Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.
Hechos que van a decidir la suerte del mundo en 2017
En 2016 se han producido acontecimientos que han desmentido todas las previsiones. La victoria de Donald Trump en las presidenciales norteamericanas y el Brexit se llevan la palma. Pero tampoco estaba previsto que los precios del petróleo fueran a aumentar, que Rusia asumiera un nuevo protagonismo en la escena internacional o que la economía china superara sin mayores traumas sus dificultades económicas, que muchos creían que iban a sumir al país en una profunda crisis. Esas sorpresas, por no hablar del crack de Lehman Brothers y todo lo que vino después, hasta hoy mismo, confirman que el devenir del mundo es cada vez más impredecible. Sin embargo, en los últimos días han proliferado las predicciones para 2017. Sin dar pábulo a ninguna de ellas, éstos son algunos de los puntos en que se han centrado.
Las decisiones fiscales y monetarias de Donald Trump. Si las cámaras norteamericanas aprueban los planes del presidente, los impuestos que pagan las empresas bajarán del 35% al 15% y el tipo que grava los beneficios que las compañías obtienen en el extranjero lo harán desde el 40% al 10%. Eso, unido a un cuantioso plan de inversiones en infraestructura que ha anunciado Trump, aumentará la actividad económica y el empleo, pero también elevará el déficit público y alimentará la inflación, que Estados Unidos terminará exportando al resto del mundo.
La prevista subida de los tipos de interés norteamericanos contribuirá a esos efectos, pero debilitará al dólar. Los países más endeudados del planeta, entre ellos España, verán encarecerse el coste de sus deudas, aunque las exportaciones a Estados Unidos aumentarían.
“America first”. Todo el programa de Trump está marcado por una clara voluntad proteccionista, es decir, por revertir el signo de la globalización que, según el nuevo presidente, ha hundido en la miseria a muchos norteamericanos. Reducir las exportaciones chinas a Estados Unidos es el primer objetivo de ese plan y las tensiones que ese empeño puede generar, añadidas a los otros muchos y muy serios conflictos que enfrentan a Washington y Pekín, serán uno de los capítulos destacados de la crónica mundial del tiempo que viene.
Pero México es otro capítulo importante en ese camino. Trump ha empezado a trabajar en ello antes de llegar a la Casa Blanca. Le ha bastado con amenazar con duras represalias a Ford si concretaba su plan de crear una nueva fábrica en México para que la multinacional se eche atrás. ¿Se atreverá Trump a enfrentarse tan abiertamente con los gigantes Google, Apple, Microsoft, etc., a fin de que trasladen una parte de su producción a Estados Unidos? También Europa y Asia podrían verse afectadas por esos impulsos proteccionistas y, en general, el volumen del comercio global podría reducirse significativamente. Es igualmente previsible que la lucha contra el calentamiento global y la contaminación sufran serios retrocesos.
La mala hora de la Unión Europea. Nuestro continente va a resultar afectado, casi siempre negativamente, por la política de Trump. Antes o después Europa tendrá que seguir la senda alcista de los tipos de interés norteamericanos y eso, junto al encarecimiento de las deudas, puede acabar, antes o después, con la política de Mario Draghi y el BCE y abrir una nueva etapa de incertidumbre para el euro.
Además, en marzo Londres iniciará formalmente su proceso de salida de la UE. La negociación al respecto durará dos años y, aunque nadie se atreve a conjeturar cuál será el resultado final de ese proceso, las impresiones al respecto no son precisamente optimistas. Gran Bretaña es un socio fundamental de la Unión y su abandono va a debilitar mucho al conjunto. Haría falta un frente unido del resto de los países para paliar sus consecuencias, pero si de algo carece la UE es justamente de unidad.
Elecciones en Europa. Antes del 15 de marzo habrá elecciones en los Países Bajos y la ultraderecha xenófoba es hoy la favorita para ganarlas. En abril y mayo se celebrarán las presidenciales francesas y parece seguro que el duelo final tendrá lugar entre la derecha muy conservadora de François Fillon y la ultraderecha del Frente Nacional. La primera es favorita pero ningún analista descarta del todo que Marine Le Pen pueda ganar.
Menos dramáticas son las incógnitas que plantean las elecciones alemanas de otoño, pero también son inquietantes. Según los sondeos, Angela Merkel volverá a ganarlas, pero perdiendo escaños, al igual que sus actuales socios de gobierno, los socialdemócratas. Crecerán, en cambio, los xenófobos de la AFD y los liberales. Con lo cual se pueden hacer distintas hipótesis sobre la composición del futuro gobierno y también sobre su política hacia Europa. Pero es posible que la tendencia a atender prioritariamente a los intereses alemanes se vea reforzada.
Italia y Grecia. No están en el calendario oficial, pero es muy probable que en Italia haya elecciones antes de que termine el año. Y varios de los partidos que podrían formar gobierno tras su celebración, y sobre todo el favorito de los sondeos, el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo, tienen ideas muy claras en contra del euro. Esa, y la posible quiebra del banco Monte dei Paschi de Siena, serían las mayores consecuencias de los problemas internos italianos en la UE. Será otro de los puntos calientes del año.
Otro, aunque ya suena demasiado conocido, será el que plantee Grecia, cuando a la vuelta del verano tenga que pedir más dinero a Bruselas para no declararse en bancarrota. ¿Cómo reaccionará ante eso una Alemania en plena campaña electoral o tras una victoria pírrica de Angela Merkel? ¿Volverá Grecia a poner en cuestión el futuro del euro o será Italia, la tercera economía de la UE, la que golpee a la moneda única?
La estrella ascendente de Putin. Rusia es de nuevo protagonista en la escena mundial y es muy probable que lo sea aún más en el tiempo que viene. Es ya un interlocutor imprescindible para el futuro de Siria y los analistas creen que a no mucho tardar Moscú y Washington acordarán juntos la solución de esa guerra. Que seguramente no va a ser bonita y que puede quedar empañada por la crisis creciente en Irak y por una posible ruptura del pacto nuclear entre Estados Unidos e Irán. Trump no deja de hablar bien de Putin y los hombres del presidente no paran de tejer lazos financieros y empresariales con Rusia.
En Francia no sólo Marine Le Pen se muestra entusiasta con el líder ruso, también François Fillon canta sus excelencias. Alemania se puede quedar sola en su oposición a la política de Putin. Pero la clave para un verdadero despegue ruso en el plano internacional sigue estando en China, el segundo gigante del mundo, que en este asunto, como en casi todos, mantiene un discreto silencio.
Los mercados. Los expertos son unánimes en asegurar, tal vez con sospechosa insistencia, en que en el horizonte temporal previsible no va producirse crisis financiera global alguna. Porque los inversores están animados –las bolsas les han dado mucho dinero en 2016 y más desde que Trump ganó las elecciones–, porque hay muchas posibilidades de invertir y porque la estructura financiera mundial está mucho más controlada que en 2008.
Aunque hay demasiadas minas vagantes en el panorama como para descartar que tales pronósticos no sean del todo desinteresados, la impresión es que, efectivamente, el mundo del dinero está mucho menos preocupado por el futuro de lo que estaba hace uno o dos años. Entre otras cosas, porque la presión social en su contra ha descendido muchos puntos. Y porque el terrorismo islamista, que lo más probable es que se intensifique, no va específicamente contra ellos, sino contra todos.
Sobre este blog
Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.