Fanzinealogías Queer es un proyecto de investigación y arte crítico creado por Alba M. Gálvez Vidal y Andrés Viedma Guiard que busca recuperar la memoria de las luchas queer en España y actualizarlas haciéndolas conversar con el presente y proyectándolas al futuro, por medio del collage y el bordado. Tiene una parte de memoria y de trabajo de documentación, por medio del cual bucean en fanzines y pasquines impresos desde los 90 para acá, y otra de intervención artística y reflexión crítica sobre la actualidad del movimiento y sus reivindicaciones. Un ejemplo es el que publicaron en el interior del fanzine Orgullo Cítrico, su tercera pieza, Futuros de-generados, elaborada a partir de fanzines de la Radical Gai, fotografías de Nan Goldin, de Grupo de Transexuals Masculins de Barcelona y del libro Las degeneradas trans acaban con la familia (coordinado por Ira Hybris y editado por Kaótica Libros). Hace unos meses presentaron el proyecto en la tercera edición de Maricorners, Congreso Internacional de estudios interdisciplinares LGTBIQ+ y queer en español.
¿Por qué el término fanzinealogía, de dónde proviene?
El término proviene de genealogías fanzineras, entendiendo genealogías tal y como utilizaba Michel Foucault el concepto. Con ello se refería a la recopilación de memorias de lucha y resistencia para la construcción de un conocimiento histórico desde los márgenes. Así, lo que pretendemos es reconstruir el recorrido histórico desde las primeras luchas queer hasta el presente como forma de recuperación de esas inquietudes que nos preceden. Además, queríamos poner en valor el fanzine como instrumento de expresión artística y de reflexión política, una muestra clara de artivismo.
Hay dos gestos fundamentales en vuestras intervenciones. Uno es despiezar y el otro es bordar. Empecemos por el despiece: ¿por qué recortáis y reubicáis en fragmentos la documentación que encontráis?
El collage permite la reconfiguración plástica de las herencias gráficas y textuales obtenidas del trabajo de archivo, reconectando los aparatos discursivos de las luchas del pasado con los debates teórico-políticos del presente. El carácter reconstructivo de la práctica del collage permite obtener fragmentos originales de imagen o texto y abrir una ventana de oportunidad para la variación, mutación o reinterpretación de sus significados originales hasta su aterrizaje en los debates, luchas y trincheras actuales. Además, como ejercicio performativo, elaborar los collages bordados es un acto plástico que se convierte en acto político. Acuerpar esa investigación tiene el poder individual de destruirnos para repararnos: en tanto que estamos imaginando y creando manualmente esa utopía queer, ya la estamos construyendo.
Hablando de esta documentación: ¿qué archivos manejáis, cómo os acercáis a esos archivos y qué tipo de materiales estáis encontrando?
El material que hemos ido compilando proviene de una serie de archivos y antologías, como el ¿Archivo Queer? del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, los archivos digitales del blog Ploma de Rampova o del blog de Diego Marchante – Gender hacker o los libros Invertidas y rompepatrias, de Piro Subrat (2019, Ediciones Imperdible) y El eje del mal es heterosexual: Figuraciones, movimientos y prácticas feministas queer, del Grupo de Trabajo Queer (2005, Traficantes de sueños).
Ese material consiste en documentación gráfica y textual proveniente de fanzines, carteles, panfletos y fotografías de colectivos y asambleas kuir críticas desde los años 90 hasta la actualidad (la Radical Gai, LSD, EHGAM, Grupo de Trabajo Queer…), aunque también tenemos materiales de los frentes de liberación de los años 70 y 80.
No nos acercamos a este material como historiadoras, ni nuestro enfoque es la preservación o la recopilación archivística. Llegamos a estos materiales desde la curiosidad y la experimentación, incorporándolos a nuestra práctica política y a nuestra expresión artística presente desde el juego y la diversión. Realmente surgió como algo espontáneo, un experimento compartido entre dos amigas para el nuevo fanzine del Orgullo Crítico al que luego le hemos dado marco teórico y metodológico.
