Zaz desborda el auditorio de San Javier

Andrés Garrido

23 de julio de 2022 19:31 h

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Los norteamericanos han sido siempre los reyes del espectáculo. Pero también han sido un modelo para imitar o, cuando menos, una guía para transcurrir por esos trayectos. Y pasados ya años desde que en Europa y otros lugares de la Tierra veíamos con sana envidia esos grandes conciertos, que ponían en efervescencia al público que acudía a ellos, los países, los artistas y los cantantes y grupos musicales han ido aprendiendo y poniendo en práctica, todas esas fórmulas del denominado 'show business' que traducido al español es 'el mundo del espectáculo'. En España tenemos varios ejemplos que han ido apareciendo con el paso del tiempo; tal vez, el primero que invirtió en este apartado fue Miguel Ríos con proyectos como 'Los viejos rockeros nunca mueren' (además del disco), 'Rock’n’Ríos', 'El rock de una noche de verano' o 'Rock en el Ruedo', en el que perdió dinero pero, ciertamente, fue una idea genial como espectáculo y puesta en escena. No ha sido el único caso ni el de pocos en estas primeras décadas del siglo XXI.

Hoy ya son muchos artistas de la música los que cuidan al máximo, o dentro de sus posibilidades, la puesta en escena. Los conciertos, en ese plano, han cambiado mucho en relación con los que se presenciaban en los 60 y 70 del siglo XX. Y todo ello viene a cuento porque lo que la cantautora francesa ZAZ presentó en la noche del viernes, dentro de Jazz San Javier, fue un espectáculo de calado en toda regla. Un espectáculo que supo llevar muy bien su principal protagonista: La cantautora francesa Isabelle Geffroy, conocida en el mundo musical como ZAZ. Les cuento la historia.

Jazz San Javier no es el único de este tipo de festivales que programa algún concierto que no se ajusta al género que lo describe. Es decir, que alguno de los conciertos no es, exactamente o sin exactitudes, jazz o música derivada de él como el soul, blues, etc. Lo que ZAZ presentaba en su gira llegada hasta este festival era su recorrido musical desde que se publicó su primer disco hasta estos momentos, con un marco impecable, unos músicos y, en suma, una serie de personas que todas ellas y trabajando para este fin que persigue ZAZ, conforman lo que se ha denominado 'el show-business' o 'el mundo del espectáculo'. Con su metro 62 centímetros de estatura y un peso aproximado de 52 kilos, esta cantante y compositora francesa demostró los motivos por los que sus fans, su público, la ha encumbrado. Posee fuerza expresiva (la derrochó a raudales durante todo el concierto), dinamismo (probablemente perdió unos kilos con tanto ejercicio) y de su cara emana una simpatía natural. Es una mujer muy divertida y, a la vez, interesante. Unos determinantes, en suma, como para no defraudar al auditorio del Parque Almansa que se vio desbordado de público ansioso por presenciar el espectáculo de esta cantante.

Los músicos comenzaron a tocar 'Les jours heureux' y como si fuera un espectador más que accede por la puerta principal del auditorio apareció cantando ZAZ. Su delgada figura estaba adornada con un peto brillante negro y una enorme sonrisa en su cara. Fue como la entrada triunfal de la diva a la que esperan miles de personas. ZAZ se paseó a uno y otro lado del pasillo central de la sala saludando, mientras continuaba cantando, a sus seguidores. Luego descendió por las escaleras centrales que conducen hasta el foso del auditorio para acceder al escenario. Ni que decir tiene que al finalizar esta primera canción, el público entero saltó de sus butacas para dar una primera (y hubo muchas durante todo el concierto) ovación y muestra de entrega absoluta a la artista francesa. Tras dar las gracias en un español que parecía le costaba un poco (tenía en el suelo una chuleta escrita para no equivocarse), la cantante prosiguió con un primer aldabonazo de sus éxitos obtenidos durante los últimos doce años, que se iniciaron con 'Imagine' y continuaron con 'Si Jamais J’oublie' (su letra viene a indicar que si alguna vez se me va la cabeza, me recuerdas quien soy), 'Qué vendrá' (canta en español el estribillo y el resto en francés), 'Ce que tu es dans ma vie' o 'De Couleurs Vives', cuya letra la define como mujer libre de colores brillantes y de ello, la cantante dio sobradas muestras durante las más de dos horas que se mantuvo absolutamente activa sobre el escenario.

