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“Mis obras son mejores cuando escucho”

Juan Montoro Lara / Elisa Reche

Elisa Reche

Murcia —

A la salida del Café Felicidad una mujer con chaqueta roja que lleva de la mano a su hijo le pregunta a Juan Montoro Lara (1973) por su próximo estreno, “Currículum Inmaculata”, que será el próximo 3 de diciembre en el Teatro Circo, aunque antes -el 20 de noviembre- se representó la obra del autor murciano “Crudo Ingente” en el Centro Párraga, un montaje sobre dos personajes desesperados dentro de un coche. Otros dos niños inmigrantes que llegan a las costas de España protagonizan “La aventura de Tarik y Salah” que sigue rodando por los escenarios. Este educador y trabajador social escribe poesía, cuento, cine, pero, sobre todo, teatro. Un teatro en el que se inocula su vida y viceversa.

¿Qué nos puedes contar sobre “Crudo Ingente”?

En “Crudo Ingente” los personajes están inspirados en los chicos que he conocido en el centro de menores en el que he trabajado durante diez años. Llegan allí desde pequeños y cuando cumplen 18 años se tienen que marchar. También hay muchos chicos inmigrantes que vienen solos en pateras con diez, once o doce años. Habían llegado aquí para ayudar a sus padres en su país de origen, en cambio, la sociedad les arroja a los márgenes.

Puedo ser muy teórico y leer mucho, pero a la hora de crear o escribir casi nunca parto de la teoría. Todo lo contrario, tengo que haber conocido a los personajes y haberlos respirado porque, de otro modo, no despego. He desechado cosas muy meditadas que, en cambio, no palpitaban. En este trabajo, la directora Sara Serrano me pidió libertad absoluta para crear su montaje y por supuesto se la di. Me llevé, en cambio, la sorpresa de que me llamó para un intensivo de trabajo de unos días en Cabo de Gata y luego para pedirme más texto.

¿Cómo te sientes ante el estreno próximo de “Currículum Inmaculata”?

Estoy nervioso con el estreno. No se te puede quitar el gusanillo. De algún modo, te tiene que remover o inquietar.

Cuando veamos la obra nos van a venir a la cabeza personajes de la vida pública, desde la política a la televisión. Pero mi principal inspiración no han sido ellos, sino gente con la que me he encontrado y he pensado: ¿cómo pueden traicionarse de esta manera? Es nuestra pillería con los demás y con nosotros mismos, esos circunloquios que nos hacemos para autoengañarnos.

¿Cómo es tu relación con los directores?

Hay que mantenerse cerca de los montajes, siempre con mucho respeto. No puedes esperar que se represente hasta tu última coma. A lo mejor hay que pulir unos diálogos, hacer lo que te pide o rebatírselo, pero siempre establecer un diálogo con el trabajo del director. Con “Currículum Inmaculata” he hecho partícipe al director casi desde el principio. Cuando ya tenía material para ser valorado se lo iba mandando. Tengo los oídos abiertos y también puedo ser muy permeable.

¿Me podrías resumir en varias frases ambas obras, “Crudo Ingente” y “Currículum Inmaculata?

“Crudo Ingente” es la historia de unos personajes desesperados que están abocados a despedazarse entre ellos mismos ya que la sociedad les ha inducido a ella, pero, en cambio, subvierten ese destino y se produce un encuentro emocional entre ellos que desafía a la sociedad.

“Currículum Inmaculata” se podría definir como una historia de ambición, aquella en la que te extrañas de ti mismo. Algo así como “yo tengo mis valores, pero no tengo que llevarlos a rajatabla” o “yo no haría eso, pero no pasa nada” y cada vez subes un peldaño más y te metes en esa vorágine. Es decir, quebrantar tus valores y que no pase nada, todo desde un punto de vista de crítico en clave de comedia con mucha ritmo.

¿Cómo es el proceso de creación en un laboratorio escénico contemporáneo?

Con el laboratorio escénico Los Menos estoy en escena, pero no sé si actúo. En los laboratorios se trabaja rompiendo límites y desafiando todos los lenguajes. Estamos investigando la situación en la que el autor sale a escena. Tenemos muchas incógnitas abiertas: por qué subimos al escenario, cuáles son nuestras motivaciones. Escribo en escena, pero también hemos llegado a la palabra hablada sin guión escrito de antemano.