¿Qué aprendizajes estáis recabando respecto a cuáles eran las luchas o el enfoque en los 90 y cuáles son hoy?
Uno de los resultados más interesantes de estas fanzinealogías son los vínculos invisibles entre las luchas del pasado y las del presente, con contextos históricos y políticos diferentes, pero con posicionamientos y discursos que tienen muchos lazos en común. Por ejemplo, la insumisión marica a la mili y el rechazo a la inclusión en los Cuerpos de Inseguridad del Estado que tuvo la Radical Gai en los años 90 tiene una traslación directa al antimilitarismo y al antisionismo de las luchas queer del presente, en las cuales nos estamos posicionando de una forma muy clara en defensa del pueblo palestino y contra el pinkwashing eurocéntrico.
Los ejemplos son numerosos, consignas del pasado como “Ni medio hombres ni medio mujeres” o “La familia nuclear es radioactiva” se relacionan directamente con temas candentes hoy en día, como la demolición del binarismo de género o la superación de la familia desde planteamientos poliamorosos.
Además, los movimientos por la liberación sexual y de género sufrieron en muchas ocasiones fracturas y debates, destacando las críticas a un activismo más despolitizado que buscaba la asimilación a lo normativo y que no tejía alianzas con otras luchas. Encontramos una fuerte similitud con las divergencias existentes hoy en día entre los colectivos LGTBI más institucionalizados y las luchas queer autónomas, anticapitalistas e interseccionales, en una pulsión constante que nosotres mismes hemos experimentado en nuestro recorrido en el Orgullo Crítico de Murcia.
Estáis accediendo a un registro físico documental de las luchas queer valiosísimo. ¿Estamos perdiendo con la digitalización extrema esta herramienta de memoria?
Sí, la producción de fanzines y carteles ha sido desplazada en parte por el uso de redes sociales. En nuestro caso, lo cierto es que ponemos en marcha un ciclo de ida y vuelta. Todos estos materiales que manejamos están, por suerte, digitalizados y, por eso, podemos acceder a ellos para intervenirlos. Así que, por esa parte, la digitalización es precisamente lo que nos permite hacer la investigación. Sin embargo, tras la intervención artística, que sí hacemos manualmente, difundimos la obra resultante en los diferentes números en papel del fanzine “Orgullo Cítrico: exprime tu rabia” editado por la asamblea del Orgullo Crítico de Murcia. Esta recontextualización por el mismo medio que utilizaban nuestras genealogías queer es también un ejercicio performativo de reciclaje y reconexión de las inquietudes queer pasadas, presentes y futuras de forma material. La recuperación de estas genealogías a través del trabajo de archivo y la intervención artística lleva al final a su re-materialización mediante el escaneo y la reimpresión fanzinera. Este proceso analógico nos permite también reflexionar sobre los restos materiales que ha dejado el activismo hasta ahora y su contraste con el rastro digital y no físico que dejan las luchas actuales.
Además, la utilización del fanzine físico como medio de difusión sirve a dos propósitos distintos. En primer lugar, se presenta como herramienta de expresión artística disidente fuera de los circuitos de producción hegemónica e institucionalizada. En segundo lugar, entendemos el fanzine como medio de difusión de teoría política de manera accesible y no elitizada, fuera de los espacios de producción teórica academizada y codificada solo para unes poques. La circulación de fanzines en espacios de movilización política ha sido un medio clave en la configuración de contrahegemonías, especialmente en las luchas kuir autónomas.
Sin embargo, confesamos que también difundimos esas obras finales junto con sus referencias e inspiraciones a través de una cuenta de Instagram (@fanzinealogias.queer) para compartir ese conocimiento y seguir creándolo de manera colectiva. Así que, en efecto, partimos de lo material digitalizado, pasamos por lo analógico, y volvemos a lo digital; porque, aunque somos unas románticas, creemos que la utilización de las redes sociales y los espacios digitales está siendo clave en el activismo actual.
