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Aprovechando la celebración del Mundial de Rusia lanzamos este blog para contar las historias más curiosas o desconocidas de los mundiales: política, literatura, algún test de conocimientos, economía y algo de fútbol.

Cuando la rivalidad supera lo deportivo

Celebración del gol del siglo de Maradona en 1986

Óscar Abou-Kassem / Paco López

El próximo jueves arranca el Mundial de Rusia. El partido inaugural lo disputarán dos de los principales actores enfrentados indirectamente en Siria. Por un lado Rusia, que ha dado todo tipo de apoyo al régimen de Damasco, y por otro Arabia Saudí que ha intentado derrocar a Bashar al Asad a través de los rebeldes.

La familia real saudí ve a al Asad como un aliado de su archienemigo Irán, con el que mantiene un enfrentamiento ancestral siendo los dos países más representativos de las dos ramas del Islam: suníes (saudí) y chiíes (iraníes).

Parece improbable que Irán y Arabia Saudí se clasifiquen en sus grupos pero si los dos lo hacen podrían cruzarse en octavos de final. Eso sí que sería un partido de la máxima rivalidad. O quién sabe. A lo mejor surge una oportunidad para abrir una vía diplomática…

Los saudíes, como los iraníes, están en todas las salsas. Cierran su partido de la fase grupos contra Egipto. Aunque ahora son aliados con enemigos comunes como Irán y Catar pero los dos países siempre se han disputado la supremacía en el mundo árabe. Egipto representa desde tiempos de Nasser la bandera del nacionalismo árabe mientras que los saudíes han sido la potencia económica aliada de EEUU.

En el grupo de España, además de Portugal, han quedado emparejados Irán y Marruecos. A principios de mayo Rabat anunció que rompía las relaciones diplomáticas con el régimen de Teherán acusándolos de financiar y armar al rente Polisario. El Gobierno marroquí acusó a la milicia libanesa de Hizbulá (tutelada por Irán) de entrenar miembros del Polisario en Tinduf. Rabat expulsó además a los diplomáticos iraníes. Irán ha negado todas las acusaciones y lo vincula a una estrategia de Arabia Saudí para aislarle internacionalmente. La geopolítica de Oriente Próximo estará muy presente en la primera fase del torneo.

Heridas de Yugoslavia

Sería casi un milagro que Croacia y Serbia se encontraran en este Mundial de Rusia. Ambas tendrían que llegar a semifinales. Eso sí que sería un partido con historia. Todavía no se han encontrado en partido oficial. En la memoria de ambos perdura el partido que el 13 de mayo de 1990 ejerció como gasolina para la mecha que ya había prendido en la vieja Yugoslavia. Se disputaba en Zagreb el clásico del fútbol yugoslavo entre el Dinamo y el Estrella Roja de Belgrado. En las gradas los ultras serbios comenzaron a atacar a los aficionados croatas ante la pasividad de la policía yugoslava (controlada desde Belgrado). Boban, el jugador estrella del Dinamo, frustrado por lo que veía, acabó dando una patada a un policía. Se convirtió automáticamente en la imagen de la lucha croata contra el opresor serbio. ¿Quién no vería ahora, aunque fuera por mero interés atropológico, un Croacia-Serbia?

Polonia y Rusia también tendrían que llegar a semifinales para verse las caras. El conflicto histórico entre ambos ha tenido muchos momentos destacados. Desde el Imperio ruso controlando gran parte del territorio polaco pasando por la dominación soviética a la tensión por la presencia de la OTAN a las puertas de la Rusia de Putin. Quizás el episodio más doloroso para los polacos fue descubrir el engaño al que les sometieron los soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial al culpar a los alemanes de la Masacre de Katyn. En ese bosque ruso fueron asesinados más de 20.000 polacos entre los que se encontraba la flor y nata de su mando militar y policial además de gran parte de sus intelectuales, profesores, artistas… El régimen de Stalin se ocupó de responsabilizar a los nazis hasta que en 1990 Gorbachov reconoció que la orden la había dado el Kremlin.

Con las Malvinas en el recuerdo

La quintaesencia de una rivalidad que supera lo deportivo es la que mantienen Inglaterra y Argentina. La gresca dentro del campo arrancó en 1966 cuando los ingleses eliminaron a los argentinos en Wembley con una polémica expulsión de Antonio Rattín, quien al abandonar el campo acabó estrujando un banderín con la Union Jack y haciendo gestos a la grada.

Todo pasó a otra dimensión con la Guerra de las Malvinas de 1982. Tras la humillante derrota militar argentina el fútbol dio una oportunidad de revancha en el escaparate global que fue el Mundial de México en 1986. Maradona dejó en su duelo dos goles para la posteridad en su duelo de cuartos de final contra los ingleses. El primero el de ‘la mano de Dios’ y el segundo el que los argentinos recuerdan como el Gol del siglo en el que ‘El Pelusa’ dejó atrás medio equipo inglés. El primero dolió más que el primero. La albiceleste y los pros se han vuelto a encontrar con victoria argentina en 1998 y triunfo inglés en 2002. La eterna revancha les esperaría en unas semifinales que superarían lo deportivo.

El Mundial de Rusia ofrece múltiples enfrentamientos de países con rencillas. Entre los clasificados no se encuentra Estados Unidos. Puede que la cuenta de twitter del presidente Trump haya perdido una gran ocasión para desarrollar su particular concepto de la diplomacia.

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