Prueba del Jeep Avenger 100 CV: nacido con buena estrella

En los días en que hemos probado por primera vez el Avenger, Jeep anunciaba que el benjamín de su gama había alcanzado los 40.000 pedidos en Europa desde su lanzamiento en el mes de abril. Más del 40% de esas reservas corresponden a la versión totalmente eléctrica del modelo, que es la única a la venta en la mayoría de los mercados del continente.

En el nuestro hay disponible también una variante con motor de gasolina de 100 caballos y cambio manual de seis marchas que, a la vista de sus precios y los de la competencia, seguramente va a disfrutar de una afortunada vida comercial. Los menos de 21.300 euros de la versión básica (que llegan a 26.200 en la más equipada, denominada Summit) permiten realizar tal augurio si al argumento económico sumamos el indudable atractivo de la carrocería del Avenger, sus dimensiones compactas -ahora mismo de las más demandadas- y otras cualidades que ahora iremos desgranando.

Con poco más de cuatro metros de longitud, el baby Jeep hace tándem con el Renegade en el muy competido segmento de los SUV pequeños. Eso sí, exhibe una estética netamente diferenciada y, al mismo tiempo, identificable desde el primer vistazo como de Jeep, gracias sobre todo a elementos de diseño distintivos de la marca como la emblemática parrilla de siete ranuras y a un aire general que recuerda, a escala, al del nuevo Grand Cherokee.

La gracia del Avenger resulta, a nuestro entender, de combinar el aspecto robusto típico de un Jeep con unas proporciones reducidas, realzadas además por unos voladizos delantero y trasero cortos y unas ruedas grandes montadas sobre llantas que oscilan entre las 16 y las 18 pulgadas.

Hay también algunos detalles de diseño originales que buscan agradar seguramente a los usuarios más jóvenes, como unos intermitentes cuyo sonido solo cabe calificar de muy marchoso y los varios easter eggs diseminados por la carrocería, que muestran la silueta de un niño mirando las estrellas con un telescopio (luna delantera), el perfil de la sierra que rodea Turín (luna trasera) o la mariquita que podemos ver tallada sobre la barra derecha del techo.

A quienes gusten de las excursiones off road les conviene saber que tienen a su favor una altura libre al suelo de 20 centímetros y unos ángulos característicos que también ayudan, de 20 grados el de ataque y el ventral y de 32 el de salida. El coche dispone de sistema de control de descenso y, en función de la versión, de un selector de modos de conducción que, a los programas convencionales (Eco, Normal y Sport), añade otros específicos para moverse por barro, arena o nieve.

A la espera de conducir con detenimiento el Avenger 100% eléctrico, hemos tenido ocasión de probar su versión de gasolina, cuyos 100 caballos nos han sorprendido para bien. Es cierto que los 1.250 kilos en báscula permitían anticipar que fuera potencia suficiente para contar con una respuesta satisfactoria del motor, pero mentiríamos si dijéramos que esperábamos tanto de él.

El empuje es especialmente satisfactorio si seleccionamos el modo de conducción Normal, ideal para el día a día seguramente urbano, y sobre todo en el Sport, que extrae todo el jugo disponible sin por ello penalizar el consumo. El Eco, por el contrario, ralentiza en demasía las reacciones del coche, por lo que nos parece poco recomendable salvo para una utilización muy tranquila.

El poco peso de este Avenger de combustión y la finura con que se desenvuelve el motor dan como resultado un gasto de combustible muy moderado, que no llega a los 6 litros/100 km de promedio. La ligereza y las dimensiones compactas, por su parte, dotan al modelo de una agilidad y viveza de reacciones que sobresalen tanto en el tráfico urbano como en el de carretera y que se acompañan de una suspensión muy confortable.

Un interior alegre y moderno

En el habitáculo encontramos el mismo carácter moderno, alegre y desenfadado que define al exterior, y mayor si cabe en el caso de que se elija la pieza central del salpicadero en el color amarillo (Sol) de la unidad de pruebas. Por encima de ella flota la pantalla de 10,25 pulgadas del sistema multimedia -equipado ahora con conectividad Apple CarPlay y Android Auto inalámbrica-, y por debajo discurre una bandeja donde podemos depositar multitud de objetos y cuya superficie rugosa contribuye a que estos no se desplacen, excepto en maniobras bruscas.

En esta versión de gasolina se pierde el hueco, cubierto por una cortinilla plegable, de que dispone el Avenger eléctrico, y en su lugar se ha dispuesto la palanca de cambios manual, el selector de modos de conducción y el pulsador del freno de estacionamiento eléctrico, junto con un espacio preparado para la carga inalámbrica de móviles. La palanca funciona con suavidad y no tiene desplazamientos largos, aunque el pomo resulta demasiado grande para nuestro gusto.

Por lo que se refiere a capacidad de carga, esta variante térmica aventaja en algunos litros a la eléctrica: 380 (frente a 355) que pasan a ser 1.000 cuando plegamos los respaldos de los asientos traseros.

El aspecto más crítico del Avenger se localiza en las plazas traseras, en las que los pasajeros de cierta estatura no cuentan con demasiado espacio para colocar cómodamente las piernas, aunque sí con una altura suficiente. No es algo que pueda extrañarnos en un vehículo de solo cuatro metros de longitud, pero conviene señalarlo para no llamarse a engaño sobre el tipo, o más bien el tamaño, del Jeep que hemos escogido.