'Disidencias de género' es un blog coordinado por Lucía Barbudo y Elisa Reche en el que se reivindica la diversidad de puntos de vista feministas y del colectivo LGTBQI.
Los dilemas de los 30
Hace unos días cumplí los 29 años. Creo que el señor Google, o el señor Facebook, debió enterarse porque los anuncios de ClearBlue me acechan desde entonces. Llevan persiguiéndome desde los 28, para ser sincera. Esto me inquieta bastante. ¿Por qué si yo no busco nada sobre bebés en la red?, ¿es por mi edad?, ¿es por qué tengo pareja estable, y subo fotos con él a Instagram, y los señores todopoderosos que se dedican a la publicidad online lo saben? Me raya mucho eso.
Es un domingo cualquiera y estoy en mi sofá con mi bata de unicornio viendo el catálogo de Fila y escuchando Cariño, pensando que comeré mañana, que tengo que pagar el alquiler y apenas llego a fin de mes, que qué será de mí en 2020, que tengo que quedar con Marta, y Javier, y Andrés, y un largo etc. que hace mucho que no los veo porque están trabajando en cualquier país de Europa, cuando de repente aparece: ClearBlue, el único test de embarazo que te dice de cuántas semanas estás. ¿En serio, YouTube? Estoy viendo a Ratolina, lo único que me preocupa ahora mismo es conseguir hacerme bien el eyeliner. Me disgusto y cierro el ordenador. Me voy a dormir pensando en mis amigas, esas que, o bien están embarazadas, o bien han sido ya madres. Qué valientes, pienso siempre. Qué valientes, pensamos todas siempre. Porque, hoy en día, dar el paso para ser madre es un acto de valentía. Hace poco conocíamos la noticia de que actualmente, en España, el número de defunciones es bastante mayor que el de nacimientos. Cómo no, pensé. Si ver el anuncio de ClearBlue asusta. Actualmente las mujeres no podemos pensar, afrontar, reflexionar, sobre la maternidad desde un punto de vista sano, confiado, concienzudo... cómo queráis llamarlo.
Tenemos un salario mínimo bastante bajo, el acceso a una vivienda digna cada vez es más difícil, conozco a muy poquita gente a la que no se le vaya, por lo menos, la mitad del sueldo en pagar el alquiler. La temporalidad laboral marca nuestra vida, hasta tal punto que todos nuestros planes son eso... temporales. Temporalmente vivo aquí, temporalmente vivo allá, temporalmente trabajo de tardes, temporalmente cobro el paro. Nuestras relaciones también son temporales. Y no me refiero solo a las afectivo-sexuales, a los novios y a las novias, vamos. Me refiero a las relaciones con nuestros compañeros de trabajo, vecinos, camareros de ese bar en el que siempre tomas el café, amigos... nuestras redes afectivas son cada vez más débiles. Temporales. Cambiantes. Cómo pensar en criar, con tu familia lejos, si vivimos en una sociedad cada vez más individualista. Con este panorama, y siendo sincera, no me he preguntado nunca, “oye, ¿y qué piensas de la maternidad?, ¿te gustaría tener hijos, hijas?” No he tenido esa conversación conmigo misma a pesar de que, desde todas partes de la sociedad, me digan que debo tenerla. Y tenerla ya. Me lo dice Clearblue, me lo dicen las películas que voy a ver al cine, me lo dice la vecina, me lo dice mi miedo a perder el empleo... Tienes casi 30. Tic, tac.
Sigo teniendo muchas amigas que aún residen fuera de España y que no se atreven a volver porque no saben si encontrarán ese empleo que necesitan para vivir. Sigo teniendo amigas que hacen malabares compaginando estudios con trabajo para poder conseguir “algo estable” algún día. Sigo teniendo amigas que malviven con becas de investigación o que siguen poniendo copas los fines de semana para complementar el sueldo. La precariedad y la incertidumbre se ha instalado en la vida de toda una generación. Y quieren que seamos madres. Repito, no es que no queramos serlo. Es que no podemos planteárnoslo siquiera. ¿Cómo vamos a pensar en que quizá deberíamos reducir nuestra jornada laboral si con la jornada completa que tenemos apenas nos llega para pagar las facturas? Es de locos. O, ¿cómo vamos a reducir nuestras jornadas laborales si combinar contratos parciales es ya un modo de vida? Porque todo el mundo da por hecho que somos nosotras las que debemos reducir nuestras jornadas, claro. Todo el mundo da por hecho que somos nosotras las que debemos adaptar nuestra vida, renunciar, para cuidar.
Una buena amiga mía me comentaba que, mientras se documentaba para un trabajo sobre economía, se había dado cuenta de que siempre que se hablaba sobre maternidad, reducciones de jornada, etc., los datos que se aportaban referenciaban solo a las mujeres. “Las mujeres en España han retrasado la edad media para ser madres a los 32 años”, ¿y los hombres?, ¿qué pasa con ellos?, ¿a qué edad eligen ser padres? Porque ellos también forman parte de esto, ¿no?. “Las mujeres prefieren trabajar en lo que eligen antes que ser madres”, ¿y los hombres, están dispuestos a reducir sus jornadas para cuidar?, ¿prefieren trabajar en lo que eligen antes que ser padres?. Las mujeres, las mujeres. Nosotras parimos, nosotras cuidamos, nosotras somos las responsables de que caiga la maternidad. ¿En serio?
A las mujeres siempre se nos ha relegado a permanecer en el espacio privado, mientras que el espacio público quedaba para el hombre. Hubo un tiempo en el que el mercado empezó a necesitar más mano de obra (y más barata, brecha salarial, ejem, ejem) y las mujeres salieron del espacio privado para empezar a intervenir también en el público. Con esto aparecen las dobles jornadas laborales, trabajas fuera de casa y, cuando llegas al espacio privado, debes hacerte cargo también del trabajo de éste. ¿Y el hombre?, ¿ha hecho el camino a la inversa?, ¿interviene en el espacio privado?, ¿adapta sus jornadas laborales para cuidar y trabajar en el hogar?, ¿es parte activa dentro de este espacio o se limita a 'ayudar' y realizar lo que se le dice?, ¿qué piensa el hombre sobre cómo le afectará la paternidad? Estas preguntas nos las hacemos, y nos las hacen, continuamente las mujeres. Cómo adaptar, a qué renunciar, qué elegir, qué quiero. ¿Por qué no a ellos?
Es importante apostar por la corresponsabilidad de los cuidados, por la igualdad también en el ámbito privado. De verdad. Adaptar las jornadas laborales a la crianza, tanto de padres como de madres. Es necesario que haya más escuelas infantiles gratuitas. Es necesario que los permisos de maternidad y paternidad sean más extensos. Es necesario que el empleo sea estable. Es necesario que la vivienda sea accesible, que los salarios no sean mínimos. Los hombres deben ser conscientes de que el espacio privado se comparte al 50%. Cuidar debemos hacerlo entre todos y todas. El Estado a través de políticas públicas feministas, que pongan la vida y el cuidado siempre por delante, las empresas a través de medidas de conciliación laboral. Sin igualdad social, las mujeres no podremos preguntarnos a nosotras mismas, de manera sana, sin presión, sin estrés, sin incertidumbre, ¿quieres ser madre?
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