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La serie de Netflix `Super Drags´ en Murcia: si la metes, métela entera

Tras la primera risa, la reflexión. ¿Es apropiación cultural? ¿O nos ayudarán la purpurina y divas de Netflix a desterrar esa idea de que Murcia es tierra de morcillas fáciles en campo y playa? Espero que esta serie nos ponga en el mapa LGTBIQ+ del mundo, no solo de los chistes.

Llamamos apropiación cultural a que una cultura dominante tome un elemento de un grupo cultural desfavorecido y lo use sin que se cree ningún beneficio para este último grupo ni se comprenda la profundidad de la cultura en cuestión. Este fenómeno, que podría pillarnos muy de lejos, podemos comprenderlo algo mejor con el caso de Murcia y Super Drags. Véamoslo.

Super Drags es una serie brasileña de dibujos animados sobre tres superheroínas drag. La produce Netflix y está a medio camino entre Las Supernenas, Ru Paul Drag Race y los Power Rangers. Como abundan las referencias sexuales y el lenguaje malsonante, está marcada como para mayores de dieciséis años.

La serie es brasileña así que no tiene mucho sentido verla en inglés, pero quien lo haga podrá escuchar a muchas de las estrellas de Ru Paul Drag Race doblando a sus protagonistas. La sorpresa para quien decida verla doblada al español es que sitúa la acción en nuestra ciudad, Murcia, en lugar de las inventadas Guararanhém en la versión original brasileña y Belt Buckle Bay en la traducción para EE.UU.

El primer punto que quiero destacar es simplemente que están usando el nombre de Murcia para algo que no es Murcia.

¿Pero podría serlo?

Por una parte, es creíble y es bonito ver cómo somos todas lo mismo solamente cambiando una palabra. Los problemas del colectivo LGTBIQ+ en el Brasil profundo y los de la España profunda (admitámoslo) no son tan diferentes: la homofobia, el extremismo religioso, la superficialidad de la cultura capitalista gay, la pobreza, la invisibilidad bibollera, el miedo a quedarse sin hogar o en el paro.

¿Una inspiración del momento?

El hallazgo de poner Murcia al parecer es del director, según contaba el martes Keunam, doblador de Godiva y murciano, a este diario: «Fue la primera ciudad que se le vino a la cabeza al director». Esa es la marca Murcia: rápido, nómbrame la periferia, lo que no es la capital. Pues Murcia.

El director, según ElDoblaje.com, es Eduardo Gutiérrez, director de doblaje de innumerables series y películas. La traducción del guion es de Alessandra Moura «Chiisai». Moura es experta en traducción audiovisual de manga y anime: tradujo en su día Sailor Moon y quizá hayáis visto también la referencia a One Piece, que también traduce ella. Con todo esto quiero decir que hay profesionales experimentados detrás de esta decisión. El proceso se llevó a cabo en los estudios Sonygraf. La subtitulación, por otra parte, es de Carolina García.

Cambiar todo el contexto de la interacción de los personajes no es baladí. Le he preguntado sobre esto a Malvadisco, según su propia descripción «reina barbuda, medio cordobesa, medio murciana, medio culta, medio marrana» (he aquí una referencia a la murciana de Almodóvar), a la sazón también traductora y antigua compañera de carrera en la Universidad de Granada: «Recuerdo que cuando estudiaba, en una asignatura sobre traducción literaria, reflexionábamos sobre si a la hora de traducir un libro largo era razonable cambiar completamente la ciudad. Cuál ha sido mi sorpresa al encontrarme esto tan parecido. Con lo que no contábamos entonces era hasta qué punto era relevante quién y cómo hiciera el cambio».

En esta clase con Ricardo Muñoz buscábamos expresar el registro bajo del inglés en español. Aunque la norma culta de casi todos los idiomas está extendida (para eso es el vehículo de comunicación de las clases dominantes, viajeras, de los medios de comunicación) el registro bajo es siempre hiperlocalizado, es decir, no se habla igual en los barrios bajos de Murcia, que en los de Granada, que en los de Cádiz, que en los de Madrid o los de Avilés.

