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Las cinco etapas que conducen al coche 100% autónomo

Pedro Umbert

La conducción autónoma es objeto de tanto debate en diversos foros y de tanta información en los medios, que ofrece la sensación engañosa de que ya está aquí cuando en realidad faltan aún bastantes años para que llegue a su fase más avanzada. Cada uno aventura una fecha para ese estadio final (el coche sin conductor, literalmente), pero de momento lo único que no se discute son las etapas que quedan por cubrir.

Según la prestigiosa Sociedad de Ingenieros de la Automoción (SAE) estadounidense, que establece los estándares de movilidad tanto en automoción como en ingeniería aeroespacial, son cinco los niveles de automatización de la conducción. Serían seis si contamos el que hemos vivido hasta ahora (nivel 0) en que las personas se hacían cargo de todas y cada una de las funciones al volante.

El nivel 1 comprende una parte de los sistemas que se ha dado en llamar ayudas a la conducción, que hacen los desplazamientos más seguros y cómodos. Nos referimos a los dispositivos de control de velocidad, lectores de señales que únicamente informan de la velocidad máxima permitida en la vía o asistentes de mantenimiento del carril que incluyen la intervención sobre la dirección.

En el nivel 2 el coche es capaz de actuar de manera independiente dentro de un entorno controlado. Por ejemplo, puede mantenerse por sí solo dentro de su carril a una velocidad constante o seguir la estela del vehículo que lo precede, cosas que ya hace un Mercedes Clase E de nueva generación.

En el nivel 3 militaría ya el Autopilot de Tesla, que no solo asume labores esenciales desempeñadas antes por el conductor sino que además monitoriza el entorno para responder ante los imprevistos de la circulación. El coche puede decidir cambiar de carril, frenar para evitar una colisión con otro vehículo y demás, aunque el conductor debe permanecer alerta porque el sistema puede necesitar su intervención en los casos en que no es capaz de actuar. Aquí la ayuda a la conducción sería el hombre… para la máquina.

A partir de este punto es cuando podemos hablar de coches realmente autónomos. En el nivel 4, el software se adueña de los mandos por completo y se encarga de realizar el viaje sin ayuda de nadie, una vez que hayamos indicado a dónde queremos ir. El vehículo controla el tráfico y sus azares, respondiendo de forma correcta a cada situación, define la mejor ruta y se anticipa a las circunstancias (orográficas o de circulación) mediante su GPS y sus sensores.

Para la NHTSA norteamericana, organismo equivalente a nuestra DGT, este escenario es ya el non plus ultra en conducción automatizada, pero se contempla aún un nivel 5 en el que las tecnologías antes descritas admiten un punto más de sofisticación y el conductor se convierte en algo enteramente prescindible.

Su única intervención se limita a introducir las órdenes a través de una interfaz. A partir de ahí, un coche sin volante, sin pedales, sin mandos, se encarga de todo, y uno puede dedicarse a leer o a revisar el correo. Más allá de eso, solo se adivina el panorama dibujado por Elon Musk, el dueño de Tesla: que conducir un coche con nuestras propias manos sea tipificado como delito.