Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.
¿La caída del precio del petróleo es tan buena noticia como se dice?
Desde hace varios días el asunto más destacado en la crónica económica mundial es el espectacular descenso que han registrado los precios del petróleo. La caída oscila entre el 40% y el 50% en el último semestre. Y la impresión generalizada entre los analistas, y confirmada por los dirigentes del principal productor mundial, Arabia Saudí, es que los nuevos niveles de precios, que están en el entorno de los 60-65 dólares por barril, se van a mantener al menos durante todo el próximo semestre.
Los grandes diarios económicos, todos ellos occidentales, celebran la noticia. El Wall Street Journal lanzaba este lunes las campanas al vuelo sobre el impacto positivo que el descenso del petróleo tendrá sobre la marcha de la economía norteamericana. El director del Financial Times ha equiparado el hecho a una “reducción de impuestos de efecto global”.
No todo son aplausos. En algunos países productores, la caída de los precios del petróleo se analiza muy negativamente. Es el caso de Rusia, un país cuya economía depende cada vez más del oro negro, o de Venezuela o Ecuador. Está claro que sus intereses no han sido tenidos en cuenta por los demás grandes productores y, sobre todo, por Arabia Saudí, principal instigador del descenso de precios, que, menos acuciados por el día a día del comercio de petróleo, se pueden permitir el lujo de influir a la baja sobre el mercado atendiendo a intereses estratégicos a más largo plazo.
En los análisis, marcados por el optimismo, se deja en segundo plano la razón principal de la caída de precios. Que no es otra sino el descenso de la demanda global de petróleo que se deriva del bajón de la actividad económica en Europa y en la mayoría de los países emergentes. Una parte de la cual se debe a la reducción del ritmo de crecimiento de la economía china, que en los dos últimos años ha sido el motor mundial, y una de cuyas principales consecuencias está siendo el descenso de sus importaciones de materias primas, un fenómeno que afecta cada vez más negativamente a los principales países latinoamericanos. El reforzamiento del dólar, no sólo frente al euro, sino también respecto a las demás divisas, no hace sino agravar esos efectos, pues buena parte de las deudas de los países emergentes están nominadas en la moneda norteamericana.
Si un hecho negativo como la caída de la demanda, que permanece, está en el origen de la reducción de precios del petróleo, su consecuencia más inquietante, la de que ese descenso de precios pueda agravar el proceso deflacionista que amenaza cada vez más seriamente a la economía, europea por ejemplo, prácticamente se ignora en los análisis.
Pero de unos y otros apuntes se deduce que es pronto para lanzar las campanas al vuelo, tal y como están haciendo en España voces próximas al Gobierno de Rajoy. El descenso de los precios del petróleo produce ganadores y perdedores. Pero tendrá que pasar algún tiempo para saber exactamente de qué lado ha caído cada uno.
Desde hace varios días el asunto más destacado en la crónica económica mundial es el espectacular descenso que han registrado los precios del petróleo. La caída oscila entre el 40% y el 50% en el último semestre. Y la impresión generalizada entre los analistas, y confirmada por los dirigentes del principal productor mundial, Arabia Saudí, es que los nuevos niveles de precios, que están en el entorno de los 60-65 dólares por barril, se van a mantener al menos durante todo el próximo semestre.
Los grandes diarios económicos, todos ellos occidentales, celebran la noticia. El Wall Street Journal lanzaba este lunes las campanas al vuelo sobre el impacto positivo que el descenso del petróleo tendrá sobre la marcha de la economía norteamericana. El director del Financial Times ha equiparado el hecho a una “reducción de impuestos de efecto global”.