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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Alba Sotorra, directora: “La primera vez que cayó una bomba estábamos discutiendo sobre feminismo”

El teléfono da tono y al instante responde Alba Sotorra (Reus, 1980) la directora de 'Comandante Arian', un documental que retrata a un batallón de mujeres feministas kurdas, la Unidad de Protección de Mujeres (YPJ), que luchan contra el Daésh (ISIS) para liberar la población de Kobane en Rojava, al noroeste de Siria. No siempre fue tan fácil contactar con ella: para grabar la película, Alba pasó tres años en la primera línea del frente con este grupo de mujeres, muchas veces incomunicada, siguiendo los pasos de la protagonista, Arian.

Entre su viaje de ida y vuelta a Murcia para presentar el largometraje en la Filmoteca Regional de la mano de AMMA y la Facultad de Comunicación y Documentación, Alba saca unos minutos para contarnos el proyecto político feminista en Rojava y hablar de su experiencia grabando en plena guerra.

Los medios españoles han visibilizado la guerra en Siria a través de la crisis de los refugiados y el terrorismo islámico, mientras que la Revolución de Rojava y el YPJ no han tenido tanta visibilidad ¿Por qué te interesaste por las mujeres feministas kurdas?

Justamente este hecho, que se hable muy poco de algo que me parece tan importante dar a conocer: que las mujeres se hayan organizado no solamente para defenderse y luchar contra el Estado Islámico, convirtiéndose en cruciales en esta lucha que ha sido tan importante para la coalición internacional, sino que además están tirando adelante un proyecto político feminista en el corazón de Oriente Medio.

¿En qué consiste el proyecto político feminista de Rojava?

Se llama Confederalismo Democrático y está basado en tres pilares: el primero y más importante es la emancipación de las mujeres, basado en la idea de que una sociedad no podrá ser nunca libre y justa mientras la otra mitad viva oprimida y sin igualdad de derechos. En este sentido, uno de los principales objetivos es la paridad política, y lo han conseguido con un sistema de copresidencia. Es decir, hoy en Rojava hay una mujer y un hombre para cada cargo que implica decisión política.

El segundo pilar del proyecto es la democracia directa, un sistema que está basado en las asambleas y que cree que las decisiones se tienen que tomar de abajo para arriba. En una sociedad en la que nunca se les había preguntado nada a nivel político se requiere mucha pedagogía explicar a la gente ese derecho que tienen a tomar decisiones.

¿Cómo participan las mujeres en estos espacios políticos?

Para las mujeres ha sido todavía un reto más grande. Se vió que en asambleas mixtas no hablaban porque están acostumbradas a que siempre hayan sido sus maridos, sus hermanos o sus padres los que decidían por ellas. Entonces, se han creado asambleas solamente de mujeres en las que, con mucho éxito, la mujer empieza a tomar partido. En lo social y en lo económico se lucha para que las mujeres tengan independencia y se han creado cooperativas de restaurantes, tiendas, agricultura, que están funcionando super bien.

¿Y el tercer pilar?

El tercer pilar es la ecología. Durante la dictadura, Rojava fue una zona que se destinaban al monocultivo de trigo, quedó destrozada y se esta está desertificando. Actualmente hay dos proyectos para recuperar todo el ecosistema de esa zona, que es muy rica y fértil porque está entre el río Tigris y el río Eufrates.

Salvando las inmensas distancias ¿Hay algún partido o movimiento similar en España?

Hay partidos con ideas parecidas. Obviamente los que están más a la izquierda. Pero no hay lazos directos de estos partidos con Rojava. En Catalunya, la CUP se ha hermanado con algunos pueblos, incluso Kobane, por ejemplo, sí que han hecho algún paso para ir.

¿Cómo se justifica la lucha armada de YPJ contra el ISIS?

En una necesidad de supervivencia. Cuando te atacan con armas pesadas tienes tres opciones: escaparte por patas y embarcarte en estas travesías por mar donde muere tanta gente ahogada para convertirte en un refugiado sin derechos en lugares donde no te quieren; quedarte y dejar que te maten; o quedarte y defender tu familia, tu hogar. Ellas han optado por esta tercera opción, que es realmente heroica, muy valiente y para nada cuestionable. ¿Cómo se puede poner en duda que alguien se defienda?

¿Por qué elegiste como protagonista del documental a Arian?

Explicar una historia personalizándola nos ayuda a empatizar. Además, de las muchísimas mujeres que conocí que se merecían una película o varias, Arian y yo conectamos muy bien. En este tipo de proyectos, cuando estás durante años siguiendo a alguien, tiene que haber mucha confianza porque esa persona se está abriendo totalmente a ti, estás desnudándola. Y en este caso fue mutuo, porque yo la acompañé a lugares peligrosos a donde no hubiera ido si no me hubiera sentido segura con ella.

¿Qué fue lo más impactante que viviste durante el rodaje?

Que se hablara de feminismo en el frente de guerra. La primera vez que explotó un mortero cerca mía estábamos en una caseta discutiendo sobre feminismo y yo preguntaba desde qué es un mortero hasta por qué estamos aquí si puede caernos en la cabeza y no un poco más atrás. Y ellas me explicaron que aquella era la línea a proteger y que leíamos esos textos para darnos moral.

¿Cómo buscaste al equipo?

Esa parte fue un reto porque estuve sola. Nadie quiso acompañarme nunca. La gente con la que suelo trabajar no quería ir a ese territorio. Tuve que hacer yo el sonido, la cámara y la luz. Solamente podía cargar cuando el generador estaba encendido en los lugares donde nos íbamos moviendo; hay mucho polvo, estrés, dormía muy poco, estaba todo el rato pendiente de la parte técnica,etc. Pero por otro lado, el estar sola estuvo súper bien porque me permitió conseguir esa mirada tan íntima donde realmente la cámara desaparece y se funde con el batallón.

¿Cómo financiaste el proyecto?

Al principio me fui con mis medios y después se sumaron fondos de l’ICEC de la Generalitat de Catalunya, la Televisión Española, de Televisión de Catalunya y de Movistar.

Después de Comandante Arian ¿Estás trabajando en algún otro largometraje? ¿Quieres seguir profundizando en la situación en Siria?

Sí, ahora he estado rodando en un campo de detención donde se acoge a las mujeres occidentales que decidieron ir a Siria para unirse al Estado Islámico. Están encerradas allí con sus hijos, y el campo está en zona kurda, es decir, que está controlado por las mujeres kurdas feministas. En el documental sigo a una de ellas que entra al campo a darles un taller porque como revolucionaria, cree que su obligación, a pesar de que estas mujeres sean sus enemigas, es intentar conectar con ellas y de alguna forma intentar entenderlas, pero a la vez para ella es super difícil hacer esto por que ha perdido a mucha gente por la guerra con el ISIS.

¿Qué aprendizaje o lección de vida te llevas tras Comandante Arian?

La lección más grande que me ha dado Arian es que solamente pierdes cuando te rindes. Si sigues luchando por lo que crees nunca vas a perder. Ganar ya es otra cosa, pero es la capacidad de resistir y de sacrificarse por esa idea en la que tú crees. Algo que no tenemos nada integrado en nuestras luchas sociales en aquí en Europa, en España.