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Soledad Murillo: “Lo preocupante es que se plantean las muertes de mujeres como algo del destino”

Soledad Murillo es una de las mujeres del PSOE que más se ha implicado en la lucha por la igualdad y en contra de la violencia machista. Tanto en el primero Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero como en la Universidad de Salamanca. No ceja en su empeño, pese a que ya sólo se mantiene en la contienda política en un ayuntamiento, como el de la capital salmantina, en el que su partido no manda. Es decir, Soledad Murillo es una concejala en la oposición. Pero es frecuente verla en la Plaza Mayor de Salamanca en cualquier concentración que pide igualdad o en contra de alguna de las muertes de mujeres a manos de sus parejas.

Fue secretaria de Estado de Políticas de Igualdad, entre 2004 y 2008 y, como ella misma se define en su cuenta de Twitter, fue la “primer cargo en Igualdad del Gobierno con la Ley de Igualdad y Violencia”. Por tanto, se trata de una voz que puede analizar el repunte en el número de casos de violencia machista y sobre la igualdad, dos aspectos que, para ello, están relacionados ya que “la violencia tiene que ver con el déficit de igualdad”.

¿Qué motivos puede haber para que éste repuntando la violencia machista?

Falla que no se están activando los mecanismos de control que teníamos en la Ley de Violencia. Todos los juristas, independientemente de su ideología, la plantean como necesaria para integrar y corresponsabilizar a todos los operadores jurídicos. Además, esta Ley también activa, en las Subdelegaciones de Gobierno, unidades de igualdad y de violencia. Y las de violencia servían para que, antes de que se produzca una víctima, hubiera un seguimiento, porque las mujeres pueden ir antes a una asociación de mujeres que a presentar una denuncia, ya que esa es una decisión muy tomada, muy pensada.

Pero si esos mecanismos funcionan, ¿qué falla?

El tema es que las reuniones de las Unidades de Violencia no funcionan, pues desde que este gobierno entró hace 18 meses nadie las ha convocado en La Moncloa. Antes, las convocaba la vicepresidenta [María Teresa Fernández de la Vega], por lo que creo que Soraya Sáez de Santamaría debería convocarlas o, en su defecto, el Ministerio de Sanidad e Igualdad.

¿No le llama la atención que apenas se vean campañas contra la violencia machista?

Es verdad que tampoco hay una campaña de prevención, que en mi opinión son absolutamente necesarias. Por ejemplo, la Dirección de Tráfico hace campañas para ponerse el casco, o para abrocharse el cinturón. ¿Cómo es posible que no se hagan campañas para que las mujeres detecten que hay violencia?

¿En qué sentido deberían ir esas campañas?

En el de plantear el hecho de que el control sobre tus redes sociales o tu teléfono puede ser un síntoma de violencia. En esos casos, tienes que ir a una trabajadora social o algún lugar donde puedas mantener una conversación que te ayude a detectar si estás en peligro. Si no hubiera otras campañas… pero es que en Tráfico se hacen campañas. ¿Por qué podemos convivir con una media de 65 mujeres muertas al año?

Además, se pretende quitar la palabra machismo de esa violencia.

Se desactiva la Ley de Violencia, no estamos haciendo seguimiento de los protocolos de violencia en ayuntamientos o diputaciones; estamos rebajando dinero en la comunidades autónomas; y, encima, se quita la expresión de ‘el machismo mata’, cuando el machismo es una conducta orientada al control y al desprecio a una mujer como igual al hombre, que tiene sus mismos derechos.

Pese a esa visión tan negativa, el Gobierno ha presentado un Plan de Estrategia nacional contra la violencia de género, en el que se prevén invertir 1.539 millones en cuatro años.

El tema es saber cómo se va a aplicar eso. Hay 240 medidas de ese plan y no se sabe en qué plazo se va a dar ese dinero o cómo se van a transferir a las comunidades autónomas. Además, si la ley de administraciones locales va a suprimir ayuntamientos de menos de 20.000 habitantes, ¿quién va a gestionar los fondos de la violencia de género? y ¿a partir de qué ayuntamientos o mancomunidades? Hay una serie de contradicciones enormes.

¿Cree que, entonces, todo esto llevo a que aumente la violencia?

