La cuarta jornada del IBAFF viaja desde Georgia hasta Argentina

La primera proyección de esta jornada suponía la tercera película que el programador nos trae de la sección oficial del Festival Internacional de Cine de Marsella, la coproducción entre Alemania y Georgia titulada 'Let the summer nenver come again'. La ópera prima de Alexandre Koberidze, estudiante de cine de la Academia de Cine y Televisión de Berlínde origen georgiano supone un estimulante reto para el espectador por dos aspectos: primero su duración de más de 200 minutos y en segundo lugar por haber sido filmada con un móvil antiguo de poquísima resolución, en concreto un Sony Ericsson W580 con una asombrosa cámara de 2 megapíxeles, con lo que la imagen se nos muestra fuertemente pixelada.

Filmada en Georgia, antigua república independiente bajo la fuerte influencia de Rusia cuenta la historia de un joven que deja su pueblo para ir a una audición a la capital, Tiblisi, y así poder ingresar en una importante compañía de baile. Tras su llegada su sueño se frustra y se ve obligado a sobrevivir involucrándose en peleas ilegales e incluso prostituyéndose. Sin embargo, se enamora del 'oficial', un militar que le introduce en la prostitución y al que acabará abandonando para volver a su pueblo natal.

La película es conducida por dos voces en off, una femenina y otra masculina. La voz femenina aparece dispersa a lo largo de la película con un estilo que recuerda al del cine mudo lanzando consignas y explicaciones al espectador con el fin de construir una narrativa, a veces aportando detalles de la acción fuera de campo y a veces, sencillamente, buscado la complicidad con puntuales toques de humor.

La voz en off masculina aparece en los intermedios de los tres capítulos o partes en los que se estructura el filme. Esa parte es la única que ha sido filmada en alta definición. Esa voz, nos lee un siniestro texto en el que las alegorías a una guerra quizá pasada, o quizá por venir, son constantes.

El fuera de campo es usado por el autor para tratar de convencer al espectador de la sinceridad del amor y entrega que los protagonistas sienten el uno por el otro. A lo largo del metraje vemos a los dos protagonistas entrar y salir de casas, de hoteles, incluso del bosque, pero jamás vemos qué pasa en el interior, sencillamente lo suponemos. Y entre cada ida y venida en la relación entre los amantes, el director se atreve a intercalar algunos momentos cómicos, como el del hombre que olvida algo, el hombre que vacía una sandía que pretende usar en un atraco, o la mujer atendida por una ambulancia por lo que parece un sofoco por el calor de ese verano que no debe volver.

Desde los primeros planos es evidente el inteligente uso que del formato hace Koberidze, que junto a la fotografía consigue convertir las panorámicas de paisajes del principio en obras pictóricas próximas a Cézanne, mientras que las imágenes nocturnas recuerdan más a Paul Klee. Es por tanto importante destacar que bajo la apariencia de un cine precario se encuentra una fotografía y producción sumamente cuidada para aprovechar al máximo la tecnología elegida para filmar. En definitiva, una película que crece tras su visionado.

'Una ciudad de provincia'

Rodrigo Moreno, nacido en Buenos Aires en 1972, es un reputado cineasta, guionista y productor. Es un miembro del denominado 'Nuevo cine argentino' que estudió cine en la Universidad del Cine de Buenos Aires y ha recibido multitud de premios y menciones, incluida su nominación al Oso de oro de Berlín por 'Un mundo misterioso' (2011), o la mención especial en el BAFICI 2017 con, precisamente, 'Una ciudad de provincia'.

Moreno nos trae un relato coral, sin testimonios sorprendentes ni en primera persona, con la aparente pretensión de mostrar las múltiples capas y elementos de las que está compuesto el universo de la turística ciudad de Colón. Y lo hace de un modo aparentemente anárquico: yuxtaponiendo personas, casas, perros, comercios, vida nocturna, árboles y perros y más perros.

Según el propio director, pretende retratar la vida de una ciudad media, tratando de encontrar cómo es la vida en una ciudad de apenas 30.000 habitantes. Sin pretensiones sociológicas o antropológicas, huye de cualquier sensacionalismo, por tanto, no muestra situaciones de precariedad y su objetivo no es hacer un producto sensacionalista o denunciar.

Colón, es una ciudad principalmente turística, la típica ciudad que parece languidecer tras la temporada estival, siendo uno de los principales destinos de estas características en Argentina. Fuera de temporada es una ciudad más sobre el río Uruguay.

Sí son, sin embargo, poéticas sus pretensiones, como afirmaba en alguna entrevista el propio autor, ya que la idea de filmar este trabajo surgió de su profunda reflexión sobre la ciudad tras unos largos paseos solitarios por sus calles, observando a sus gentes y a los perros.

En definitiva, una película optimista, sana, reposada, desenfadada, en la que el espectador puede dejarse llevar para disfrutar de un pueblo de verano como los de aquellos veranos que disfrutábamos en nuestra infancia, desprejuiciados, sin responsabilidades, con un ritmo lento y alejado de las grandes urbes. Una tranquilidad lejana pero no por ello inalcanzable.