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Julia Navarro: “El siglo XX nos dio grandes lecciones que ya hemos olvidado”

Julia Navarro (Madrid, 1953) publica “Tú no matarás” (Plaza & Janés), su séptima novela y la que más le ha costado escribir. En ella nos relata la historia de tres amigos, Fernando, Catalina y Eulogio, que luchan por hallar su destino en los convulsos años de la Segunda Guerra Mundial. El Madrid de posguerra, la cosmopolita Alejandría de los 40 y París son algunos de los escenarios del libro. “Tú no matarás”, puntualiza la autora, “no es una novela histórica, sino de personajes, que trata de ahondar en lo más recóndito del corazón humano”.

Esta es la novela que más te ha costado escribir.

He tardado en terminarla más que otras: cuatro años. Yo quería escribir sobre el peso de la conciencia y tenía dos ideas: Una terminó siendo “Historia de un canalla” (2016) y la otra es “Tú no matarás”. Empecé a escribirlas en paralelo, pero era imposible, así que “Tú no matarás” se quedó en un cajón y luego la retomé.

La primera parte del libro se desarrolla en el Madrid de posguerra.

Escribir sobre esa época tuvo para mí un coste emocional: enfrentarme a esa España en blanco y negro, de dolor y represión. Yo no la viví, aunque sí tengo ecos a través de mis abuelos. Tuve que indagar, buscar documentación, y me supuso una sacudida.

Sitúas la acción en tu propio barrio.

La coloco en el Madrid de los Austrias que para mí es el más bonito, el que conozco, el de mi casa, la casa de mis abuelos… donde siempre he vivido. Pero no lo hago por razones personales, sino porque es un escenario reconocible para cualquier lector.

La segunda parte de la novela se sitúa en la Alejandría de los años 40. ¿Te fue difícil reconstruirla?

Yo conozco Alejandría. Hace muchos años que fui por primera vez. Ya me había enamorado de ella a raíz de “El cuarteto de Alejandría” de Lawrence Durrell y, cuando por fin la visité, lo hice con ese libro en una mano y la guía de Alejandría de E.M. Foster en la otra. Y si a eso le añadimos que ésta es la ciudad de Cavafis… Para mí es un lugar totalmente literario. El exilio español se fue a América, Argelia, Marruecos, pero no a Egipto. Sin embargo, cuando los protagonistas de mi novela se van, elijo Alejandría, porque en ese momento es un escenario apasionante: plena Guerra Mundial, los ingleses tienen el mandato de Egipto, Rommel anda por el desierto… Alejandría es una ciudad cosmopolita, llena de espías, vividores, aventureros, periodistas… Un lugar donde podía pasar cualquier cosa.

Abres el libro precisamente con “Ítaca”, el famoso poema de Cavafis.

“Ítaca” resume lo que quiero contar en este libro: Cavafis nos dice que el ser humano puede tener un sueño, unos objetivos, pero que no siempre llega. Entonces, nos anima a por lo menos hacer el camino y, si puede ser, con una sonrisa. Esto es lo que marca la existencia de los tres protagonistas de mi novela: Ellos jamás verán culminados sus sueños. Sin embargo, su camino va a estar lleno de situaciones extraordinarias. Las suyas van a ser vidas fuera de lo común: desgraciadas, desgarradoras, difíciles, pero apasionantes.

De un tiempo a esta parte los escritores españoles (y los lectores) han descubierto la Guerra Civil y la posguerra como escenario de relatos de intriga, espionaje, aventuras. Antes estos años se nos contaban siempre desde la denuncia o el realismo social.

Mi objetivo no es contar una aventura, ni hacer una novela de espionaje, sino ahondar en lo más recóndito del ser humano y del siglo XX, que es apasionante para novelar: es el siglo de las guerras mundiales, la Guerra Civil… No me extraña que los novelistas situemos la acción de nuestros libros en él, porque da mucho de sí.

Es también un siglo de grandes errores: el nazismo, la persecución de los judíos… temas que aparecen en “Tú no matarás”. ¿Son lecciones que estamos olvidando?

Desgraciadamente los humanos no terminamos de aprender las lecciones de la historia. Hay que conocerla para no repetirla. Sin embargo, si miramos el presente y vemos el auge de los nacionalismos xenófobos que cabalgan por toda Europa y los partidos de extrema derecha que entran en los parlamentos, se ve que no hemos aprendido. Si en la Segunda Guerra Mundial el racismo provocó una tragedia, es terrible que en el siglo XXI, en 2018, esas actitudes y partidos vuelvan otra vez.

Hablabas antes del exilio español. ¿Conviene recordar que también nosotros fuimos refugiados y emigrantes?

España fue un país de emigrantes. Hubo muchísimas personas que se tuvieron que marchar y que fueron acogidas con generosidad en otros países. A veces lo olvidamos. La historia de la humanidad es una historia de migraciones desde tiempos primitivos. Allá donde la gente no tenía medios para subsistir, se marchaba. Y sin embargo, el trato que damos hoy a la gente que trata de llegar a Europa es en muchas ocasiones inhumano. Nadie abandona su lugar de origen si no es por una necesidad perentoria. La Unión Europea no está sabiendo estar a la altura. No se está acogiendo a esas personas con la generosidad que deberíamos.

¿Tienes la sensación de que asuntos que parecían superados por la sociedad española vuelven a salir de sus tumbas?

Lo que pasó en España durante la Guerra Civil y el franquismo lo conocemos. Hay libros de historiadores tanto españoles como extranjeros que documentan muy bien esas etapas siniestras de nuestra historia. Ahora bien, quedan asuntos por resolver: las personas con familiares enterrados en una cuneta tienen derecho a recuperarlos. Y el Estado debe prestarles apoyo. Eso es algo que hay que resolver y… seguro que me vas a preguntar por Franco.

Ya que estamos…

Me parece insoportable que un dictador esté enterrado junto a sus víctimas. Y no es normal que un dictador tenga un mausoleo en un país democrático. Eso es algo que hay que resolver. ¿Cómo? Exhumando el cadáver y entregándolo a su familia. ¿Y se resuelve llevándolo a la catedral de la Almudena? No, porque la catedral es un lugar público adonde van miles de personas, de sensibilidades muy distintas. En todo caso, una catedral no parece el lugar ideal para enterrar a un dictador. La familia puede poner los restos donde quiera, pero nunca en un lugar público.

Cuando empiezas a escribir una nueva novela, ¿cómo lidias con la presión de la expectativa de los lectores?

Cuando escribo estoy pensando sólo en la historia que quiero contar. No pienso en términos de éxito o fracaso futuro. Otra cosa es cuando la acabo. Entonces sí siento responsabilidad con los lectores. Es el momento de la verdad. Para mí cada novela es como si fuera la primera. No creo tener ningún terreno conquistado. Hay que ser humilde. Nada te garantiza el éxito. He tenido hasta ahora la suerte de contar con el favor de los lectores, pero sería una estúpida si pensara que esto tiene que ser así siempre. Ojalá lo sea, pero no tiene por qué.

¿Qué nos puedes contar de la adaptación a televisión de “Dime quién soy”?

Están terminando los guiones. Han sido cinco años, porque he mantenido discrepancias con los guionistas, pero parece que estamos acercando posiciones y que el proyecto saldrá adelante. Entiendo que es muy complicado llevar una novela como “Dime quién soy” a la televisión. El lenguaje no es el mismo. Pero mi intención es que el texto sea fiel a la novela, y en eso estamos cinco años.