Es que, además, hay un silencio tremendo. La prensa te ofrece un micrófono inmediatamente después a que haya una víctima y es el momento oportuno para que las autoridades hablen de forma gratuita, inviten a la gente a que denuncie si hay golpes, a advertir a las mujeres que no mejoran las cosas porque se callen, a que se lo cuenten a su familia. Y eso te lo ofrecen de forma gratuita. La ministra Mato no ha hecho una sola declaración sobre la violencia. Es indecente que no se aprovechen de los medios de comunicación, que sacan permanentemente estas noticias, sobre lo que es informar por parte del máximo responsable.

Quizá el Gobierno prioriza en otras políticas o en otros gastos.

Este Plan Estratégico ha salido porque las redes sociales se incendiaban cuando moría alguna mujer. Si no hubiera sido por las redes sociales no se hubiera movido para sacar ese Plan. Además, el tema de violencia se utiliza mezquinamente por parte del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón para hablar de que una violencia estructural es la que asiste al derecho a la interrupción voluntaria del embarazo.

Pero ya hay un Plan contra la violencia doméstica.

Sí, pero por un lado se ha hecho este Plan Estratégico y dicen que se van a invertir 1.500 millones de euros y nadie sabe cómo se van a habilitar. Enfrente hay una Ley de Administraciones Locales que no plantea o garantiza unos mecanismos de derivación de fondos. ¿Cómo no se activa la ley de violencia? ¿Por qué no se coordinan las unidades de violencia de género? ¿Cómo no hay dinero para ello y luego crean un Plan Estratégico? ¿Cómo puede estar una ministra callada durante 18 meses?

¿Por qué cree usted que hay ese silencio?

En el Gobierno hay un desprecio absoluto a lo que significa igualdad de trato, para el acceso a servicios de salud, igualdad de condiciones para acceder, por ejemplo, a las universidades, a los colegios, en la relación entre hombres y mujeres. Es más, la reforma laboral está pensada para que las mujeres se queden en segundo plano. Las ETTs, que pasan a contratar, quieren a una persona libre de cargas familiares. Un desprecio absoluto a lo que es la conciliación de hombres y mujeres. La igualdad de trato ante el acceso a derechos básicos este gobierno no la quiere. Es un gobierno profundamente liberal, en el peor sentido, en el de la renta.

¿Podría tratarse de un problema coyuntural, que la violencia a las mujeres comience a reducirse, de nuevo?

Lo preocupante no sólo es el número de mujeres muertas. Lo preocupante es que se plantean las muertes como si fuera algo del destino o climático. Usted indague por qué no se ha puesto una denuncia, por ejemplo, de alguna de las fallecidas. Entre 2004 y 2008, cuando yo estaba en la secretaría de estado, ni una sola mujer murió habiendo denunciado. Ni una. Y cada vez que moría una persona, todos salíamos y hablábamos y utilizábamos a los medios para que fueran nuestros altavoces.

¿Por qué se ha vuelto a no denunciar, a que la mujer no diga nada ante una agresión de su pareja?

Porque no van a salir de su casa con la crisis económica y porque no se fían de las instituciones. Ven que hay muertes, pero que desde las instituciones nadie sale en la televisión diciendo que están con ellas.

¿No cree que las modificaciones del Código Penal pueden beneficiar a esta lacra de la violencia de género?

Me parece estupendo que haya un seguimiento de aquellos maltratadores que hayan salido de la cárcel. Pero también es verdad que no todos van a la cárcel. Es de justicia preocuparse por qué hay menos denuncias o por qué se callan las mujeres.

Soledad Murillo es una de las mujeres del PSOE que más se ha implicado en la lucha por la igualdad y en contra de la violencia machista. Tanto en el primero Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero como en la Universidad de Salamanca. No ceja en su empeño, pese a que ya sólo se mantiene en la contienda política en un ayuntamiento, como el de la capital salmantina, en el que su partido no manda. Es decir, Soledad Murillo es una concejala en la oposición. Pero es frecuente verla en la Plaza Mayor de Salamanca en cualquier concentración que pide igualdad o en contra de alguna de las muertes de mujeres a manos de sus parejas.

Fue secretaria de Estado de Políticas de Igualdad, entre 2004 y 2008 y, como ella misma se define en su cuenta de Twitter, fue la “primer cargo en Igualdad del Gobierno con la Ley de Igualdad y Violencia”. Por tanto, se trata de una voz que puede analizar el repunte en el número de casos de violencia machista y sobre la igualdad, dos aspectos que, para ello, están relacionados ya que “la violencia tiene que ver con el déficit de igualdad”.