En los últimos días de canícula abrasadora hemos tenido como compañero de fatigas y calores al último modelo en llegar a la gama Toyota. Se trata del Aygo X Cross, que toma el testigo del pequeño Aygo pero en una declinación SUV más a la moda y, por cierto, se pronuncia Aygocross o, si se quiere, Aigocros. En castellano la equis no evoca el sonido cross, como sí sucede en idiomas como el inglés, pero Toyota no podía quitarla del nombre del vehículo dado que forma parte de su marca registrada.
Explicaciones lingüísticas a un lado -el coche se llamará al fin y al cabo como la gente lo llame-, el benjamín de Toyota viene a ocupar el lugar del Aygo como vehículo de un segmento A al que la marca japonesa se resiste a renunciar. Eso sí, el crecimiento con respecto a su antecesor es notable, comenzando por una longitud que pasa de 3,4 a 3,7 metros y unas proporciones que ya no son las de un utilitario al uso, sino las de un mini SUV.
Más importante aún que la ganancia de talla es que el Aygo X Cross está construido sobre la plataforma del Yaris, modelo del segmento superior, y como consecuencia de ello se beneficia de muchas de sus cualidades, entre ellas la dotación de ayudas a la conducción que puede incorporar.
Merecen destacarse, por ejemplo, el control de velocidad adaptativo, el sistema de reconocimiento de señales de tráfico y el de precolisión con detector de peatones y ciclistas, el control inteligente de luces de carretera y el asistente tanto para advertir del cambio involuntario de carril como para mantener el vehículo dentro de él.
Además, el Cross ofrece otras virtudes que serán del agrado del usuario. Así, una posición de conducción elevada 55 milímetros, para dominar mejor lo que sucede en la vía, un pilar delantero más estrecho y que se ha atrasado un 10% respecto al del Aygo -también para mejorar la visibilidad- y una carrocería más ligera (el modelo supera por poco los 1.000 kilos) y que reduce el balanceo un 26%, además de un radio de giro de solo 4,7 m que resulta ideal para callejear.
El maletero, por su parte, crece hasta los 231 litros, suficientes para acomodar la compra semanal o un par de trolleys para una escapada de fin de semana; lo que se puede esperar de un coche de vocación urbana, aunque capaz, como vamos a ver, de afrontar desplazamientos más largos.
El espacio en las plazas traseras sigue siendo muy reducido, aunque no tanto como antes, y la sensación de encierro se ve redoblada por las ventanillas de tipo compás y la elección de unos asientos delanteros tal vez demasiado voluminosos para un coche de este tamaño, hechos por cierto de una sola pieza, con el reposacabezas integrado.
Un motor pequeño y no híbrido
El Aygo X Cross se mueve gracias a un motor tricilíndrico de gasolina de 72 CV que se asocia, como en nuestro caso, a una transmisión manual de cinco marchas o a un cambio automático CVT. Toyota no ha recurrido a la hibridación, que es su especialidad, porque de ese modo se encarecería demasiado un modelo que por encima de todo debía ser asequible, según su criterio.
El pequeño motor 1.0 se muestra voluntarioso y empuja con solvencia del coche en el tráfico urbano. Los repechos fuertes se le atragantan ligeramente, como es fácil de imaginar, y el aire acondicionado funcionando a tope -por cierto, enfría muy bien- tampoco hace mucho por desahogar su trabajo: de nuevo, ninguna sorpresa. En todo caso, cumple con lo que se puede esperar de él y permite incluso hacer viajes de media distancia siempre que no lo carguemos demasiado y circulemos a velocidad moderada.
Además, el Aygo X Cross con cambio manual registra un consumo muy moderado, de unos 5 litros/100 km como promedio, y sitúa las emisiones de CO2 entre 107 y 177 g/km, en función del equipamiento que se escoja y del tipo de transmisión. Todo ello es posible por las mejoras introducidas en el motor con el fin de cumplir las últimas normas anticontaminación, reducir el nivel de ruido exterior y maximizar la eficiencia, como acabamos de destacar.
Muy juvenil y pintón, el último modelo de Toyota se queda casi solo en el segmento A, progresivamente abandonado por muchas marcas. Además, frente a competidores que han apostado por la electrificación completa, como el Fiat 500e o el Smart fortwo, puede jugar la baza de un precio muy ajustado. Está a la venta desde 14.400 euros en el acabado básico, Play, y llega a los 18.400 si elegimos la versión Chic en combinación con el cambio de variador continuo CVT.