Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Cartagena Puerto de Culturas: el proyecto que en dos décadas ha desenterrado la joya del turismo cultural mediterráneo

Vista de Cartagena desde lo alto del Castillo de la Concepción. En primer plano, las ruinas del Teatro Romano. Al fondo, los astilleros del puerto y el Arsenal militar.

Álvaro García Sánchez

12 de diciembre de 2024 06:00 h

0

La historia de una ciudad no solo está escrita en los libros y en las revistas científicas y custodiada en los archivos municipales, sino que también se puede encontrar de frente en sus múltiples calles y rincones. La historia de Cartagena es un ida y vuelta constante de altibajos, de esplendor y decadencia, de sucumbir al fracaso para volver a reinventarse después. Allá por el año 2000, el recién constituido Consorcio Cartagena Puerto de Culturas nació bajo la premisa de buscar en Cartagena un porvenir cultural y turístico que lavara la cara de una ciudad que se encontraba entonces sumida en una fase de desmantelamiento de su extenso cinturón industrial.

Cuando cerraron todas las fábricas, a finales de la década de los noventa y principios del nuevo siglo, Cartagena era un lugar gris y oscuro que convivía cotidianamente con la nube tóxica de las mismas chimeneas de los sectores metalúrgico, minero y químico que, tras ser clausurados, dejaron una tasa de desempleo superior al 20% en el municipio. Había barrios muy antiguos y medio en ruinas que ochenta años atrás habían sido la vanguardia del modernismo y de la alta burguesía. El entramado urbano había caído en una decadencia no fortalecida por el paso del tiempo, sino masacrada por él.

Fue, entre otras muchas cosas, el trabajo de ese novedoso Consorcio constituido en el cambio de milenio el que, al cabo de los años, permitió rescatar a la ciudad del abismo del fin de ciclo industrial. Hoy en día, en un cartel que decora la fachada del Museo del refugio de la Guerra Civil, se puede leer, en grande, entre un collage de fotos del Teatro Romano, el Castillo de la Concepción y el Barrio del Foro: “En este instante comienzan nuestro futuro y nuestro pasado”.

En el año 2000, Cartagena no era más que una promesa de sí misma, y hoy es un tesoro de valor incalculable que ya ha sido desenterrado; es un reguero de ciudadanos, visitantes y turistas que pasean por la ciudad y la disfrutan bajo el imán y la atracción de descubrir en ella, siempre, algo inesperado.

La trayectoria de Cartagena Puerto de Culturas no es la trayectoria de una entidad cultural al uso: es más bien una cronología del crecimiento turístico, patrimonial y artístico de la ciudad portuaria y el modelo de éxito de un ambicioso proyecto que nació de cero con una idea que entonces parecía muy lejana.

La semilla del cambio

La necesidad era clara a comienzos del siglo XXI: abrazar la modernidad, y hacerlo de la mano de la cultura. Cartagena está situada en un emplazamiento inmejorable, dentro de una bahía desde la que se observa cada día el horizonte del mar Mediterráneo. Con más de tres mil años de historia a sus espaldas, era imperioso promover un desarrollo de la ciudad basado en la recuperación y puesta en valor de esa Cartagena pasada, que ya se sabía que existía, pero que tan solo se descubrió de verdad unos años antes, en 1987, cuando el arqueólogo Sebastián Ramallo desenterró sin proponérselo las rocas de color de arena del Teatro Romano que habían permanecido sepultadas durante casi 20 siglos. Había toda una ciudad esplendorosa oculta debajo de las calles que la gente pateaba en su día a día.

En 1998 se elaboró un Plan de Dinamización Turística de Cartagena, con participación de las administraciones nacional, regional y local, y con más de un millón de euros de inversión conjunta, que se centró en el acondicionamiento de los pocos yacimientos que por entonces ya estaban descubiertos. Pero fue en el año 2001 cuando se dio un paso más creando el Consorcio Cartagena Puerto de Culturas, primero como una amalgama del Ayuntamiento, la Región de Murcia, la Confederación de Empresarios, la Cámara de Comercio, la Autoridad Portuaria y la Universidad Politécnica, y después como una sociedad mercantil que tenía una única convicción: si Cartagena se renovaba, el desarrollo económico de la ciudad llegaría por inercia.

Fue ahí cuando comenzó la tendencia ascendente. Cartagena tenía ya un mapa urbano y una disposición envidiable de calles muy antiguas, y solo faltaba convertirlas en una secuencia temporal que abarcara varios siglos de historia. La semilla del cambio había llegado a la ciudad para quedarse. Su imagen en el mercado turístico y cultural del país iba a cambiar para siempre.

