas horas después de hacerlo, los dos partidos han celebrado una reunión en la sede de Cibeles para desbloquear la situación. El encuentro, sin embargo, no ha arrojado ninguna información sobre qué puestos ocupará Vox en el Gobierno municipal. El alcalde ha comparecido ante los medios para confirmar que cumplirán “el acuerdo” a la vez que ha señalado que “todavía no hay acuerdo” sobre cómo se hará.
Si nos remitimos a la cronología de las negociaciones, este es el tercer golpe sobre la mesa escenificado por Vox desde las elecciones del 26M. Primero fue el tira y afloja en la Asamblea de Madrid. El nudo se resolvió con un principio de acuerdo, firmado con el PP, que garantizaba a Vox “entes” en el Gobierno regional.
La solución in extremis fue otro pacto secreto que ninguna parte quería hacer público mientras lanzaba mensajes contradictorios sobre lo acordado: si había un compromiso o no de ceder consejerías, como afirmó en un principio Vox; o si se hablaba solo de “entes” en genérico sin importar cuál sea la traducción de eso en el organigrama del Ejecutivo, como matizó luego el PP.
El segundo nudo gordiano -el relativo al Ayuntamiento de Madrid- se desenredó en la madrugada del viernes al sábado, con el acuerdo sellado entre PP y Vox sin cámaras ni focos para salvar la investidura de José Luis Martínez-Almeida. El esquema se reproduce: versiones incompatibles sobre un mismo pacto.
En el PP aseguran que no están preocupados porque el acuerdo que implica la gestión de dinero público, y sobre el que hay varias versiones, reste credibilidad de cara al electorado. Y más allá de la autocrítica, se muestran molestos con la distancia que toma Ciudadanos respecto al conflicto al considerar que es parte imprescindible de la ecuación. “Ciudadanos tuvo que hablar, utilizara el verbo que utilizara. Para que saliera lo de la Mesa de la Asamblea tuvieron que pedir los votos a Vox”, reiteran. La formación de Abascal también ha cargado contra el partido de Rivera, cuya actitud califica de “ridícula” por pedirles los votos “a escondidas”, según Rocío Monasterio. Ciudadanos, por su parte, critica al PP por los “pactos ocultos” con Vox.
Del pacto que cerraron la madrugada de este sábado se conoció un acuerdo programático que ambas formaciones hicieron público a primera hora del sábado, antes de la votación en el pleno de investidura. De la posible cesión de poder municipal a la extrema derecha se supo a través de comunicados y declaraciones públicas y privadas de las formaciones, pero no se conocen los detalles.
El conflicto estalló el lunes, un día después de que se hicieran públicos el reparto de cargos y los nombres de la primera línea del equipo municipal. En esa lista no figuraba referencia alguna a Vox. A partir de este momento empezó el efecto dominó. La candidata de Vox, Rocío Monasterio, confirmó que los acuerdos no son independientes, como intentan hacer ver desde el PP, y que la negociación de la Comunidad de Madrid es una llave que multiplica las posibilidades que a priori podrían dar 12 escasos diputados con el anuncio de que rompía las negociaciones con Isabel Díaz Ayuso.
Vox eclipsaba así las declaraciones de PP y Ciudadanos tras su primera reunión programática. De poco sirvió la “buena sintonía” que mostraron los partidos. Apenas un día después, Monasterio ponía sobre la mesa una nueva solución al conflicto: “crear nuevas concejalías” toda vez que el pacto PP-Ciudadanos ya repartía todas entre las dos formaciones. Esta propuesta, a la que los conservadores no han dado respuesta, contradice varios puntos del programa electoral del partido de extrema derecha, que aboga por reducir cargos municipales y la estructura en las instituciones locales.
Vox trata de marcar la agenda, además, con la amenaza de hacer público un acuerdo con el PP que ambas formaciones se comprometieron a mantener en la oscuridad informativa. Y, mientras tanto, va desgranando más detalles del pacto sin que haya posibilidad de contrastar la veracidad de las afirmaciones.
“En el primer punto se aborda que el objetivo es lograr con una coalición de los tres partidos, que la izquierda no gobernase. Para ello, ya insistimos en que votaríamos conjuntamente tanto para la investidura como para la formación de Gobierno. En el segundo punto quedaba claro que nosotros participaríamos en concejalías de Gobierno; es decir que tendríamos, en función de nuestro porcentaje de voto, áreas concretas”, apuntaba Javier Ortega Smith en una entrevista en La Razón.
