'Disidencias de género' es un blog coordinado por Lucía Barbudo y Elisa Reche en el que se reivindica la diversidad de puntos de vista feministas y del colectivo LGTBQI.
Por qué renunciar a la fe católica, apología de la apostasía
Querida persona que lee,
No voy a mentirte, si estás bautizada, escribo esto para persuadirte de que renuncies a la fe católica (apostatar) y que, después, salgas con tus amigas a celebrarlo. Me explico.
Los motivos para embarcarme en esto -pedirte que levantes el trasero y te movilices para apostatar- son personales; los fines, políticos. Concretamente feministas. Parto de la siguiente problemática: a pesar de ser un Estado aconfesional, España tiene unas relaciones especiales con la Iglesia Católica a nivel legal (véase la casilla de la Declaración de la Renta o la exención de pagar impuestos sobre bienes inmuebles), histórico, cultural y social.
En lo cultural y social, estas relaciones especialmente anómalas se traducen en la costumbre de bautizar a los recién nacidos o hacer comulgar a los niños por tradición. Dejando de lado lo folclórico (y la legítima discusión sobre qué tan bien está asociar a alguien a “algo” sin que le hayan empezado a asomar ni los dientes) tenemos un importante colectivo de personas que son miembras la Iglesia sin haberlo decidido.
No hablamos de una organización cualquiera. La Iglesia Católica -convendrás conmigo, y si en algún momento no lo haces, te invito a que me cuestiones- es una institución religiosa que recoge los valores más conservadores y reaccionarios de nuestra sociedad, que está profundamente ligada a la ultraderecha y que, si me permites el eufemismo, no es amiga precisamente de las mujeres y nuestra lucha por la igualdad de derechos.
De todos los entes patriarcales, la Iglesia, con su curia formada por un 100% de hombres, es de las organizaciones más abiertamente sexistas y misóginas que existen: lo es en la forma, las mujeres no pueden ser sacerdotisas (ni a obispas, cardenalas, papisas o diosas) y lo es en el fondo:
“A la mujer le dijo: Multiplicaré los dolores de tu preñez, parirás tus hijos con dolor; desearás a tu marido, y él te dominará.”
Génesis, 3;16
Más allá de estructura y dogmas, déjame recordarte que, ahora mismo, con tu bautismo involuntario, perteneces a una asociación cuyo máximo representante opina en público que “la unión o el matrimonio homosexual es un estilo de vida anómalo, extraño a la identidad de los pueblos e irresponsable” o que “el aborto es un delito”. Bergoglio Dixit.
La misma institución que protege la tumba del dictador Franco, obstaculizando el desmantelamiento del Valle de los Caídos como centro de peregrinación fascista, y a la red organizada de pederastas más salvaje que haya conocido la humanidad.
Todo lo expuesto anteriormente son tristes hitos que caracterizan a la Iglesia actual y sé que no te descubro la pólvora, pero sí espero que te plantees si la sociedad que quieres construir es compatible con esos valores y esa agrupación. Y espero que actúes en consecuencia. Si en nuestro día a día aspiramos a una realidad más diversa, igualitaria y justa, debemos reconocer y renunciar a los lastres que nos anclan a un oscuro pasado donde la caza de brujas fue una actividad casi recreativa.
Desgraciadamente, cancelar tu suscripción a la Iglesia no va a tener consecuencias -negativas- en su financiación (por la partida de nacimiento que necesitas presentar durante el proceso de apostasía van a cobrarte 10€) pero sí en su poder. Aún siendo un ser vertiginosamente decadente (cada año se celebran menos bodas, se bautizan menos niños, se ordenan menos sacerdotes y ni aquellos que se dicen católicos participan de sus oficios) todavía conserva un peso político relevante e incompatible con un proyecto feminista de sociedad. Hagamosnos el favor de terminar con este trance y darle laica sepultura.
¿Por qué? La diferencia entre dejar que muera lentamente - como pronostican los datos- y romper con su agonía -como te propongo yo- es fundamental en la configuración del qué queremos ser. ¿Queremos ser los españoles que dejaron pudrirse la manzana hasta que se desintegró o los que la tiraron cuando era incomestible?
Querida persona que lee, si estás de acuerdo con este razonamiento -total o parcialmente- te invito a levantarte de la silla y romper con la Iglesia de una vez. Después sal a celebrarlo porque las buenas decisiones, las que se toman conscientemente y marcan el rumbo de lo que somos, hay que homenajearlas con alegría.
Y si no lo estás, te reto a que lo cambies.
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