El segundo gesto fundamental en vuestro proyecto es el de bordar. En un trabajo académico de Alba sobre Fanzinealogías Queer se habla de apropiarse del bordar para el activismo queer. ¿En qué consistiría esa reapropiación?
El bordado nos permite fracturar la dicotomía privado/público al extraer una actividad tradicionalmente feminizada, colectiva e íntima y convertirla en herramienta subversiva en el espacio público de la lucha transfeminista/kuir. El bordado como instrumento artístico ha permitido precisamente, a través de esa colectividad en espacios privados y feminizados, tejer redes de subsistencia, de sororidad y de comunicación. Nos permite, asimismo, recuperar de nuestra bio-genealogía un instrumento creador de futuros, pues tradicionalmente nuestras abuelas se bordaban un futuro heteronormativo y hegemónico a través de la elaboración de su ajuar (a veces, incluso, de sus propias mortajas). Recurrir al bordado como herramienta de intervención artística nos convierte en nuestra propia genealogía, repensando y entretejiendo un nuevo futuro utópico para nosotres a través de un acto de servicio y de entrega dirigido a nuestra familia escogida: nuestras redes afectivas, nuestras amistades, nuestro colectivo.
Pero el bordado como técnica artística no solo recoge la genealogía de la labor femenina del espacio doméstico, sino también la genealogía escogida de todas esas personas que subvirtieron sus labores y las convirtieron en sujeto político, como pasa con las abuelas de Plaza de Mayo y el colectivo Bordando disidencias en Argentina, o con el colectivo Bordamos Feminicidios en México, entre otros muchos ejemplos. Al bordar en presente para proyectar nuestro futuro queer, estamos siendo acompañades, estamos siendo receptoras de toda esa tradición, conversando con ella y resignificándola para el colectivo, para nuestras disidencias y nuestras resistencias. Además, al acuerpar el bordado, al respirarlo, al dejar nuestra saliva en él, estamos también siendo agentes creadores, comunicando nuestras propias expectativas con respecto a esas genealogías y con respecto al futuro utópico que queremos proyectar: el bordado ejerce de vértice entre genealogías temporales, anhelos utópicos y cuerpos-territorio atemporales.
Aunque hay una digitalización generalizada, tengo la impresión de que en Murcia el fanzine vive un momento especial. Vulva Estelar , Orgullo Cítrico, la fanzinoteca de la BRMU y su fanzine, la expo de hace unos meses del archivo DIY de Gelen Geleton, el festival Zorroclocos... ¿Cómo veis el panorama vosotres? ¿Qué nos recomendaríais seguir de cerca, aquí y fuera de aquí?
Creemos que muchas veces se tiene una imagen muy negativa de esta esquinica tan maltratada, sorprendiendo fuera y dentro la cantidad de proyectos, colectivos e iniciativas disidentes que brotan en la huerta murciana. Nuestra región es una tierra pobre, precaria y explotada en la que la ultraderecha está creciendo de una manera preocupante, pero precisamente pensamos que de la rabia y resistencia murciana es de donde surge esta contracultura efervescente.
En este sentido os recomendaríamos los fanzines de Mata al rey y vete a Murcia, que además están haciendo también un ejercicio de genealogías muy interesante con las luchas obreras en la reconversión industrial en Cartagena en los años 90, que además Luis López Carrasco retrata en el documental de El año del descubrimiento.
En cuanto a la recomendación fanzinera fuera de tierras murcianas, Joi Pineda ha creado el primer archivo drag king del Estado español en el Fanzine Travesti ¿Dónde están los kings?, que además presentó hace unas semanas en la murciana Cooperativa Ítaca. El drag king, arte travesti que explora las masculinidades, está floreciendo en tierras murcianas de la mano de los drags kings del Bancal de Candanga, entre otros, de los que Alba también forma parte. Precisamente la presentación de este fanzine travesti formó parte de un Campamento drag king que organizaron junto a Ander Caliente y al colectivo barcelonés Los Chicazos de Pollet, otra muestra de esa efervescencia contracultural murciana de la que hablábamos. ¡Echadle un ojo!