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Gunhild Carlin & The Carlin Family Jazz Band conquistan al público de San Javier

Un alarde instrumental de Gunhild Carling | GOIO VILLANUEVA

Andrés Garrido

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Los conciertos gratuitos que desde hace años viene celebrando el Festival de Jazz de San Javier fuera de su marco oficial, se han convertido en una cita casi obligada para una buena parte de los aficionados a esta música. La organización sabe programar con el acierto que le reconoce el público en sus tres enclaves ya conocidos: La plaza de España (a las puertas del ayuntamiento), la Explanada Barnuevo de Santiago de la Ribera y el Puerto Deportivo “Tomás Maestre” de La Manga del Mar Menor. En este último enclave, la multi instrumentista y cantante sueca Gunhild Carling y The Carling Family Jazz Band ofrecieron un memorable y muy divertido concierto que a ritmo “dixieland” o también denominado “jazz tradicional” supieron atrapar a los aficionados que presenciaban su actuación desde las sillas preparadas por la organización, como de todos los que cenaban en un afamado restaurante aledaño a esa explanada.

Con una primera pieza que recordaba las famosas marchas musicales que se pueden encontrar si visitan Nueva Orleans, Gunhild y su troupe (diez músicos, aunque hubo dos que no pudieron viajar finalmente) iniciaron lo que sería un amplio recorrido musical por esta especialidad del jazz más primitivo, que nos transportaban a las bandas callejeras o de los salones del Nuevo Orleans de los años 20 y 40 del pasado siglo XX. El jazz tradicional se vio eclipsado en la década de los años 30, con la aparición de las Big Bands; pero diez años después a principios de la década de 1940, los estilos más antiguos estaban volviendo a estar de moda. Las grabaciones (a partir de 1942) de bandas de Dixieland con sede en Chicago dirigidas por Bunk Johnson, se citan a menudo como catalizadores del resurgimiento del jazz tradicional. Esa troupe estaba conformada, además de Gunhild, por Aina Carling, madre de Gunhild, 77 años y tocando el banjo y contrabajo; Ulf Carling, hermano de la líder y batería; Linda Carling, piano; Max Carling, otro hermano en saxo y clarinete; Petronella Carling, trombón; Mauritz Lindström, saxo alto; Linnea Carling, bajo y banjo (se intercambiaba con la matriarca) y Alexander Thomas Heikki Sörensen Ristinmaa, bombardino.

Como pueden comprobar, una troupe que ha nacido vive y se desarrolla en la música, con predilección por el jazz y dentro de éste por el “dixieland”. La selección elegida fue desfilando por el escenario durante buena parte del concierto en La Manga, con piezas como “Monday-Sunday”, “Dream A Little Dream Of Me” (muy conocida por aparecer en la banda sonora de la película French Kiss), o “Bei Mir Bist Du Schon”. Los asistentes se mostraban muy animados y en la terraza del restaurante anexo, los comensales se movían con estos ritmos en sus sillas mientras degustaban el menú elegido y disfrutaban de esta música acompañándola con sus caldos para aplacar la sed.

La Carling Family Jazz Band suenan de maravilla y es una familia musicalmente muy divertida. Los títulos de su repertorio son amplísimos ya que adaptan a este estilo cualquier partitura, aunque sea del pop, blues o lo que se les ponga por delante, como demostraron a lo largo de la hora y media que duró su actuación. Tan es así que pudimos escuchar versiones “dixieland” como “Never Gonna Give You Up”, “Good Morning Baby”, una versión de seis minutos de “Caravan”, con un protagonismo disparatado de Ulf Carling en batería y todo aquello que pudo percutir, “Magic Swing” o “Happy” que terminaron por derretir a los asistentes a este espectáculo de primer orden. Gunhild Carling iba haciendo gala de su faceta multi instrumentista. Lo hizo con la trompeta, hasta con tres trompetas a la vez, la gaita, el trombón que es su instrumento base, la armónica (en un blues rápido a lo Cab Calloway), piezas más calmadas como “Magical Night”, la flauta en “New Orleans Nightingales” o bailando claqué. Y todo ello sin apenas poder respirar, enlazando una con otra pieza. Sinceramente, esta troupe debe estar muy entrenada para desarrollar ese ritmo frenético que derrocha sobre el escenario. Son garantía de éxito y diversión asegurados.

Llegados a lo que podríamos decir el final del concierto, el director del festival y concejal de Cultura del ayuntamiento de San Javier y su Alcalde, David Martínez y José Miguel Luengo respectivamente, entregaron el segundo de los Premios del Festival que este año se han otorgado al pianista Kenny Barron (entregado el pasado viernes) y a esta cantante y multi instrumentista, Gunhild Carling, por su larga trayectoria en este género y ser un referente indiscutible del jazz hecho en Europa. Carling agradeció la distinción y quedó gratamente impresionada con la misma; una escultura del artista murciano Manuel Páez (es novedad en cuanto al diseño del premio). La artista volvió a agradecer al Festival su distinción y afirmó, en inglés, que “San Javier es, desde hoy, mi segundo hogar”. Bueno, lo veremos en el futuro. De momento, lo que sí hizo con su Family Jazz Band fueron dos piezas más: “California Boys” y un recorrido por todo el recinto a los sones del tradicional “ When The Saints Go Marching In”. Y al regreso, en la travesía por el Mar Menor hasta llegar a Santiago de la Ribera, una sección del grupo nos fue amenizando la misma con esta música festiva y agradable mientras la Luna dejaba su estela luminosa sobre las aguas marinas. Una delicia, oigan. La próxima cita será el próximo jueves, con el estreno nacional del proyecto que lidera el pianista gaditano Chano Domínguez titulado “25 Años Sin Tete”. Es un reconocimiento al gran pianista Tete Montoliú, en el que participan algunos de los músicos que tocaron con él en vida. Tete ha sido nuestro primer músico de jazz que tuvo un reconocimiento internacional, tocando con los primeros nombres de su vida musical. Es uno de los conciertos esperados de esta XXIV edición de Jazz San Javier. Y en la segunda parte y por primera vez en este festival, un cambio radical de estilo para escuchar a una banda surgida en Los Ángeles, California, convertida en una casi imprescindible de los últimos tiempos en cuanto al blues y rock. Nos referimos a Vintage Trouble. Naturalmente, se lo vamos a detallar aquí, así es que no pierdan el hilo.

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