Antônio Pecci 'Toquinho', natural de São Paulo, forma parte del firmamento histórico de la bossa nova. Comenzó a los 17 años con Chico Buarque y fue pupilo y heredero de la magia y la poesía hecha música de los padres de la bossa nova como lo son el recientemente fallecido João Gilberto, Vinicius de Moraes o Tom Jobím, entre otros. Con 55 años sobre los escenarios y más de ochenta discos en su haber, el creador de un himno como es 'Aquarela' actuará el próximo 25 de Julio en el Auditorio Parque Torres de Cartagena, con motivo del festival Internacional La Mar de Músicas que se está celebrando en la ciudad portuaria durante todo el mes de julio.
¿Quién es Toquinho según uno mismo?
El equilibrio es la base de todo, me refiero al equilibrio general. Leí una frase de Fernando Pessoa que dice: “No te acostumbres a lo que no te hace bien”. Las personas se acostumbran a lo que encarcela su vida por comodidad, falta de dinero o de coraje. Entonces, tienes que hacer lo que quieres hacer y no acostumbrarse a lo que te hace mal. ¡El orgullo es fundamental! ¡Tiene que existir! No soy nostálgico, anticipo el futuro en la intensidad del presente preservando la simplicidad.
Vivimos un momento de duelo para el mundo de la bossa nova. Recientemente ha fallecido uno de los considerados padres de la misma. ¿Cómo se siente tras la pérdida de João Gilberto? ¿Cuál cree que ha sido su mayor aporte al mundo musical de la Bossa Nova? ¿Cuál o cómo era su relación con él?
La importancia de João Gilberto trasciende a la propia Bossa Nova. Fue contemporáneo del futuro: incorporó desde los primeros discos la samba de raíz en su repertorio, con sus interpretaciones hacía levitar al pasado, elevándolo con su voz suave y su ritmo transformador.
El universo musical cambió después de João Gilberto. Él es la Bossa y lo nuevo: la Bossa Nova es João Gilberto. Nadie olvida el momento exacto en que escuchó por primera vez Chega de saudade. Si somos herederos de la bossa nova, somos herederos de João Gilberto.
Con él, el mundo pasó a cantar el Brasil en la disonancia, en la armonía y en el ritmo innovadores de ese genio de la simplicidad y la pureza vocal. Mostraba lo perfecto, pero no bastaba. Quería la perfección de lo perfecto. Consiguió que su voz y su ritmo permanecieran para siempre incentivando y mejorando cualquier tendencia musical. Las generaciones futuras aprovecharán su genialidad.
Él fue fundamental en mi decisión de tocar la guitarra, y un impacto que recibió toda mi generación. Aquella samba hecha de esa forma… Era todo una gran novedad, era la Bossa Nova. Él es la bossa nova, la semilla de toda la transformación musical brasileña. Chega de Saudade fue un punto de partida enorme para esa transformación.
¿Cree que la grabación de la canción Chega de saudade marcó un antes y un después en el origen de la bossa nova?Chega de saudade
Ya había una atmósfera transformadora flotando por la música popular brasileña desde mitad de los años 50, con varios grupos haciendo una música diferente. Pero cuando João Gilberto grabó Chega de saudade con su ritmo inusual en la guitarra todo se consolidó. Reveló la marca registrada de la bossa nova, había encontrado el símbolo que señala la inflexión de la música brasileña: el antes y el después de Chega de saudade. Todo comenzó a girar en torno a la belleza armónica, rítmica y poética de su estructura musical.
Vinculado a los orígenes del nacimiento de la Bossa Nova, ¿qué le atrapó exactamente de esa vida bohemia y de ese entorno cultural carioca?
La bossa nova es consecuencia de una época positiva y optimista. Brasil era bonito, ganador en los deportes, innovador en el cine y el teatro. Vivíamos el dinamismo de un gobierno sin miedo y creíamos en el progreso marcado por la construcción de Brasilia y su arquitectura valiente. Ese ambiente de vitalidad existencial influyó decisivamente en la creatividad de una generación de jóvenes que querían expresar lo nuevo del alma y los sueños. He aquí la bossa nova.