ZAZ sabe mantener a sus fans en constante diversión; se mueve por todo el escenario como si estuviera realizando una tabla de gimnasia. Anima a su público y éste a ella; pone, en algunos momentos, un rostro desafiante a sus músicos para insuflarles más energía y que el clímax suba al máximo. Se exige y exige a los suyos, pero todo ello gusta y de qué manera. La actuación continuaba con 'Et Le Reste', 'Les Passants', una divertida 'Comme-ci, comme ça', 'Oublie Loulou', 'Paris sera toujours Paris', como indica su letra 'París será siempre Paris. La ciudad más bella del mundo. A pesar de la oscuridad profunda, su brillo no puede ensombrecerse'. Bueno. Aquello era un hervidero porque ZAZ es, parafraseando a Anthony Quinn en su personaje para 'Lawrence de Arabia', 'un río para mi público'.

Un río que se desbordaba a cada nueva canción. Isabelle Geffroy ZAZ explicó que estuvo estudiando algunos años español porque su madre era profesora de nuestro idioma, pero lo dejó y se le ha olvidado bastante. Aunque no lo suficiente como para cantar una versión (aquí no hubo una Tuna para acompañarle) del inmortal 'Clavelitos', que a una sola voz coreó el público. Ya les digo: Se la comían. Y el final, tras dos horas y algunos minutos, llegaría con 'Je veux'. El auditorio no cesaba de aplaudir, de silbar de buen rollo, de gritarle '¡Guapa!' y ella no paraba de sonreír y agradecer. Saludó junto a sus músicos al borde del escenario y se marcharon. Pero qué va. Sus dos mil fans gritaban 'Otra, otra, otra'. Inevitablemente tuvo que regresar y cantar otra, con la misma sonrisa y energía que había derrochado durante más de dos horas. No era suficiente. Viernes en la noche, verano, probablemente sin tener que acudir a trabajar al día siguiente; y si hay que hacerlo, se hace un sacrificio con gusto. En definitiva, que ZAZ manifestó “una sola, por favor, y después a dormir. Que estoy muy cansada”. Las primeras notas de 'La vie en rose' que tan popular hizo Edith Piaf. Al acabar pensé que se hundía el auditorio. Literalmente, se la hubieran comido a besos y abrazos. Tan casi literal, que ZAZ se dejó caer al público que abarrotaba el foso y fue llevada sobre las palmas de las manos, hasta devolverla al escenario, como podrán apreciar en una de las fotos de Goio Villanueva.

Resumiendo. Noche de auténtico espectáculo musical en el que el público desbordó el auditorio Parque Almansa con sus asistencia (y hubo quien no pudo acceder por no existir ni entradas ni lugar físico donde ubicarse), entrega y pasión por esta cantautora simpática e inquieta que es Isabelle Geffroy ZAZ. Creo que todos sin excepción abandonaban la sala pensando que había merecido la pena estar allí. Una noche para el recuerdo. La próxima cita es la jornada de clausura, con dos conciertos (como se iniciaba esta edición el pasado 1 de julio). El primero, con otra cantante, compositora y actriz natural de Fontainebleau (Francia) que tras residir durante más de diez años en Nueva York se trasladó a Nueva Orleans. El próximo 10 de agosto cumplirá 38 años, pero ya está considerada como una de las cantantes de jazz más prometedoras de su generación. Y para despedir esta edición, la fiesta y buen rollo que desde los años 80 hasta hoy nos han dejado siempre el grupo británico Matt Bianco. La noche, mis queridos lectores, promete y mucho. Se lo vamos a contar, cómo no. No pierdan el hilo.