El nuevo Kia Picanto, uno de los modelos que sobreviven en un segmento A cada vez más menguante, poco tiene que ver tecnológicamente con el que apareció en 2004. Sin embargo, la marca ha sabido conservar la frescura original del vehículo a lo largo de cuatro generaciones y su diseño, aunque mucho más moderno y sofisticado, también mantiene un aire fácilmente identificable. Aunque solo sea por seguir existiendo, la actualización del Picanto nos parece en sí una noticia gratificante.
Un apunte sobre el diseño antes de entrar en más detalles. Puede sonar chocante, pero a nuestro criterio son más atractivas -y desenfadadas, si a frescura nos referimos- las versiones que Kia considera básicas, las denominadas Concept y Drive, que la más deportiva y lujosa GT-line, cuyo frontal nos parece sobrecargado de elementos, recargado en exceso.
El GT-line subraya su primacía en la gama con sendas bandas luminosas que recorren tanto el frontal como la zaga y que, en los acabados inferiores, se remplazan por el clásico reflector para completar una estampa más limpia y acorde a la naturaleza del modelo en cuestión, repetimos que para nuestro gusto.
Cuestiones subjetivas a un lado, el nuevo Picanto mantiene sus cotas compactas y mide ahora 3,60 metros de largo, con 2,40 m de distancia entre ejes. El maletero, uno de los más espaciosos de la categoría, cubica 255 litros que pasan a ser 1.010 si se abaten los asientos traseros.
Para la carrocería se ha dispuesto una selección de nueve colores, cuatro de los cuales son nuevos: Signal Red, Smoke Blue, Sporty Blue y Adventurous Green. La tapicería es de tela negra en las terminaciones Concept y Drive y de cuero sintético en la GT-line. Las llantas tienen 14 pulgadas en los dos primeros acabados -son de aleación en el Drive- y 16“, también de aleación, en el tercero.
De serie, todos ellos disponen de un extenso equipamiento tecnológico. Este incluye un cuadro de instrumentos digital de 4,2 pulgadas y un sistema multimedia que, servido en pantalla de 8“, está equipado con navegador, cámara trasera, conexión Bluetooth para dos dispositivos móviles y Apple CarPlay y Android Auto.
En cuanto a los servicios conectados (Kia Connect), proporcionan información de tráfico en tiempo real, previsiones meteorológicas, puntos de interés y datos sobre posibles lugares para aparcar, dentro y fuera de la vía pública. Dependiendo del país, los usuarios pueden enviar a distancia indicaciones de ruta a su coche antes de un viaje, comprobar la ubicación de su vehículo, acceder a informes sobre él y a notificaciones de diagnóstico.
Siguiendo el repaso de la tecnología, solo que aplicada en este caso a la seguridad, el nuevo Picanto puede incorporar asistente de ángulo muerto y seguimiento del carril, detector de fatiga y de cambio involuntario de carril y reconocimiento de límites de velocidad, además de ayuda para prevenir colisiones con el tráfico trasero cruzado.
En cuanto al asistente de frenada de emergencia, dispone de reconocimiento de ciclistas y peatones y comprende una ayuda adicional de prevención de colisión frontal en intersecciones: si hay riesgo de impacto al girar en un cruce, la función efectúa una frenada de emergencia automática.
Un acabado básico muy equipado
De mover el Picanto se encargan dos motores de gasolina: uno tiene un litro de cilindrada y 63 caballos y el otro es un 1.2 de 79 CV, asociado este a la variante GT-line. La potencia de ambos se ha reducido ligeramente con respecto a la generación anterior por los retoques necesarios para adaptarse a la normativa Euro 6e, de transición hacia la futura Euro 7.
Sin hibridación de ningún tipo que les permitiría acceder a distintivos ambientales más ventajosos que el C, los dos motores -y especialmente el pequeño- son carne de tráfico urbano dada la escasa fuerza con que cuentan, y eso que el coche pesa menos de 1.000 kilos en la versión menos equipada de las disponibles. El de 79 CV sí es capaz de defenderse en carretera, en caso de necesidad, aunque a costa de sufrir en los repechos y llevar el pie derecho a tabla en buena parte del recorrido.
Es un acierto que Kia ofrezca no solo un cambio manual de cinco velocidades para acompañar a ambos motores, sino también uno manual automatizado (solo en el GT-line), de las mismas relaciones, que cuenta con unos actuadores encargados de las funciones de accionamiento del embrague y engranamiento de las marchas.
La versión Concept, a la venta desde 16.592 euros, se combina con el motor 1.0 e incluye de serie control de velocidad de crucero, retrovisores eléctricos y calefactables y sensores de aparcamientos traseros, además de los antes mencionados asistentes de frenada de emergencia y mantenimiento en el carril, el cuadro de instrumentos digital de 4,2“ y la pantalla central de 8”.
El acabado Drive, desde 17.292 euros, añade apoyabrazos delantero central y piel en volante y palanca de cambios, entre otros elementos. En cuanto al GT-line, que incorpora todo lo mencionado en este artículo, está disponible desde 19.225 con motor 1.0 y a partir de 20.575 con el 1.2 de 79 caballos. El cambio automatizado cuesta 925 euros extra en ambos casos.