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El Salón de Detroit, entre el cambio de modelo y la 'sombra' de Las Vegas

Pedro Umbert

Con más de 100 años de historia y 60 ediciones internacionales a sus espaldas, el Salón de Detroit (NAIAS) está mostrando en su edición de 2017 la medida exacta de cómo está cambiando el sector en los tiempos que corren, una transformación rapidísima en la que confluyen factores circunstanciales y otros de calado que afectan, entre otras realidades, al modelo mismo de salón del automóvil.

Para empezar, cada vez son más las marcas que declinan amablemente el ofrecimiento de montar sus stands en este tipo de ferias, en parte por los precios altísimos que se les demanda, en parte porque prefieren dedicar esa inversión a iniciativas más cercanas al cliente o a promocionar sus modelos en redes sociales. En el NAIAS 2017 han faltado Jaguar Land Rover, Mini y Porsche, por ejemplo, además de la ultramoderna Tesla.

En coincidencia con la importancia creciente de la conectividad y demás dotación electrónica en los coches, muchos fabricantes eligen exhibir sus propuestas más avanzadas en ferias de tecnología como la pujante CES de Las Vegas, que se celebra solo unos días antes que el Salón de Detroit.

La tendencia es tan clara a este respecto que el propio NAIAS ha inaugurado este año un salón anexo, bautizado AutoMobili-D, consagrado a dar a conocer las novedades en ese campo. Uno de los grandes constructores de casa, Chrysler, ha escogido precisamente dicha feria paralela para presentar el Portal Concept, un prototipo eléctrico y autónomo que, por cierto, ya había podido verse días antes en Las Vegas.

Si aderezamos todos estos ingredientes con la presencia en el CES de grandes nombres de la industria como Carlos Ghosn, presidente de Renault-Nissan –que, eso sí, ha repetido en Detroit, pero inaugurando el AutoMobili-D–, entenderemos el interés que han demostrado los organizadores por recuperar la notoriedad del salón. Con resultado desigual, hay que decir, aunque la cita ha sido rara también por la inquietud que genera en el sector el presidente electo Trump y por el nuevo escándalo de emisiones que EEUU endosa en esta ocasión a Fiat Chrysler Automobiles (FCA).

Mientras las marcas americanas han realizado apuestas tibias en el NAIAS, el brillo lo han tenido que aportar europeos y asiáticos. Audi desveló el Q8, un lujoso y enorme SUV de carrocería deportiva que comparte sistema de propulsión (híbrida enchufable) con el Porsche Cayenne S E-Hybrid. Volkswagen llevó la versión eléctrica y autónoma de su furgoneta de toda la vida, que en este caso se llamará I.D. Buzz Concept.

Mercedes había reservado para la Ciudad del Estrecho la nueva Clase E Coupé, además del lavado de cara del GLA y del superdeportivo AMG-GT.

La apuesta de Lexus ha sido la nueva generación de su buque insignia, el LS, aligerado y con variantes híbrida y de pila de hidrógeno. La de Infiniti, su próximo todocamino medio, el QX50, que estrenará un motor de compresión variable VC-Turbo. 

Por último, Kia ha mostrado su excitante modelo de tracción trasera Stinger, que llegará al mercado a finales de este año, y Nissan ha querido enseñar cómo serán sus futuras berlinas a través del concept Vmotion 2.0.