Nunca he querido dejar de ser actor, pero hay que involucrarse mucho en las giras y yo siempre he tenido trabajo. Ahora mismo estoy desarrollando toda mi creatividad en la escritura. Lo que me apasiona es el teatro y lo que me considero ahora es escritor de teatro.

¿Cuándo supiste que eras autor teatral?

Llevo escribiendo teatro desde hace doce años, pero fue en el Centro Párraga al año y poco después de haber empezado escribir tímidamente poesía o cuentos. Me di cuenta de que podía escribir una obra de duración convencional durante un taller con el grupo Teatro del Astillero. Reivindico mucho los talleres de escritura y, de hecho, las obras que he escrito en ellos han resultado muy ricas. “Crudo Ingente” nace de un taller del Festival Frinje de Madrid en la edición pasada de 2014. Publicaron la convocatoria de escribir un texto que transcurriese en un coche, mandé mi propuesta y luego lo montaron. Las limitaciones de ese tipo, no impuestas ideológicamente, me estimulan bastante. Por ejemplo, el hecho de que no tenga más de cuatro personajes porque no tenemos más actores te puede facilitar la escritura porque vuelcas en ellos toda la energía.

Estás a favor de los talleres de escritura creativa, pero también son muy polémicos en el mundo creativo.

Dentro de ese enfoque global en mi forma de trabajar, yo diría que organizo talleres, de algún modo. Si desde el principio estoy en contacto con el productor, con el director y con los actores estamos creando un taller. En cuanto haya algo de material, por qué no lo vamos a hablar. Mis obras ganan cuando tienen muchas voces, cuando se crea esa sinergia de escucharse. Sobre todo, en las artes que podemos llamar cooperativas como el cine y el teatro, tiene más sentido. Definitivamente, mis obras son mejores cuando escucho.

¿Cómo se hace un hueco un creador contemporáneo en esta época de crisis?

Pues teniendo otro trabajo y explorando muchas vertientes. Hay creatividad y talento a raudales. Incluso aquí en Murcia si rascamos un poco no damos abasto. Llevamos un otoño teatral muy suculento. Hay ganas de contar, pero se está haciendo todo a costa de mucho esfuerzo personal. No concibo que el presupuesto para cultura sea tan ínfimo. No doy crédito.

Te has atrevido también a tratar el polémico tema de la inmigración. ¿Cómo fue el proceso de creación de “La aventura de Tarik y Salah”?

En “La aventura de Tarik y Salah” dos niños llegan en una patera y su gran suerte es que se encuentran con sus iguales, otros niños, que son más desprejuiciados que los adultos y los acogen y les abren el camino. Nacho Vilar –el productor- ha tenido mucha sensibilidad al montar esta historia porque a priori no parece muy fácil de vender. Cuando empezamos a hablar de esto me decían: esto tiene mucho tufo pedagógico o comentarios de programadores como si traigo esto se me va a llenar el pueblo de inmigrantes. Para mí es un proyecto arriesgado. La obra se estrenó en marzo del año pasado en Barcelona y sigue rodando.

También he escrito para adultos sobre la inmigración. Para mí son temas muy recurrentes: la identidad, los orígenes y la dificultad de integración en la sociedad. A pesar de que sintamos que no somos racismos, hay barreras que nos cuesta mucho derribar, tanto a nosotros como a ellos. Es un tema que está muy presente tanto en mi vida como en mi obra. Escribo desde lo vivencial. Volví a trabajar en un centro de discapacitados después de haber estado en el centro de acogida y a los dos meses me vino una obra de teatro con un chico autista a quien le cuesta mucho comunicarse ya que vive en su mundo y le cuesta mucho romper esa barrera.

¿Tú mismo has sentido que has tenido problemas de comunicación en tu vida?

Sí, para hacer esta entrevista tengo que hacer mucho esfuerzo y romper muchas barreras. Mi primer impulso a la hora de acercarme al teatro fue ser actor porque aquí en Murcia está la Escuela de Arte Dramático que entonces sólo tenía interpretación. Me di cuenta de que daba un paso adelante a la hora de subir a escena y dos hacia atrás porque en el fondo tengo miedo escénico e inseguridad. Al hablar ahora contigo salen estas cosas que ni me he planteado. Es posible que mis personajes sientan esa barrera de comunicación porque yo la he sentido antes.

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