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El abrazo del alma

‘El abrazo del alma’

Una fría noche de junio de 1978 Ricardo Alfieri, fotógrafo jubilado de la revista El Gráfico, acudió al estado Monumental de River Plate. Allí se jugaba la final del Mundial de Argentina, a escasos 500 metros de la infame Escuela Superior de Mecánica de la Armada, el centro clandestino de detención que la dictadura argentina usaba para torturar. El partido lo disputaban la anfitriona y Holanda. Argentina ganó tras un emocionante partido que se decidió en la prórroga por 3-1.

La revista El Gráfico descubrió dos días después de terminar la final que había una serie de fotografías de Alfieri de una fuerza brutal. En ellas el portero argentino Fillol y el defensa Tarantini se abrazaban de rodillas en el césped, junto a ellos un hombre sin brazos les daba un abrazo a los dos con sus mangas colgando. 

El hombre sin brazos de la imagen que dio la vuelta al mundo es Víctor Dell'Aquila, un aficionado argentino al que diez años antes la vida se le mostró con toda su crueldad. “Yo siempre digo que el fútbol me salvó la vida. De pequeño me encantaba trepar por los árboles. Estaba todo el día saltando de un lugar a otro, jugando. Un día, lo recuerdo perfectamente, me subí a un árbol que estaba cerca de la carretera, me resbalé, y en la caída me sujeté en un poste eléctrico cayendo desde quince metros de altura. Me electrocuté y me tuvieron que amputar los dos brazos. Imagina el drama. Recuerdo que le dije al médico: ‘¿para qué me dejas vivir?’, y él me respondió ‘nene, le tienes que devolver la vida a tu madre’. Tenía doce años”. Así lo contaba Víctor en un reportaje de Borja de Matías para la revista Líbero

Su gran pasión era el fútbol y casi todos los domingos le dejaban pasearse por el túnel de vestuarios de la Bombonera y sentarse detrás del banquillo. Aprendió a conducir con los hombros, a usar los pies y a ser autónomo. En resumen, a vivir sin brazos. Hasta hace unos años seguía jugando al fútbol con sus amigos. El resto de su vida se la ganó vendiendo cupones y realizando trabajos de fontanería y albañilería. 

El día del partido Víctor, que entonces tenía 22 años, logró que un hombre al que conocía en una de las puertas le dejara entrar. “Estaba en la grada pero cuando faltaba poco para terminar el partido me fui bien abajo y me senté. En esa época era un pendejo, pesaba 50 kilos y tenía un buen estado. Cuando vi que el árbitro levantó la mano, pasé los pies, flexioné y ¡tac! Caí paradito (superando el foso). Pero seguían jugando, habían adicionado minutos. Entonces caminé despacito y me puse al lado del palo de Fillol. Y cuando tocó pito el juez salí corriendo en busca de alguien a quien abrazar. En un momento, Tarantini se arrodilló como rezándole a Dios. Fillol hizo lo mismo y se abrazaron. Justo llegué yo. Me frené y las mangas se fueron para adelante. Y ahí Alfieri sacó la foto. Yo la tengo dedicada por él”, relató a la revista El Gráfico.

Osvaldo Ardizzone, periodista de El Gráfico bautizó la fotografía de Alfieri como “El abrazo del alma”. Y así fue como ha pasado a la historia. La imagen sirvió hasta para una campaña de Coca-Cola. La fotografía ganó más de 80 premios internacionales.

 

Mientas tanto, en Rusia 2018

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‘El abrazo del alma’

Una fría noche de junio de 1978 Ricardo Alfieri, fotógrafo jubilado de la revista El Gráfico, acudió al estado Monumental de River Plate. Allí se jugaba la final del Mundial de Argentina, a escasos 500 metros de la infame Escuela Superior de Mecánica de la Armada, el centro clandestino de detención que la dictadura argentina usaba para torturar. El partido lo disputaban la anfitriona y Holanda. Argentina ganó tras un emocionante partido que se decidió en la prórroga por 3-1.