Primeros museos

Cartagena aterrizó de un año para otro en la lista preferente de destinos de los turistas españoles y europeos. Muy pronto aquella circunstancia traería consigo el desarrollo de un tejido empresarial ligado a la prestación de servicios turísticos. La gente venía a la ciudad portuaria expresamente para visitar todo el patrimonio histórico que tenía que ofrecerle.

En el año 2003 se marca el punto de partida. La semilla del cambio ya no iba a dejar de dar brotes en ningún momento. Cartagena Puerto de Culturas había sido creada por y para Cartagena. Su proyecto estaba inmiscuido en la ciudad, con un grupo de personas entusiastas de la cultura y el arte que creían que con perseverancia iban a transformar, en cuestión de meses, la estampa de una ciudad entera. Así lo hicieron.

A comienzos de ese mismo año se abrió el Centro de Interpretación de la Muralla Púnica. El primer espacio de los ocho que actualmente conforman la oferta de la entidad es también, en realidad, el resquicio más antiguo que se conserva en Cartagena, datado del siglo III a.C. Es uno de los pocos restos de construcciones defensivas púnicas que han llegado hasta la actualidad en España. Su buen estado de conservación tiene mucho que ver con el edificio vertical que la protege.

Pero no todo quedó ahí. En 2003 también se inauguró, unos meses después de la muralla, el Centro de Interpretación de la Historia de Cartagena en el Castillo de la Concepción, la atalaya construida por los árabes en una ladera boscosa en pleno centro de la ciudad, entre verticales umbrías de pinos, desde cuya cima se aprecia, de un golpe de vista, la Cartagena de construcciones remotas en el tiempo, de edificios modernistas y campanarios de iglesias rodeada por el mar.

Llegó también en aquel año el Decumano romano, yacimiento de una de las dos calzadas principales de la antigua Cartago Nova, y el Augusteum, con los restos de los edificios más importantes de su Foro.

La historia de Cartagena ya estaba ahí, a la vista de cualquiera, desempolvada, a apenas unos pasos, desde las calles altas de la Muralla hasta la zona más baja, donde se ubica el Decumano. Miles de años ya esfumados y apenas concebibles en la imaginación se encontraban al alcance de la mano en unas ruinas cuidadosamente restauradas para la ocasión.

La joya de la corona: el Teatro Romano

Pasaron los meses y los museos y los espacios inaugurados por Cartagena Puerto de Culturas se fueron ampliando. En 2004 llegó la Casa de la Fortuna, una vivienda romana con restos de pinturas murales que habían soportado milenios de antigüedad en perfecto estado de conservación. También el Pabellón de Autopsias, edificio anexo al Hospital de Marina del siglo XVIII, y junto a él, solapado, el Anfiteatro Romano, que hoy en día continúa siendo excavado bajo la Plaza de Toros.

Al bajar la colina donde se erigió el Anfiteatro, la historia se comprime en una sola calle. En las paredes de Gisbert están los refugios de la población de Cartagena contra los bombardeos de la aviación fascista en la Guerra Civil. Sus túneles, accesibles también desde 2004, son un laberinto oscuro repleto de memoria y dignidad, de objetos personales, de fotografías y testimonios desgarradores de la barbarie.

Del 2005 en adelante, Cartagena ya era otra. La ciudad se dinamiza y crece a un ritmo exponencial. Su economía se diversifica: los centros y museos abiertos por Cartagena Puerto de Culturas provocan un flujo constante de visitantes, y la actividad turística impulsa la aparición de empresas relacionadas con la hostelería, el transporte y los servicios. Los cruceros comenzaron a llegar cada semana al puerto. Los barrios que años atrás habían sido una acumulación inconexa de edificios medio en ruinas condenados al olvido se transforman. Ahora la gente busca visitarlos, porque en ellos aparecen más pedazos de historia.

El antiguo barrio de pescadores del casco histórico de Cartagena ya no volvió a ser el mismo desde 1987. Allí se halló de manera fortuita el Teatro Romano cuando en realidad se pretendía construir un Centro Regional de Artesanía. En 2008 el yacimiento, tras 21 años de trabajo, estaba plenamente restaurado. La joya de la corona de la ciudad portuaria se convirtió en museo. Había visitantes -más del 30% del total anual de los museos de la entidad visita el Teatro- a todas horas, haciendo fotos, mirando, sintiéndose parte de la historia, en un semicírculo de piedra, en el graderío, junto a una fila ordenada de columnas de granito, esculturas de mármol blanquecino y maderas sobre el escenario. 