Cuando traducimos y cambiamos el acento a un personaje, ya no solo está hablando del contenido de su discurso, sino también de su procedencia geográfica y social. En nuestra traducción universitaria decidimos que poner a un grupo de yonkis de Edimburgo a hablar como murcianos o granaínos era mala idea. Creamos entonces una amalgama de rasgos de registro bajo comunes a todo el alumnado (éramos de muchos sitios diferentes) que no sonaba específicamente de ningún lugar.

En esta serie han tomado la decisión contraria: han dicho que la ciudad es Murcia (a pesar de que la original era imaginaria) y por tanto todos los personajes son murcianos. Pero estas drags murcianas no hablan como tales: el dialecto no es murciano, el sociolecto no es el del ambiente de Murcia, ni las referencias más obvias se han adaptado. Por ejemplo: ni el estadio ni el centro comercial son el Nueva Condomina (y mira que el chiste se hace solo). El río no es el Segura. Y así.

En Murcia ya no nos escandalizamos ni sorprendemos con facilidad. Gracias a publicaciones como El Mundo Today, entre otras, nos vamos acostumbrando a ser el nuevo Lepe, la ubicación del chiste fácil con tintes de ignorancia, ruralidad y falta de glamour.

Quizá lo que sabe amargo aquí sea que se haya dejado caer el nombre de nuestra ciudad, sin más, y puestos a satirizar no se haga de verdad, con conocimiento, desde dentro y hasta lo más profundo. O a falta de eso, que haya «huevos» a usar acento murciano para estos personajes murcianos. Ya que nos joden, que lo hagan con cariño o al menos maestría.

Declara Malvadisco: «Me siento cero representada. No ha habido una conexión real en la que la justificación de usar la tierra donde me expreso como drag tenga más sentido que un chiste burdo. Por un lado, felicito a quien haya tenido la idea, porque le ha dado un toquecillo especial y ha hecho el intento. Pero por otro lado no puedo dejar de criticar que sea lo único que ha hecho porque no hay más contenido».

Eso me hace pensar en lo siguiente: ¿cuántas drag queens murcianas —cuántos humoristas «locales» más, aparte de Keunam— podrían haber trabajado en esta serie y haberse sacado unas pelas, haber subido al candelero? Si contratan (más) humoristas de Murcia verán que nuestro humor es mucho más negro que el que nos «encasquetan». Al igual que en el caso de Donizete, siempre al borde del despido, LGTBIQ+ y pobreza van de la mano, y es difícil salvar el mundo si estás en el paro. En la vida real el maquillaje y las pelucas no se pagan solas.

Netflix ha renovado Super Drags y hará dos temporadas más. Yo seguiré viéndola (¿cuánto humor tonto LGTBIQ+ hay?) y me gustaría comprobar que se resuelven algunos de los problemas que tiene. La traducción es en general un problema de optimización: hay que ganar significado, usando poco espacio, perdiendo el menor tiempo y esfuerzo posibles, conceptos que también son dinero. No es fácil ganar en todos los frentes pero espacio de mejora hay. De Murcia me puedo reír, de un guion absurdo e inconexo también: de la gordofobia o la putofobia rampantes, no. Como sabe quien lea a la poeta Alana Portero, hay sitio para la liberación dentro de lo vulgar, a reírnos e insultar sin dar puñetazos hacia abajo.

Super Drags es una serie que sale en defensa de las maricas de pueblo, y de eso en Murcia sabemos mucho. Ya que nos han puesto en el mapa, podemos intentar convenceros de que no estamos tan lejos, de que somos más divertidos aún de lo que nos pintan, de que aquí estamos en Murcia para recibiros con los, este, brazos abiertos.

Ea, hasta luego, Maricarmen.

(Y las Maricarmen murcianas respondemos: ¡hasta pronto!).

Tras la primera risa, la reflexión. ¿Es apropiación cultural? ¿O nos ayudarán la purpurina y divas de Netflix a desterrar esa idea de que Murcia es tierra de morcillas fáciles en campo y playa? Espero que esta serie nos ponga en el mapa LGTBIQ+ del mundo, no solo de los chistes.