En alguna ocasión ha dejado entrever la unión que tiene con su guitarra. ¿Se considera más músico que cantante?
La guitarra es una prolongación de mi cuerpo. Cada día me dedico más, como si el instrumento fuese un bebé recién nacido que requiere atención; y el músico un padre excepcional, ambos se completan permitiendo que la vida los confunda en madera y piel, cuerdas y corazón. Simbiosis que se propaga en colaboradores, viajes, conciertos y discos por Brasil y por el mundo.
La guitarra me hace hablar con Dios, y la música es la escritura de ese diálogo. Tocar la guitarra, para mí, es respirar con las manos, y la música es el aire en forma de acordes. La guitarra es el principio de todo, me hace compositor e intérprete. Soy las dos formas de ese arte: un “cantautor”.
¿Tiene algún peso para usted en su creatividad el componente Jazzístico?
Soy heredero de la bossa nova. En consecuencia hay alguna partícula de Jazz en mis composiciones.
Antonio Carlos Jobim, Vinicius de Moraes, María Creuza o el propio João Gilberto. ¿En qué medida han podido influir en su música?
Maria Creuza y yo iniciamos nuestras carreras en la misma época. Fuimos lanzados al mundo por medio de Vinicius de Moraes, que ya era mi ídolo desde la adolescencia. Al igual que Tom Jobim y Joao Gilberto. Los tres formaron el eje de la Bossa Nova. Súmese a ellos Carlos Lyra y Baden Powell y se completan las principales influencias de mis composiciones.
Hace ya una década, el diario El País publicaba un artículo sobre cómo el Funk brasileño nacido de las favelas podría destronar a ese otro género, nacido en este caso de un mundo más “elitista”: la Bossa Nova. ¿En qué punto cree que se encuentran ambos géneros musicales en la actualidad?
La bossa nova no tiene tiempo ni edad, es inmortal. Todo lo que vino después lleva el rastro de su estructura, hasta el Funk. En Brasil todo puede convivir al mismo tiempo con intensidad gracias a la creatividad de su pueblo.
¿No le da la sensación de que falta gente más joven en los conciertos de Bossa Nova? ¿A qué cree que se debe?
He hecho conciertos con Ivan Lins, Joao Bosco, Roberto Menescal y Carlos Lyra y en todos, los teatros estaban llenos de gente de todas las edades. En cuanto a los artistas jóvenes, van incorporando poco a poco los valores indiscutibles de la Bossa Nova porque en ellos hay una simplicidad sofisticada que absorben a lo largo de la madurez.
¿Está de acuerdo con la afirmación de que la bossa nova es la musicalización de la poesía, o son dos géneros distintos para usted?
La gran virtud de Vinicius de Moraes fue transportar la poesía de los libros a la música popular, convirtiendo las letras de las canciones en verdaderos poemas de amor. La música se volvió más leve y romántica, como invadida por la luz del día.
A pesar de lo recurrente que debe ser para usted, es de obligado cumplimiento preguntarle por un himno mundial como es la canción Aquarela. ¿Qué cree que la ha llevado a ser considerada eso, un himno?
'Acuarela' es una canción mágica. Alberga sueños al mismo tiempo que habla de una realidad ineludible: el fin de todo. Su poesía es envolvente y verdadera, invita a las personas a viajar por su magia. Parece que todos vuelven a ser niños al oír y cantar esa canción.
El próximo 25 de julio estará presente junto a Silvia Pérez Cruz y Javier Colina en La Mar de Músicas 2019. ¿Con qué nos vamos a encontrar ese día?
Será un placer y un gran honor estar junto a esos dos genios de la voz y el contrabajo. El “sonido del silencio”, como es evidente, tiene mucho que ver con las características de la bossa nova. Estaremos en familia, efectivamente.