Alfa Romeo anunció hace meses que uno de los caminos por los que discurriría la profunda renovación en la que se halla embarcada pasaría por la recuperación de los modelos llamados fuoriserie, unos vehículos fabricados a medida y limitados a unas pocas unidades a los que ya se dedicó hace más de 50 años. Entre que son pocos y tienen un precio exorbitante, hablamos de coches que están vendidos de antemano a un selecto club de alfistas pudientes.
La primera de estas creaciones únicas acaba de desvelarse en Turín. Se trata de un renacido Alfa Romeo 33 Stradale, basado en el legendario modelo del mismo nombre, lanzado en 1967, y que se presenta en una serie superexclusiva de 33 unidades ya adjudicadas a sus privilegiados dueños.
El nuevo cupé biplaza combina la herencia y el futuro del fabricante italiano. Creado en la recién fundada Bottega Alfa Romeo, los diseñadores, ingenieros e historiadores de la marca escucharon primero a los posibles compradores y luego produjeron el coche juntos, exactamente igual que en las boutiques artesanales del Renacimiento y en los talleres de los años 60 de renombrados carroceros italianos.
El CEO de Alfa, Jean-Philippe Imparato, reflexiona así sobre la joya recién salida a la luz: “Queríamos crear algo que estuviera a la altura de nuestro pasado, que sirviera a la marca y que enorgulleciera a la afición de alfistas. Un resultado así solo podía lograrse gracias a la experiencia, el trabajo y la pasión de nuestro equipo, con el apoyo de una dirección que tiene la clara ambición de contribuir a escribir los capítulos del futuro de la marca, respetando plenamente su historia única. Este es nuestro primer coche fuoriserie desde 1969, y prometo que no será el último”.
El diseño del 33 Stradale es obra del español Alejandro Mesonero-Romanos, que se ha propuesto enriquecer la belleza escultural del modelo original con ciertos elementos del nuevo lenguaje de estilo de Alfa. La carrocería busca un equilibrio perfecto entre proporciones, volúmenes y tratamiento de las superficies, y -aún más- aspira a erigirse en el epítome de la “belleza necesaria” de Alfa Romeo.
El frontal presenta un volumen potente y musculoso, en el que destacan el icónico escudo y las formas complejas de los faros con base elíptica. El perfil es dinámico y esbelto, con puertas de apertura pivotante y dos grandes entradas de aire laterales. La carrocería se proyecta hacia delante y comprende superficies modeladas según los criterios típicos de la expresión formal de Alfa. Además, gracias a la apertura angular de las puertas y al gran techo solar envolvente, el conductor puede disfrutar de una vista única, muy similar a la de la cabina de un avión. La imagen de conjunto que ofrece la apertura del capó y de las puertas resulta realmente impactante.
Por su parte, la brutal parte trasera se equilibra con el sinuoso frontal y la altura máxima no está a la altura del parabrisas, como en cualquier otro deportivo, sino en medio del techo. En particular, la zona trasera expresa la fuerza del coche gracias a la trasera truncada (la coda tronca característica de algunos modelos históricos de la marca), un gráfico en forma de V y los grupos ópticos traseros redondos.
En lo que se refiere a la conducción, el objetivo era ofrecer una experiencia como la de un vehículo en pista, pero en un modelo apto para el uso diario en carretera, y sin renunciar al confort y a la seguridad de utilización. Alfa Romeo ha tirado de lo mejor de su ingeniería al recurrir a una suspensión de doble brazo con amortiguadores activos y a una evolución del motor 2.9 V6 biturbo que dispara la potencia máxima por encima de los 620 caballos. Conforme mandan los tiempos, el nuevo 33 Stradale está disponible también (es un decir, claro) en versión eléctrica, equipada con tres motores que desarrollan más de 750 CV.
Las prestaciones son extraordinarias en ambas versiones. La velocidad máxima es de 333 km/h y el paso de 0 a 100 km/h se solventa en menos de tres segundos. La suspensión de doble brazo con amortiguadores activos y el eje delantero elevable garantizan la maniobrabilidad y el confort. El sistema de frenado Alfa Romeo Brake-By-Wire y los frenos cerámicos de carbono Brembo ofrecen prestaciones de alto nivel.
El bastidor en H de aluminio y el monocasco de fibra de carbono procuran rigidez y ligereza, a las que contribuyen también la estructura del techo en fibra de carbono y aluminio, con puertas como alas de mariposa. Los marcos de las ventanillas también son de fibra de carbono y la luneta trasera, de policarbonato.
La puesta a punto del coche contará con la colaboración del piloto de Fórmula 1 Valtteri Bottas, enrolado en la escudería Alfa Romeo, en el conocido circuito de Balocco.
No hay dos unidades iguales
Como apuntábamos al comienzo, la fabricación a medida del 33 Stradale se extiende a un total de 33 unidades y obedece a un programa específico que ha permitido a los clientes desarrollar elementos estilísticos funcionales junto con el equipo de desarrollo de Alfa Romeo, entre ellos las tomas de aire, las llantas e incluso el distintivo escudo frontal. Por lo tanto, nunca habrá dos coches idénticos en el mundo.
La misma singularidad se manifiesta también en un procedimiento de matriculación exclusivo que permite a los propietarios firmar personalmente el número de bastidor. Se ha dispuesto que este incluya ocho dígitos elegidos por el comprador que se marcan también en el túnel central.
El origen de la leyenda
El 33 Stradale de 1967 derivó directamente de una leyenda del automovilismo mundial como fue el Tipo 33. El Proyecto 33 señaló el regreso a las carreras de Alfa Romeo de la mano del entonces presidente de la marca, Giuseppe Eugenio Luraghi, y de Carlo Chiti, de Autodelta, el recién creado departamento de competición. Para su debut se eligió la cronometrada de Fléron, cerca de Lieja. El piloto era el jefe de pruebas de Autodelta, Teodoro Zeccoli.
El 12 de marzo de 1967, el 33 cosechó la primera de una larga serie de éxitos en los circuitos más prestigiosos. En esa ola de entusiasmo deportivo, Alfa Romeo decidió producir el 33 en una edición muy limitada para particulares, como un coche fuoriserie que combinaba las prestaciones del Tipo 33 de carreras con el confort y la facilidad de conducción adecuados para el uso diario.
El diseño se encargó a Franco Scaglione, que puso toda su experiencia técnica y audacia creativa en el diseño del 33 Stradale, dando como resultado una obra maestra en la que la innovación en el estilo se mezclaba con la búsqueda de la aerodinámica y la funcionalidad. Su obra se convirtió pronto en un icono de los años 60 y se considera desde entonces uno de los automóviles más bellos de todos los tiempos.