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Ad Absurdum: “Los políticos usan la historia con ignorancia, pero suelen tener mucho éxito”

De izquierda a derecha, David Omar Sáez Giménez, Juan Jesús Botí Hernández e Isaac Alcántara Bernabé/ Miguel Martínez Sánchez

José Miguel Vilar-Bou

Murcia —

Tras el éxito de “Historia absurda de España”, Ad Absurdum, nombre que reúne a los jóvenes historiadores murcianos David Omar Sáez, Juan Jesús Botí e Isaac Alcántara, regresa con “Historia absurda de Cataluña” (La Esfera de los Libros).

Esta vez nos adentran en la historia catalana, como de costumbre sin concesión a lo políticamente correcto (más bien atacándolo de frente), sin casarse con nadie y sin miedo a herir sensibilidades con su humor libre y salvaje. Los falsos mitos y la manipulación constante del pasado son otros de sus caballos de batalla. El libro, con ilustraciones de José David Morales, se nos presenta como una “guía tragicómica” ideal para un momento de confusión como el que vivimos. “Historia absurda de Cataluña” se presenta el próximo 14 de marzo en la librería Educania.

¿Por qué contar una historia absurda de Cataluña?

Queríamos aclarar cómo es posible que se haya llegado a esta situación. Hacía falta mostrar los entresijos de la historia catalana, procurar que la gente hable con conocimiento, sabiendo de dónde vienen los referentes y símbolos: la estelada, la Diada, quién es Casanova, etc.

¿Os ha dado miedo meteros en un berenjenal que, como vosotros decís, ha roto más de un grupo de WhatsApp?

Sólo un poquito. Hablar de historia cuando las sensibilidades están a flor de piel puede ser arriesgado, pero creemos que este libro puede ayudar precisamente a tratar las cosas desde otro punto de vista. El humor puede ayudar a la distensión y a comprender mejor la situación.

“El procés es algo tan español como la tortilla de patata”, afirmáis con ironía, por la de veces que la cuestión ha aflorado en los últimos siglos.

¿Con ironía?

“Si te ha ofendido alguna de las frases... estás muerto por dentro”, afirmáis en las dedicatorias. ¿Es vuestro libro una reivindicación de la libertad del humor en tiempos de hipersensibilidad?

Sólo en tanto que el resto de nuestro trabajo lo es. Siempre tratamos temas delicados con humor porque creemos que es una de las mejores formas de divulgar.

¿Quiénes creéis que van a ser vuestros lectores: españoles, catalanes, independentistas, antiindependentistas, equidistantes...?

Un poco de todo. La curiosidad puede ayudar a derribar barreras, y puede que el libro guste o disguste a los lectores más diversos.

Habláis de la tan mentada “andaluzofobia”. ¿Es este recurso algo muy socorrido en la historia del Cataluña?

Eso parece. Ciertos sectores buscan siempre la confrontación para agitar a los suyos, y sí que hemos visto comentarios muy inoportunos de ese tipo contra andaluces, murcianos, extremeños...

Hacéis también referencia a las funestas declaraciones de Pablo Casado sobre el fusilamiento de Lluis Companys. ¿El modo en que los políticos están gestionando la cuestión va más allá del absurdo?

Sin lugar a dudas. Uno de los puntos del libro es ese: que los políticos utilizan la historia como arma política. Y además lo hacen sin tener muy claro lo que están diciendo, con la ignorancia por bandera. Pero esos comentarios suelen tener éxito. Si te dicen que España tiene 3000 años o que Cataluña era poco menos que el motor de Roma, te vienes muy arriba y te lo crees. Se genera más orgullo nacional.

Una pregunta seria: Al hilo de vuestra investigación para el libro, ¿Cómo creéis que evolucionará la situación en el futuro?

La verdad es que la especulación es compleja, sobre todo teniendo en cuenta los acontecimientos totalmente imprevisibles de los últimos meses. Lo que está claro es que parece que sigue yendo para largo.

¿Ha sido la verdad, en este caso histórica, la primera víctima del enfrentamiento entre España y Cataluña?

Eso creemos. Mucha gente se ha armado con argumentos históricos para este debate, y eso ha hecho un flaco favor a la historia. Justificar la independencia con Felipe V o el unionismo con los Reyes Católicos no tiene mucho sentido. Lo lógico sería que la discusión partiese desde la política actual, que el diálogo prescindiese de rencillas históricas.

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