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Casi la mitad de los conductores mayores deja el volante únicamente por obligación

El momento de decir adiós al coche suele ser doloroso para las personas mayores.

Paula Ulloa

Dejar de conducir es parte de la vida de todo usuario de un automóvil, pero puede resultar una experiencia traumática para muchos mayores, sobre todo cuando no existen alternativas de transporte público a su alcance que garanticen su libertad de movimientos. “Ya no soy el mismo”, “mi familia ya no confía en mí” o “ya no sirvo para nada” son algunos de los sentimientos que albergan en el momento de decir adiós a las llaves de su coche.

Así lo expresan los expertos reunidos por la Fundación Mapfre para la presentación de su estudio titulado El proceso de cese de la conducción en personas mayores, cuyo objetivo es analizar la seguridad al volante de los conductores de más de 65 años, dar a conocer las variables socioemocionales que influyen en la decisión de cortarse la coleta y exponer las consecuencias que conlleva tomar esta determinación.

El informe explora también cómo influye el posible deterioro cognitivo de estas personas en la seguridad vial, una condición cada vez más frecuente a medida que envejecemos y que puede resultar más difícil de diagnosticar en sus fases iniciales que otras condiciones físicas (como la pérdida de visión), pues los reconocimientos oficiales de conductores no están diseñados específicamente para detectarlo.

En nuestro país, los usuarios de vehículos dejan de conducir, de media, a los 75 años, según la muestra analizada. Los conductores mayores registran menos siniestros viales con lesionados que los jóvenes, pero son más vulnerables cuando sufren lesiones de tráfico. También se caracterizan por ser el grupo con mayor experiencia, obviamente, y por mostrar una conducta de menor riesgo que otros usuarios.

El informe recoge al respecto datos de siniestralidad sobre este colectivo y destaca que los siniestros con mayores de 65 años al volante son entre un 24% y un 51% menos frecuentes que los que registran los más jóvenes, de acuerdo con cifras de la patronal de aseguradoras Unespa. No obstante, los mayores de 74 años presentan la tasa más alta de fallecidos viales de entre todos los grupos de edad, según la DGT, en parte debido a su mayor fragilidad física y al hecho de que, a menudo, estas personas conducen vehículos más antiguos que la media y se desplazan, con mayor frecuencia que otros conductores, por vías secundarias, menos seguras que autovías y autopistas.

El trabajo, que han llevado a cabo conjuntamente la Fundación Mapfre y el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona), sostiene que ni hay que restringir injustificadamente la movilidad ni se puede conducir cuando exista un peligro para uno mismo o para los demás. Subraya, además, la importancia de que exista una comunicación abierta entre mayores, familiares y especialistas médicos respecto al hecho de dejar de conducir, ya que sigue resultando un tema tabú. Según los expertos, este paso es clave para poder analizar cada caso de forma individual y ayudar a estas personas a tomar la decisión adecuada.

En el estudio se aportan datos de entrevistas realizadas a un grupo de casi 50 personas que han experimentado un proceso de cese de la conducción, entre las cuales se encuentran, por un lado, mayores que han acudido a una unidad de memoria, y por otro, familiares que han vivido esta experiencia con un allegado de edad avanzada.

De las principales conclusiones obtenidas, se desprende que el 45% de los exconductores mayores reconoce haber dejado de conducir de manera sugerida o forzada por las personas de su entorno, y no de manera voluntaria, y principalmente debido a sus condiciones médicas (41%), problemas de memoria (36%), dificultades para conducir el vehículo (32%) y un diagnóstico de demencia (23%). 

Las respuestas difieren cuando son los familiares los que responden: un 74% de ellos asegura que el mayor ha abandonado de forma involuntaria, principalmente por problemas cognitivos (61%), deficiencias en la conducción y malas condiciones físicas (35%), así como debido a un diagnóstico de demencia (17%).

El cese forzoso se vive de forma negativa por un 41% de los entrevistados, que sienten que pierden autonomía; un 27% no cree que deba dejarlo, el 18% dice que no tiene el control de la decisión, y para el 14% la cuestión le produce vergüenza y sensación de inutilidad. El adiós a las llaves les resta nivel de independencia (44%) y los fuerza a abandonar alguna de sus actividades habituales (45%). Cuatro de cada 10 también reconoce que mejora su funcionamiento cognitivo cuando dejan de conducir.

Pruebas adecuadas a la edad

Jesús Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de la Fundación Mapfre, destaca la importancia de mejorar el conocimiento sobre la relación entre deterioro cognitivo inicial y seguridad vial, además de alcanzar un consenso sobre las baterías de test más adecuadas para diagnosticar dicho deterioro cognitivo, y su posible combinación con valoraciones en simuladores o en tráfico real.

Tanto él como las dos representantes del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau presentes en el acto han abogado por diseñar nuevas pruebas de aptitudes específicas para mayores, realizar cursos de actualización de conocimientos y habilidades al volante en todos los conductores y facilitarles herramientas para el autodiagnóstico preliminar de sus capacidades, incluidas apps.

Para evitar riesgos al volante, los expertos en seguridad vial recomiendan a las personas mayores: pasar todos los reconocimientos psicofísicos necesarios para la renovación del permiso de conducir y hacer caso a las recomendaciones de los médicos; viajar acompañado siempre que sea posible, no usar el coche en hora punta, ni en condiciones meteorológicas adversas y horarios nocturnos; y ser consciente de los efectos de los medicamentos que están tomando y sus posibles implicaciones en la conducción.

También aconsejan aproximarse con cuidado a las intersecciones y acostumbrarse a mirar dos veces a ambos lados de la carretera antes de proseguir, así como extremar las precauciones a la hora de girar. Animan, por último, a utilizar el transporte público siempre que sea posible.

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