Con el Teatro Romano, esa semilla del cambio en Cartagena ya se había apoderado de toda la ciudad. El barrio del Molinete tampoco volvió a ser el que hasta entonces había sido. Los más de 2000 metros cuadrados de excavación del Barrio del Foro Romano permitieron desentrañar los misterios y las maravillas de las diversas civilizaciones que habitaron Cartagena. La apertura de su museo lo convirtió en el parque arqueológico más grande de España. Desde el año 2012 es accesible a un público que lo pasea y lo fotografía con íntima admiración. En 2021 lo inauguró, de manera oficial, el Rey Felipe VI. 

Récord de visitantes en un año

Con una inversión total cercana a los 15 millones de euros en todo su periplo desde 2001 hasta la actualidad, Cartagena Puerto de Culturas ha convertido a la ciudad en un destino turístico sin parangón, un conjunto de espacios para dar a conocer la historia de una de las ciudades más importantes de todos los tiempos.

Durante todos esos años de trayectoria, la entidad recibió numerosas distinciones. Entre ellas destacan el Premio Regional de Arquitectura 2004 por la Muralla Púnica, el Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte por el Foro Romano en 2012, y el Galardón Internacional CICOP por la Restauración y Conservación de Paisajes Culturales en el año 2014.

Su modelo de éxito es reafirmado año a año. Los datos no engañan: en noviembre de 2024, Cartagena Puerto de Culturas batió su propio récord de visitantes en un año, superando los 544.444. En 2003, por poner un ejemplo de la transformación, el número de visitantes fue de 29.000. La alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, puso el foco el día en que se batió dicho récord en la “importancia” de seguir “creciendo como destino turístico de calidad” para así, dijo, atraer “mayor inversión económica y mayor impacto en la hostelería, en el comercio y en el casco histórico”.

¿Qué deparará el futuro?

Al hilo de las palabras de la primera edil, el futuro de la ciudad y de la propia entidad cultural se vislumbra con la altura de miras de saber todo lo que se ha crecido en dos décadas, pero también con la expectativa de lo que depararán los próximos años. Es difícil no detenerse un instante a mirar ese cartel que cuelga de la fachada del refugio de la Guerra Civil. “Nuestro futuro”. “Nuestro pasado”.

La clave del porvenir de Cartagena radica precisamente en saber aprovechar su pasado como hasta ahora. Dos proyectos más se sumarán a la red de Puerto de Culturas en este 2025: el régimen de visitas del Anfiteatro Romano, y la apertura proyectada de la Casa Natal del inventor del submarino, el cartagenero Isaac Peral.

También seguirá siendo importante la oferta cultural de las actividades que la entidad pone a disposición de toda Cartagena, como los conciertos en las noches de verano en el Fuerte de Navidad, lugar donde antiguamente se defendía a la ciudad de sus amenazas, la subida en el ascensor panorámico o los paseos en el barco turístico que permite a la gente aproximarse a Cartagena con la misma perspectiva que veían los que llegaban al puerto hace más de mil años. 

No obstante, la prosperidad también acarrea ciertos desafíos. El principal de todos ellos, el de las comunicaciones. Una adecuada mejora en infraestructuras, sobre todo en el ámbito ferroviario, con la llegada de la Alta Velocidad, permitirá acoger un mayor número de turistas y viajeros.

El futuro de Cartagena con Puerto de Culturas pasa por que esos mismos visitantes se lleven a la ciudad portuaria en su corazón, porque pasen varios días en ella y no se dejen ni un solo rincón sin saborear, pero también es un camino todavía por recorrer, como lo era hace más de 20 años gran parte del casco urbano que por entonces permanecía enterrado y desconocido. Cartagena es una ciudad descubierta de la que todavía queda mucho por descubrir, y que sigue manteniendo, cada vez que alguien la recorre lentamente desde dentro o que llega a ella desde la autovía, el tren o el mar, esa aura perenne de promesa.

El próximo 2026, la entidad cultural celebrará su 25º aniversario. Su objetivo sigue siendo el mismo que el que tenía en su nacimiento: contribuir al progreso de la ciudad portuaria, aumentar sus museos, dinamizar sus calles y lograr, como se ha logrado hasta ahora, que el público se sumerja en las infinitas historias que contiene la historia de Cartagena.

 

Etiquetas
stats