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Exposición antológica de Chelete Monereo en el MUBAM

La pintora Chelete Monereo muestra una colección retrospectiva de su obra realizada entre los años ochenta hasta la actualidad, en el Museo de Bellas Artes de Murcia. El título de la exhibición, calificada de “Introspectiva” acierta, en efecto, por el carácter intimista que caracteriza todo el trabajo de esta autora. La exposición se mantiene hasta el 9 de julio.

El espectador se enfrenta a una obra enigmática, al desafío de discernir entre lo que comunican y lo que ocultan unas imágenes repletas de elementos, y de acciones, simbólicas en cuanto a sus metafóricas representaciones, aparentemente obvias en sus significantes, aunque envueltas en un lenguaje sutil tan propio del anhelo artístico como acorde a una cierta sublevación subjetiva. 

No hay unidad temática ni estilística en la exposición, conforme a tan dilatada trayectoria, pero la experimentación apunta hacia elementos comunes en la génesis de las obras, la experimentación en cuanto a indagación de significados en el transcurso de la acción creadora.

La artista muestra, entre otros, algunos trabajos de hechura figurativa e incluso hiperrealista en los que la objetividad es burlada con la disposición ideal de los elementos que la componen, la sustracción de los obvios y la revolución de la estructura lógica del conjunto empírico. El resultado es una amable y divertida metafísica del conjunto.

En las evocaciones del cuerpo humano, Monereo pinta a la mujer como absoluto, agitando en lo posible el agrado estético de las convenciones sociales para señalarla con su fuerza universal, escapando de los dictados de la apariencia, nadando asertivamente entre los subterfugios ajenos, obsesionados por aprisionarla. La armonía se mantiene en un estudiado equilibrio de colores vívidos y en una precisa tensión de los elementos temáticos, cargados éstos de sugerencias y seguro que de vivencias propias.

La artista plasma también escenas en las que queda patente su personal dialéctica entre lo real y su abstracción, que ella resuelve mediante la disposición contradictoria de objetos de significado irrefutable en cuestionadas disposiciones, de forma que las imágenes luchan por ser lo que manifiestan, no por lo que aparentan representar.

En el juego simbólico que predomina insistente en cada cuadro, en cada escena, los argumentos representados son atrayentes como arcanos adivinatorios, en algunos casos bellos en su presencia, obscuros en su esencia. No hay parodia en el discurso artístico de Chelete Monereo, sino un discurso amable, también humorístico, tal vez relato de su propia vida, prerrogativas de la pintora para dar a la narración forma artística.