Ante la pregunta de por qué no hace público el acuerdo, el concejal de Vox alegaba “consideración a Almeida”, mientras que en desde el Ayuntamiento de Madrid y la dirección nacional del PP se pasan la pelota para no hacer público el documento. Fuentes del PP confirman el compromiso contraído para no difundir el pacto. Pero acusan a Vox de haberlo roto desde el momento en que aluden a él públicamente.
Tras 48 horas de evasiones, la vicesecretaria de Política Social del PP, Cuca Gamarra, era la enviada por el partido para arrojar un poco más de luz sobre el pacto secreto. Gamarra ha admitido que en el acuerdo con Vox para el Ayuntamiento de Madrid “figuran concejalías” y que la vista está puesta en aclarar el pacto en el Consistorio y continuar con las negociaciones en el ámbito de la Comunidad de Madrid. “En el acuerdo y lo hemos dicho todos, lo que se conoce por parte de todos, sí que figuran concejalías”, ha señalado en una entrevista en TVE. “Eso es lo que hay que precisar, cuáles y cómo, pero creo que es bueno para todos”, ha indicado Gamarra, que no ha querido concretar el “apellido” de estas concejalías.
Asimismo, sobre si estas concejalías en el Ayuntamiento serían de gobierno, Gamarra ha explicado que de gobierno “es todo”. Hasta ahora Ciudadanos ha recalcado que el Ejecutivo sería de coalición solo con el PP, dejando la puerta abierta a que Vox ocupe Juntas de Distrito, que según Begoña Villacís no forman parte del gobierno del Ayuntamiento, a pesar de que se gestiona presupuesto y se toman decisiones. Pero mantiene que dar concejalías a Vox supondría romper el pacto firmado con ellos. Una encrucijada más para el PP.
Un tablero conjunto: la clave de los 20 días
Mientras, el recién proclamado alcalde de Madrid pide tiempo a Vox: los 20 días que se han dado ambas formaciones, para “cumplir el compromiso” y concretar el papel que tendrá la formación de extrema derecha en el Gobierno municipal. El mismo plazo que resta hasta la primera sesión de investidura en la Comunidad de Madrid.
Almeida, con todo, insiste en que “lo que pase en el Ayuntamiento es una cosa y lo que pase en la Comunidad es otra cosa absolutamente distinta”. La candidata regional, Isabel Díaz Ayuso, replica el mismo argumentario y asegura que no sabe nada de ese pacto municipal. “Desconozco su contenido”, ha dicho.
Ciudadanos se desvincula del conflicto, pese a que los escaños de Vox son imprescindibles para la investidura en la Comunidad de Madrid. La estrategia regional pasa, en su caso, por minimizar lo que han definido como “pataletas” de la extrema derecha. “Tendrán que preguntarles a ellos qué ha sucedido. Seguimos haciendo lo mismo que hicimos en campaña”, aseguraba Ignacio Aguado en una entrevista, en la que afeaba “los pactos ocultos con Vox”. “Estoy un poco cansado”, remataba.
Su táctica, sin embargo, lanza contradicciones constantes porque, mientras pone la responsabilidad sobre la formación de ultraderecha y le pide “altura de miras” para que haya Gobierno, a la vez ningunea su capacidad de influir en las negociaciones y omite que, sin sus votos, no saldrá una investidura de derechas en Madrid. Ni tampoco habría fructificado el pacto entre Almeida y Villacís, que ha colocado a su candidata en la Vicealcadía del Ayuntamiento de Madrid.
En todo caso, el bloqueo de Vox no ha paralizado las reuniones entre PP y Ciudadanos, según confirman fuentes cercanas a Isabel Díaz Ayuso. Los dos equipos han continuado citándose este miércoles para “avanzar en el acuerdo programático” aunque el PP no concreta cuáles han sido los progresos. Mientras, el equipo de Ayuso mantiene la “mano tendida” a las conversaciones con Vox y enmarcan lo ocurrido como una escenificación que “forma parte del curso de las negociaciones”. “Pasó con la negociación de la Mesa y al final logramos el acuerdo”, apuntan fuentes del PP.
En este contexto de acusaciones cruzadas, el escenario de repetición electoral es ya una hipótesis sobre la mesa con la duda de si el bloqueo de Vox será un órdago más para marcar el paso de las negociaciones con 12 escaños o tendrá consecuencias. “No hay necesidad de que pidan los votos a Vox si no quieren cumplir”, ha indicado Monasterio. En este caso, PP y Ciudadanos están de acuerdo. “Nuestro electorado no entendería volver a ir a elecciones”, ha apuntado Díaz Ayuso. “Voy a hacer todo lo posible para que no haya elecciones”, prometía, por su parte, Aguado. Quedan 23 días para la primera sesión de investidura y el tiempo sigue corriendo.